¿Ha oído alguna vez las estadísticas de que el noventa% de las compañías fracasan a lo largo del primer año? Tal vez haya oído que es en los primeros cinco años, o que realmente es el ochenta por ciento de las compañías, mas lo más probable es que haya oído una cantidad así en algún instante de su vida, sin muchas pruebas directas que la respalden.

Es cierto que la mayor parte de las start-ups fracasan -solo una minoría alcanza el éxito-, mas las estadísticas no son tan tráficas como ciertos desean hacer pensar. Por el contrario, el descalabro tiende a desarrollarse durante una curva, y comprender esa curva podría asistir a tu negocio a no ser víctima de los escollos más habituales.

¿Cuáles son las estadísticas «reales» del descalabro empresarial? Es una pregunta difícil, pues las definiciones de «fracaso» pueden cambiar y, naturalmente, hay muchos géneros de negocios diferentes, cada uno de ellos con tasas de supervivencia diferentes.
Aun así, existen algunos datos esenciales que podemos usar para comprender mejor de qué forma es verdaderamente la curva del descalabro.

Según el informe más reciente de la SBA, con datos de la Oficina de Estadísticas Laborales, en torno a dos tercios de todas las compañías con empleados duran cuando menos un par de años. No son malas probabilidades equiparadas con la estadística del «90 por ciento» que persiste.

El mismo estudio halló que exactamente el mismo conjunto de negocios tiende a perdurar cuando menos cinco años en una tasa de alrededor del cincuenta por ciento.

Estos datos proceden de un periodo de más de una década, que se remonta a los años noventa. La curva no se vio perjudicada significativamente por las temporadas de prosperidad a nivel económico ni por las recesiones, lo que hace que las tasas de éxito y descalabro sean aún más consistentes.

¿Ha oído alguna vez a alguien decir que los restaurants y los bares son inversiones empresariales en especial peligrosas, ya que tienen una tasa de descalabro mayor que la de otros negocios? Los datos sugieren que esto no es cierto. El campo de la nutrición y la hostelería tiene una curva de descalabro afín a la de los ámbitos de la fabricación, la construcción y el comercio minorista. Las diferencias son insignificantes en prácticamente todos los puntos de la curva.

Como cabría aguardar, la curva de descalabro es más pronunciada al comienzo, ya que el veinticinco% de las pequeñas empresas fracasan a lo largo del primer año, conforme datos compendiados por Statistic Brain. Es probable que esto se deba a la curva de aprendizaje asociada a la propiedad de un negocio; cuanto más tiempo se continúa en el negocio, más se aprende y más se resiste a los inconvenientes que, de otra manera, podrían hacer tambalearse los cimientos. Es un periodo que naturalmente suprime a los aspirantes más enclenques asimismo.

Según exactamente los mismos datos, la friolera del cuarenta y seis por ciento de todos y cada uno de los descalabros de empresas se atribuyó a la «incompetencia», un término general que puede referirse a la fijación de costes sensibles, al impago de impuestos, a la carencia de planificación, al desconocimiento de la financiación y/o a la carencia de experiencia en el mantenimiento de registros. Otro treinta por ciento de los descalabros de empresas fueron atribuibles a una experiencia desequilibrada, o a la carencia de experiencia en la administración.

Por supuesto, para las start-ups apoyadas por capital peligro, el panorama no es tan bonito; conforme un informe, alrededor del setenta y cinco por ciento de todas y cada una de las start-ups apoyadas por capital peligro terminan fracasando. Esto puede deberse a múltiples razones, como la naturaleza enormemente competitiva de los concursos de capital peligro y la volatilidad de las compañías tecnológicas que brotan en la escena.

Si al leer estas estadísticas aún le preocupa que su empresa se clasifique como «fracaso», tenga presente que el descalabro puede ser realmente algo bueno. Para iniciar, muchas empresas que fracasan en el primer año no tenían el potencial de éxito a largo plazo; el descalabro temprano les ahorra esenciales gastos y libera a sus empresarios a fin de que puedan buscar ocasiones más valiosas.

Además, pasar por el proceso de comenzar un negocio y ver de qué forma se derrumba puede enseñarle valiosas lecciones, que puede aplicar a futuras oportunidades; los empresarios fracasados que vuelven a subirse al caballo tienen una mayor probabilidad de éxito la segunda vez.

Entonces, ¿qué debería sacar de todo esto? En primer sitio, si ha pensado en transformarse en empresario, mas le amedrenta la idea de ser parte de la apabullante mayoría de empresarios fracasados, reconsidere su postura; esa mayoría no es tan fuerte como podría haber creído previamente. Todos los empresarios se encaran al descalabro de alguna manera, mas no siempre y en toda circunstancia conduce al descalabro de toda la compañía.

En segundo sitio, si puede superar ese primer año de prueba, seguramente pueda sostener su negocio exitosamente a lo largo de años.

Y, finalmente, aun si su negocio fracasa, no es el fin del mundo; va a tener nuevos conocimientos y nuevas experiencias que va a poder usar para nutrir su próxima empresa.