Emprender y fracasar en España no significa lo mismo que hacerlo en otros ecosistemas más maduros como Estados Unidos. El sector startup español ha dado pasos de gigante en los últimos años con empresas y productos que no tienen nada que envidiar en muchos casos a los competidores extranjeros pero, hay cuestiones que se cuecen a fuego mucho más lento.
Entre ellas, la cultura del emprendimiento. Mientras en Estados Unidos el fracaso se acepta como parte del aprendizaje hacia otra oportunidad que está por llegar, en nuestro país todavía se mantienen connotaciones negativas que lastran la proliferación de nuevas iniciativas empresariales con el mismo dinamismo que al otro lado del charco.
David Villagrá y su equipo vienen experimentando esta sensación desde hace unas semanas. Su biotecnológica Rooteco ve cerca el final de aquella aventura que les llenó de ilusión y grandes expectativas allá por 2019 se marchita por falta de financiación externa. Hay otras razones, el CEO no esconde la autocrítica, pero considera que la negativa de los fondos a financiarles el 1,5 millones de euros que necesitaban ha sido la puntilla.
Rooteco nació en Palencia con el objetivo de mejorar la productividad y rendimiento agrícola de una forma sostenible con el medioambiente. Este 2023 tenía que haber sido el año de la consolidación, de los primeros frutos a todo el esfuerzo en I+D+i realizado para llevar al mercado sus bioestimulantes que ayudan a las plantas a protegerse de las plagas y el estrés hídrico.
Pero nada más lejos de la realidad. Ni su inversión en investigación y tecnología, ni sus productos testados bajo los parámetros de Europa en material medioambiental -y con un precio similar a los fertilizantes y plaguicidas químicos-, ni los numerosos premios recibidos en el último año han sido suficiente para captar la atención del capital.
Las claves: freno al capital, sequía y burocracia
«Está claro que hemos cometido errores. Quizás debimos explorar otros merados, tuvimos un excesivo tamaño del equipo, pero en el inicio del proyecto lo vimos conveniente por todo lo que teníamos que desarrollar y por las expectativas creadas para nuestros bioestimulantes», reconoce a D+I David Villagrá, cofundador y CEO de Rooteco.
La sequía que el campo español ha sufrido este año tampoco ha contribuido a revitalizar la economía de la biotecnológica con sede en Palencia. «Los agricultores apenas han tratado sus cultivos porque las cosechas estaban condenadas por la falta de lluvia. Si ya echar productos tradicionales les ha costado muchísimo, cómo iban a utilizar nuestros bioestimulantes».
El CEO suma un tercer condicionante a la ecuación: la excesiva burocracia. «Para una empresa pequeña como nosotros sacar al mercado un producto innovador para el campo conlleva una carga burocrática con el Ministerio que lastra sobremanera nuestra actividad», lamenta.
La startup contaba con ocho personas en plantilla, ahora se han quedado con tres. «Es lo que más te duele. Sé que se van a recolocar sin problemas, pero el equipo ha sido lo más valioso de este proyecto».
En este último hilo de vida que le queda y tras las reuniones infructuosas con medio centenar de fondos, reconoce que han tirado la toalla para lograr ese capital externo que tanto necesitaban. Tan sólo aspiran ya al cierre o la venta. Se han dado este mes y el próximo de tiempo para adoptar una decisión definitiva.
Rooteco logró varias distinciones en su primer año de actividad: Premio Surcos a la Innovación por Castilla y León TV, premio a la empresa más innovadora por El Mundo CyL, y Premio a la Innovación, Calidad e I+D por la Cámara de Comercio de Palencia.
La inflación, la falta de financiación, la sequía del campo y la burocracia para registrar sus productos están detrás del ocaso de la biotecnológica
«Algo haríamos bien cuando desde la Administración y el ecosistema innovador se ha reconocido nuestra labor», sostiene.
El CEO agradece el apoyo que ha recibido el proyecto, sobre todo de la Junta de Castilla y León, y de todas las personas que han confiado en Rooteco, pero lamenta la «hipocresía» que existe todavía al hablar de sostenibilidad.
«A mucha gente se le llena la boca hablando de sostenibilidad, de residuo cero y cuando desarrollas un producto que cumple con estos condicionantes, que está en precio, y que satisface las exigencias de regulación de Europa, muchos agricultores ni lo prueban», argumenta Villagrá.
«Tristemente, creo que la agricultura no va a apostar por estos nuevos productos hasta que la normativa de Europa no les deje más opción. Y es una lástima. Porque el precio no es una excusa. Estamos fabricando en precio. Luego vendrá una multinacional extranjera y no tendrán más remedio que comprarlos», sentencia el CEO de Rooteco.
«Un MBA de la vida»
Cuando a Rooteco le restan dos meses de vida, su CEO quiere lanzar un mensaje de ánimo y esperanza a otras startups que en estos momentos están atravesando su misma situación.
«Fracaso es no intentarlo. Este proyecto ha sido un MBA de la vida y estoy convencido de que en el futuro servirá para algo. Quiero, de nuevo, agradecer el apoyo de tantas personas que han confiado en nosotros y en mí personalmente».
La compañía confía en que al menos en las próximas semanas puedan ser comprados por otra empresa «y el conocimiento que hemos generado no se pierda«. «Evidentemente, supondría la salida del equipo del proyecto, pero creo que este trabajo es muy válido y sería una lástima que quedara en un cajón», concluye Villagrá.