Taylor Swift se ha ganado muchos encomios. Tiene doce premios Grammy, un Primetime Emmy y varios cientos y cientos de premios de los que jamás había oído charlar. También se las arregló para grabar y lanzar dos álbumes de larga duración en la segunda mitad de dos mil veinte. Te acuerdas de dos mil veinte, ¿verdad? Ya sabes, el año en que hallar una tienda con papel del váter en stock era un logro.
Este año agregó uno más. La Universidad de Nueva York le concedió un doctorado honorífico. En la liturgia de graduación, Swift dio un alegato de veinte minutos a la clase que se graduaba, a lo largo del como compartió lo que llamó consejos de vida.
La gaceta Billboard ha publicado una transcripción del alegato completo, que vale la pena leerse. Los alegatos de graduación -en especial los pronunciados por convidados conocidos- acostumbran a ser desganados y estar llenos de tópicos y consejos clisé sobre de qué forma este conjunto de graduados va a mudar el planeta. Swift, al contrario, está tan dotada de palabras como cualquiera y las usa de una forma que la hace reconocible con prácticamente todo el planeta.
Por eso, si bien no tengas tiempo de leerlo entero, no deberías perderte esta sección, justo en el medio:
Me transformé en una joven adulta mientras que me nutrían con el mensaje de que, si no cometía ningún fallo, todos y cada uno de los pequeños de Estados Unidos medrarían para ser ángeles perfectos. Sin embargo, si cometía un descuido, la tierra entera se saldría de su eje y sería por entero mi culpa y iría a la prisión de las estrellas del pop para siempre y por siempre. Todo viraba en torno a la idea de que los fallos equivalen al descalabro y, en último término, a la pérdida de cualquier ocasión de tener una vida feliz o gratificante.
Esta no ha sido mi experiencia. Mi experiencia ha sido que mis fallos me han llevado a las mejores cosas de mi vida.
Deberíamos detenernos un segundo pues la mayor parte de nosotros no tenemos ni la más mínima idea de de qué forma ha de ser la presión para quien ha vivido prácticamente toda su vida con el género de exposición pública que ha tenido Swift. En su alegato charló de todo género de circunstancias que harían que cualquiera quisiese rendirse. Habló de la decepción, la soledad y el costo de cometer fallos.
La cosa es que, si somos verdaderamente honestos, podemos identificarnos. Es decir, seguro que existen muchas cosas sobre ser una estrella adolescente de la música country que son totalmente intrascendentes para la mayor parte de nosotros. Pero, todos hacemos cosas tontas. Metemos la pata y rompemos cosas. Hacemos daño a la gente, tomamos malas resoluciones, nos exponemos y en ocasiones fracasamos. O eso semeja.
El punto de Swift es que los fallos no equivalen al descalabro. Y, si lo hacen, es solo pues se lo dejamos. Por otra parte, los fallos son frecuentemente la manera en que aprendemos a lograr el éxito. Así descubrimos el límite de nuestras capacidades y hallamos la manera de ir más allí.
La clave es -y esto es esencial- que Swift haya tomado una resolución. Seguir el camino desde tus fallos hasta las mejores cosas de tu vida es una elección.
Eso es lo que precisas escuchar: La clave no es la perfección, sino más bien lo que sea el próximo paso para ti. Y, si das un paso equivocado -si pones el pie en el sitio equivocado- lo levantas y das otro. Y otro.
Con el tiempo, descubres tu camino. Con el tiempo, tu idea se hace realidad. Con el tiempo, haces la cosa y marcha.
Pero, solo si no te consumen tus fallos. Cuando eso ocurre, dejas de confiar en ti para saber dónde poner el pie y dejas de dar pasos. En sitio de eso, aprende de tus errores… o, mejor aún, halla a alguien que los haya cometido ya antes que y esté presto a asistirte. Como afirmó Swift:
Cada elección que haces lleva a la próxima, que lleva a la próxima, y sé que en ocasiones es bastante difícil saber qué camino tomar. Habrá instantes en la vida en los que deberás defenderte. Momentos en los que lo adecuado es recular y solicitar excusas. Momentos en los que lo adecuado es pelear, instantes en los que lo adecuado es darse la vuelta y correr. Momentos en los que hay que soportar con todo cuanto tienes y instantes en los que hay que dejar ir con gracia. En ocasiones lo adecuado es desechar las viejas escuelas de pensamiento en nombre del progreso y la reforma. En ocasiones lo adecuado es oír la sabiduría de los que nos han antecedido. ¿De qué forma vas a saber cuál es la opción adecuada en estos instantes vitales? No lo vas a saber.
No pasa nada. Lo más probable es que cometas ciertos fallos. Y esos podrían transformarse en las mejores unas partes de tu vida.
Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.