Santiago Jiménez es el fundador de Liight, una empresa que impulsa la creación de hábitos sostenibles
entre los empleados de otros negocios.
España es el cuarto país de Europa en número de start-ups, con algo más de 11.000 empresas
emergentes.
La actividad emprendedora parece recuperarse y este tipo de compañías cuentan con cada vez más apoyo.
Según un informe presentado en 2022 por la plataforma South Summit, nuestro país cuenta ya con 6.446
inversores privados, 366 grupos de inversión, 149 aceleradoras y 99 incubadoras de start-ups.
El perfil del emprendedor es el de una persona de entre 25 y 54 años, aunque la edad media se
sitúa en
unos 39 años. No obstante, los datos más recientes apuntan a un interés creciente de los más
jóvenes por
emprender. El 11% de los menores de 25 contempla esta opción como una futura salida
profesional, tal
como se revela en el último informe
GEM (Global Entrepreneurship Monitor).
Ahora bien, ¿cómo es realmente emprender en España? Nos lo cuenta Santiago Jiménez,
que en
plena
pandemia dio forma al proyecto que hoy es Liight, una start-up que
fomenta los hábitos
sostenibles de
las personas a través de mecánicas de gamificación. La aplicación registra actividades como
reciclar,
caminar, ir en bici o escoger el transporte público y permite al usuario competir con otros y obtener
recompensas por su comportamiento ‘verde’.
El 75% de las personas de entre 25 y 54 años tiene estudios superiores
El capital semilla más frecuente son 3.000 €
No basta con el espíritu, hay que tener iniciativa
Sin embargo, una buena idea no basta para llevar una empresa a buen puerto. La fórmula del
emprendimiento tiene muchos más factores que determinarán su éxito. Santiago lo sabe bien,
porque desde
muy pequeño -hizo sus primeros pinitos como empresario en el colegio- se interesó por el mundo de la
empresa llevando a cabo proyectos de todo tipo: “Mercadillos solidarios, compraventa de ropa,
electrónica… Íbamos probando cosas para sacarnos un dinerillo”, cuenta.
Ese espíritu que Santiago resume en que le “encantaba el reto de encontrar alguna oportunidad o
necesidad y resolverlo” lo mantuvo siempre y, cuando llegó a la universidad, pudo convertir esa
inquietud en algo más serio. Escogió la carrera de arquitectura, porque le permitía “vincular la parte
más técnica, la del bachillerato que había hecho, con una parte más creativa”. Allí forjó su primer
proyecto de “largo recorrido”, asegura, ofreciendo cursos de impresión 3D primero en
“clases
particulares, después en las aulas de la universidad y hasta en las escuelas de arquitectura de la
Comunidad de Madrid”. Fue a través de esta iniciativa por la que Santiago empezó a interesarse
formalmente por los negocios y comenzó a formarse de forma autodidacta leyendo libros,
asistiendo a
conferencias y participando en programas y concursos de emprendimiento.
Fue en uno de estos programas donde surgió el germen de lo que acabaría siendo Liight. Se trataba de una
competición internacional que convocaba a equipos universitarios para lanzar proyectos
innovadores: el
reto planteado entonces fue el de hacer a las personas conscientes de su huella de carbono. “Aprendí
mucho y veía que me gustaba este mundo, el no solo trabajar para otro, sino el juntarme con un grupo de
gente joven para hacer proyectos reales”, asegura Santiago.
El proyecto que salió de aquella competición quedó guardado en un cajón algún tiempo, mientras estuvo de
Erasmus. Después conocería a la otra pieza fundamental de Liight, Carlos Rosety
(director
tecnológico
(CTO) de la compañía). Compartían una historia similar en cuanto a espíritu emprendedor y esto los llevó
a participar juntos en iniciativas de emprendimiento, como Santander
Explorer, de Banco Santander, con
el que validar su idea y convertirla en un negocio sostenible. “Empezamos a pensar en modelos
de
negocio. Ganamos varios premios a nivel nacional y europeo y nos dieron algunas becas”.
Gracias, entre
otras cosas, a esos reconocimientos, explica Santiago, “pasamos de ser una start-up de
estudiantes a
intentar ponernos un salario y estar en una oficina”.
El reto de hacer crecer una start-up
En 2020, el proyecto se paralizó un poco. Siendo Santiago de Ávila y Carlos de Cádiz, la distancia
complicaba las cosas. Hasta que se presentó una nueva oportunidad. “Al principio en el equipo éramos
tres o cuatro personas. Crecimos, fichamos gente y empezamos a hacer proyectos con
corporaciones. Hemos
llegado a ser 11 personas en el equipo”, declara Santiago.
Estos dos últimos años, continúa, “lo que hemos hecho ha sido un proceso de consolidación, de
asentarnos
y definir muy bien el modelo. Nos hemos centrado sobre todo en poder trabajar con
corporaciones. En este
momento trabajamos con la Once, Royal Canin, Banco Santander, Mapfre, Estrella Galicia…”. Liight ofrece
su app a estas compañías para que la integren en sus propios servidores, de manera que los empleados
puedan sumarse a los retos sostenibles, ganar puntos y obtener recompensas por ello.
Con el producto funcionando a pleno rendimiento, ahora se han planteado abrir otras líneas de
negocio
con las que seguir innovando y ampliando funcionalidades, como es el trabajar con
“ayuntamientos y
universidades” afirma Santiago. Poco a poco han ido consolidándose como empresa y ya han recibido varios
reconocimientos por ello. De hecho, Liight fue la única empresa española en
recibir un
premio
en los
Santander X Global Awards 2023, una competición global donde participaron los mejores
proyectos
de 8
países.
La de Liight es una historia de emprendimiento de largo recorrido (la primera versión
de la app
salió en
2018). “Hemos ido más despacio de lo normal”, reconoce su CEO. “Cuando realmente nos pusimos con ello,
teníamos la idea bastante desarrollada como para que la gente la utilizara y pudiéramos
encontrar
clientes que pagaran por ello”.
Emprender no es fácil y la exigencia que requiere un proyecto profesional de este
calibre a
menudo pasa
factura. Es necesario saber el encontrar el equilibrio para poder compaginarlo con el
resto de
cosas
importantes en la vida. Por eso Santiago, que se lanzó y acertó, aconseja a quienes quieran emprender
que, “si lo tiene claro y tiene ganas, es mucho mejor tirarse a la piscina y aprender a nadar sobre la
marcha”.
En Banco Santander llevan más de 26 años contribuyendo al progreso ayudando a mejorar las perspectivas
profesionales de las personas a través de la educación, la empleabilidad y el emprendimiento. Con
Santander X apoyan a quienes gestionan su propio negocio y a las
pequeñas empresas a crear
oportunidades, consolidarse y crecer, ofreciendo formación, asesoramiento y los recursos necesarios para
avanzar y escalar los negocios.