“La crisis es una oportunidad”. Seguramente has escuchado esta afirmación en más de una ocasión. A menudo se atribuye a un ideograma chino que fusiona los conceptos de ‘peligro’ y ‘oportunidad’. Sin embargo, en este artículo vamos a cuestionar esta idea y analizar por qué la crisis no siempre se traduce en oportunidades.
Es cierto que las adversidades pueden propiciar cambios, innovación y crecimiento, pero no podemos equiparar la crisis con la oportunidad. Estos dos términos son inherentemente distintos. Mientras que la crisis conlleva dificultades, la oportunidad representa la posibilidad de lograr algo positivo.
Existen varios argumentos que desafían la noción de que la crisis es siempre una oportunidad. Por ejemplo, emocionalmente, las crisis suelen generar más angustia y preocupación que alegría y entusiasmo. En momentos de crisis, las decisiones suelen tomarse bajo presión y con recursos limitados, lo que puede limitar la efectividad de las acciones emprendidas. Aunque es verdad que las dificultades pueden impulsar a las personas a adaptarse y aprender, este proceso no necesariamente conduce a oportunidades genuinas.
Es importante reconocer que las crisis no son el mejor contexto para la toma de decisiones informadas y planificadas, y que las ideas gestadas en tiempos de estabilidad suelen ser más sólidas y sostenibles en el largo plazo. Además, la noción de que las crisis estimulan la creatividad y la innovación tampoco siempre se cumple. Si así fuera, podríamos esperar que los países que han enfrentado crisis recurrentes hayan sido la cuna de las más grandes innovaciones, lo cual no es necesariamente el caso.
En relación con el emprendimiento, es importante señalar que si bien las crisis pueden impulsar la creación de negocios por necesidad, esto no siempre conduce a emprendimientos exitosos a largo plazo. Por el contrario, el contexto económico adverso tiende a restringir las oportunidades de crecimiento y desarrollo.
De manera similar, las dificultades económicas generadas por las crisis suelen restringir el consumo, la inversión y la producción, lo que no favorece la generación de oportunidades significativas. Además, es importante destacar que las oportunidades que surgen en tiempos de crisis a menudo se basan en la pérdida o el perjuicio de otros, lo cual no es sostenible ni deseable a nivel global. En resumen, la crisis no necesariamente conduce a oportunidades equitativas y sostenibles.
En lugar de idealizar las crisis como catalizadores inevitables de oportunidades, es importante promover la capacidad humana de generar oportunidades independientemente del contexto. La confianza en la capacidad de acción y en la estabilidad como el contexto óptimo para el crecimiento y la innovación puede ser una perspectiva más realista y constructiva. En lugar de esperar a que la crisis nos motive, podemos cultivar un entorno propicio para el florecimiento continuo de oportunidades.
Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.