No hay forma de evitarlo: el trabajo cambia. Sin embargo, con independencia de lo que arguyan cientos y cientos de artículos desinformados a este respecto, el trabajo en sí no desaparecerá en un corto plazo, por más que la discusión merezca nuestro tiempo. El trabajo, en verdad, está en incesante cambio, en continua evolución, siempre y en todo momento de forma progresiva, jamás a la vez, ya que creamos nuevos inconvenientes con exactamente la misma velocidad con la que solucionamos los viejos. Un ejemplo: la tecnología nos ha tolerado «inventar» la economía del trabajo, que ha llevado a la creación de una industria absolutamente nueva de trabajos honestamente horribles.
Entonces, si el trabajo no desaparecerá, mas los papeles van a evolucionar debido a la tecnología, los cambios demográficos, la urbanización, la escasez, el cambio climático… ¿a qué carrera deberían aspirar nuestros hijos una vez que salgan de la Universidad del Espacio? En mis tiempos, los jugadores profesionales y los YouTuber no eran una alternativa, mas ahora esas profesiones reportan millones a los jóvenes con el talento y la dedicación suficientes para desempeñar esos papeles, y muchos pequeños aspiran a proseguir los pasos de sus ídolos. Está claro que todo es posible.
Con esto en psique, ahora se presentan dieciocho trabajos del futuro que seguramente se van a hacer realidad en los próximos treinta años.
¿Cuándo va a pasar IoT del campo de la I+D de alta tecnología al de las tiendas de baja gama? ¿En cinco años? ¿En diez años? Probablemente menos. En cualquier caso, cuando la tecnología se democratice, alguien deberá ocuparse de contestar a las próximas preguntas clave, y más: ¿Qué objeto conectar? ¿Responde verdaderamente una camiseta conectada a una necesidad específica? ¿Qué datos son interesantes desde el punto de vista empresarial? ¿Qué infraestructura va a haber que amoldar? ¿Crear? ¿Qué impacto empresarial se espera en un largo plazo? ¿Qué UX para esos objetos conectados? ¿Qué pasa con los sistemas heredados? Un gestor de Edge Computing ha de saber contestar a estas preguntas cuando el consejo de administración llame a la puerta.
Imagina que Amazon.com fuera un mercado físico. ¿De qué manera de grande sería? ¿De qué manera nos perderíamos? ¿Cuántos aconsejes de ventas precisaríamos para satisfacer a todos? El los pies en el suelo (y decenas y decenas de libros de estrategia) nos afirma que la mayor ventaja que tienen las tiendas sobre los canales digitales es su personal. Es lógico, puesto que, que conforme las plataformas se hacen poco a poco más omnipresentes, las marcas y plataformas digitales contraten a compradores personales/guías de tiendas digitales para transformar una experiencia de adquiere en línea de forma frecuente frustrante en un camino agradable para quienes puedan permitirse ese servicio.
Deténganme si han escuchado esto: los ricos reciben ayuda adaptada y los pobres un chatbot que no marcha.
La Realidad Virtual no ha cumplido todo lo prometido (aún). La Realidad Aumentada, no obstante, está de tendencia, y seguramente proseguirá estándolo. Conforme la economía de la experiencia y el término de ludificación cobran fuerza, es lógico que solicitemos a nuestra experiencia de RA que tenga una enorme historia de la que uno pueda aprender grandes lecciones. Aquí es donde entra el narrador. Este trabajo dejará a las entidades crear tanto escenarios de capacitación inmersivos (militares y corporativos) como ocasiones de marketing bastante difíciles de advertir.
Puede que la Realidad Virtual no haya cumplido, mas aún no está fallecida. Una vez que hayamos construido nuestras líneas argumentales (véase más arriba), debemos crear mundos enteros (pensemos en Ellen Page en Inception). Esta función requiere muchas de exactamente las mismas habilidades que se demandan a los diseñadores de juegos para videoconsolas, mas con una meta absolutamente diferente. También en un caso así, las posibilidades de capacitación son infinitas, mas el aspecto sicológico asimismo es ameno de imaginar: ¿por qué matar a los diablos internos cuando puedes fingir que los matas en el planeta digital?
Edge Computing, tiendas digitales, RA, RV… Todas estas tecnologías van a crear un planeta absolutamente nuevo para los anunciantes. Así es como nos desenvolvemos. Y cuando nos fatiguemos de la novedad, desearemos bloqueadores de anuncios, que deberán ser suficientemente avanzados para advertir anuncios engastados en la propia realidad, donde solo las lentes de RA podrían advertirlos, por servirnos de un ejemplo.
«Bloqueador de anuncios para su heladera»… los titulares se escriben solos.
Las empresas se posicionan poco a poco más para contrarrestar los fallos de los gobiernos. Es probable que esta tendencia prosiga, dada la creciente cercanía entre las compañías y sus clientes del servicio (si sus anuncios son una indicación, Zara me conoce mejor que mismo). En este nuevo planeta corporativo, el encargado de moral desempeñaría un papel afín al del moderno directivo de RSC, con la diferencia de que se le tomaría de verdad en la organización, ya que trataría de manera regular con directivos financieros y directivos técnicos.
La confianza está a puntito de transformarse en un tema MUY esencial, como ya hemos comenzado a ver en la era de las «Fake News». Por ello, no semeja demasiado disparatado contratar a alguien que se ocupe de que los clientes del servicio sepan que pueden confiar a la empresa sus datos privados, sus ahorros, sus secretos, sus seres queridos… Algo como las relaciones públicas, mas tomadas de verdad. Tal y como están las cosas, solo confío en mi barbero y en mi camarero, así que es obvio que las corporaciones tienen mucho margen para la mejora en este aspecto.
Este papel está relacionado con mi sueño de inventar un sistema por el que las compañías paguen por los datos empleados para nutrir los algoritmos que destrozan la utilización, devolviendo un tanto de justicia a la economía.
Un PDR sería una persona o empresa que representaría legalmente la totalidad de los datos de alguien y los invertiría en las bases de datos convenientes a fin de que sus clientes del servicio consiguieran mejores rendimientos. Al PDR le interesaría cerciorarse de que absolutamente nadie emplea los datos de sus clientes del servicio sin un interés lícito o sin su permiso, por lo que su función sería doblemente útil. También asistiría a implantar un marco básico para la portabilidad de los datos, que cada vez es más un requisito legal, merced al renovado interés antimonopolio.
Como he citado una y otra vez, los algoritmos han de ser capaces de explicar su mecanismo latente en términos fáciles. Esto es aún más esencial conforme la IA se integra en la vida rutinaria, aun en el sistema judicial. Creo que debería haber un botón al lado de los anuncios en Instagram que dijera: «¿Por qué ves esto?».
Esto no va a ocurrir.
Lo que SÍ puede ocurrir es la creación de un papel que implique escarbar en el código para localizar por qué ese turismo se desvió cara un conjunto de pequeños de preescolar en vez de atropellar a una mujer encinta.
Buena suerte.
Mientras que un estudioso de datos responde a las preguntas que se han elaborado, un detective de datos (qué nombre más chulo) produciría contestaciones a preguntas que no se han elaborado necesariamente, hurgando en los datos producidos por las nuevas tecnologías, como el Internet de las cosas. ¿El hecho de no tener leche acarrea un incremento de la criminalidad? ¿El incremento de los drones implica una minoración del nacimiento de palomas?
No lo sé, mas me agradaría que (alguien más) lo descubriera.
Sí, los centros de atención al usuario ya existen, mas con el apogeo del Big Data, creo que ciertas empresas más avanzadas podrían estimar parar de ser reactivas a los inconvenientes de sus clientes del servicio y comenzar a ser proactivas. Basándose en los perfiles de los clientes del servicio, sus hábitos de adquiere y el índice de inconvenientes de calidad de un producto, adivinar si el cliente del servicio tiene o no un inconveniente con un producto o un servicio puede no ser tan bastante difícil como semeja.
Y llamar un día antes que el horno de uno se estropee estadísticamente me semeja un montón de ingresos sin explotar.
Es probable que la automatización afecte a un porcentaje significativo de puestos en un futuro muy próximo (¿he oído un cincuenta y uno%?). Pero aún quedan muchas preguntas por contestar ya antes de dar absolutamente las bridas a los robots y los algoritmos. ¿A quién y qué emparejamos? ¿A quién automatizamos? ¿Cuándo? ¿Aumentamos o reemplazamos? Conforme el incremento se hace omnipresente, contestar a estas preguntas va a ser clave en la mayor parte de las industrias. Los economistas y sociólogos habrían de ser los encargados de realizar las contestaciones pertinentes, mas no me sorprendería que los consultores se encargasen de ello.
Sí.
Todos lo hemos notado: Las TI y las operaciones precisan aprender a comunicarse mejor. Sin embargo, charlar los dos idiomas es un talento poco común, al igual que combinar las necesidades del negocio con las habilidades tecnológicas/técnicas y los presupuestos de hardware. Este sería el papel del facilitador de TI, que debería sacar a las PMO de sus miserias. Esperen que los pocos elegidos lleven una vida financiera muy gratificante.
Por último, una vez que hayamos decidido qué y quién va a automatizar, y que tanto la parte de TI como la parte operativa de la empresa se hayan puesto de acuerdo sobre el camino a seguir, todavía tiene que haber una forma de informar de forma justa y con tacto a los trabajadores de la nueva estrategia. Y, dependiendo del sector, puede que estos trabajadores no sean los más conocedores de la tecnología. O los más comprensivos. Aquí es donde entra en juego el Campeón de los Trabajadores. Para demostrar que este papel es necesario, busque en Google las jaulas de los trabajadores.
Sí, estoy diciendo que los sindicatos deberían volver. Y ya va siendo hora.
Los urbanistas vuelven a estar de moda. Con el creciente uso de coches inteligentes, drones, la optimización del espacio de oficinas post-Covid… su ayuda será muy necesaria. Por ejemplo, si los coches ya pueden aparcar solos fuera de la ciudad sin conductor, ¿necesitamos tantas plazas de aparcamiento? Si tengo los datos de todos los móviles de la ciudad, ¿puedo enviar más, o menos policías o bomberos en una zona? Las posibilidades son infinitas, pero hay que sopesarlas con cuidado: la forma en que diseñemos las ciudades hoy tendrá un impacto en el mundo durante los próximos 50 años.
A medida que las ciudades crecen, evolucionan y adquieren un mayor coeficiente intelectual, nos veremos obligados a prescindir de partes del pasado. El trabajo del conservacionista consistirá en preservar digitalmente las imágenes y los planos de las carreteras y los edificios, para que nuestro pasado pueda proseguir informando para siempre nuestro futuro.
Esta función ya existe, de hecho, pero a una escala mucho menor: es difícil meter un edificio entero en un museo.
A medida que los vehículos se automatizan y se conectan más, ¿tendremos que ir siempre a ver a nuestro mecánico para cada pequeño problema? Probablemente no.
Si todo lo que se dice sobre los gemelos digitales es cierto, es posible que pronto veamos que muchas de las funciones que actualmente están orientadas al cliente se vuelvan más remotas. Apostaría a que los mecánicos van con la primera ola.
A medida que las energías renovables adquieren mayor protagonismo, es probable que cada casa produzca energía para su propio uso. Sin embargo, si alguien se va de vacaciones, esa energía podría quedar sin utilizar, y podría venderse a un vecino que esté celebrando una fiesta y necesite más electricidad para el holograma del Príncipe que ha planeado estrenar.
Ahí es cuando entraría en juego el analista de microrredes, que se aseguraría de que la energía se utiliza de la forma más eficiente posible en un nivel mucho más pequeño que el que estamos acostumbrados actualmente, mas con un número mucho mayor de fuentes de energía que van a más lugares.
Otros trabajos verán un renacimiento, como el de los conserjes (más paquetes, más problemas) y el de los artesanos (con el avance de ciertas tecnologías, las economías de escala no son tan necesarias como antes).
Otros serán cada vez más importantes (sanidad y educación). Por último, algunas no cambiarán, pero se potenciarán: el cuidado de personas, la banca, la enfermería, la formación, la I+D, los RRHH… todas ellas podrían verse aumentadas, y muchas ya han iniciado ese camino.
Mis hijos nacerán en un planeta complicado. Un planeta hostil, a veces. Un planeta que se calienta, más alarmante.
Sólo cabe aguardar que hallen su camino en este enredo y escojan una carrera que les asegure la supervivencia y la dicha en los confusos años que se aproximan.
Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.