Somos lo que pensamos. Nuestros pensamientos crean nuestra realidad. Después de muchos años de experiencia en la espiritualidad práctica no me canso de repetir: los pensamientos que persisten crean un estado de conciencia que entonces tiene manifestaciones físicas. 

Los pensamientos que resurgen una y otra vez edifican una conciencia. Estos nos afirman de qué forma o quiénes somos, y al repetirlos acabamos siendo aquello que pensamos.

En uno de los seminarios que di alrededor del planeta y que llamé “Atravesando desafíos”, me hallé con gente con diferentes desafíos que pueden presentarse en el trabajo, en la pareja o en la salud. A todos les digo que no pueden darse el lujo de tener un pensamiento negativo, por el hecho de que estos hacen que las defensas bajen en forma automática.

Es clave estar presentes con nuestros pensamientos y saber reconocerlos. Si la mayor parte son negativos, hay que trabajar para anularlos.

Una de las formas de conseguirlo es desde aseveraciones positivas. Se trata de oraciones que tienen una potencia realmente fuerte que pueden repetirse toda vez que brotan pensamientos negativos. La idea es hacerlo treinta veces. Y si se puede sumar alguna carga sensible positiva a esa oración, mejor, por el hecho de que eso desgasta o cuando menos anula el pensamiento negativo.

Uno puede armar su oración positiva que puede ser “no me permito lugar para excusas, estoy funcionando en un alto nivel de excelencia”, o “estoy liderando con amor y con paz mi vida”. Estas oraciones deben repetirse muy frecuentemente y es entonces cuando el cerebro comienza a oír en positivo. Si esta aseveración va unida a una emoción, esta se amplifica y se va achicando el lado negativo. De esta forma, cambia completamente el enfoque de nuestras vidas. 

Otra forma de no entrar en pensamientos negativos es adoptar una actitud neutral, o sea, sin carga sensible. Se trata de un estado de observación. Después de practicar esto un buen tiempo, uno se percata de que, al sacarle la carga sensible a muchas situaciones y pensamientos, la vida cambia completamente. 

Lo esencial es saber que siempre y en todo momento es posible dominar los pensamientos negativos, no hay que desalentarse. Uno puede supervisarlos desde aseveraciones positivas que, con el tiempo, tienen efecto en la manera en que nos vemos y nos sentimos. Otra forma de dominarlos es reconociendo aquello negativo que nos afecta y aprendiendo a suprimir la carga sensible que lo potencia. De este modo impedimos que los pensamientos nos jueguen una mala pasada en nuestra vida. 

Uno de los temas más esenciales actualmente es como administramos nuestra energía. Es esencial desconectar cuando nos percatamos de que comenzamos a tener energía baja. Lo más esencial es estar presente, por poner un ejemplo, muy frecuentemente arrancamos con un llamado negativo y nos enganchamos con esa situación y de manera automática baja nuestra energía. 

¿De qué manera hacemos para conectar con nuestra energía de manera automática y estar completamente alineados a ella? Es simple, al levantarnos por la mañana debemos estar agradecidos por todo cuanto tenemos, son dos o 3 minutos en los que uno puede dar las gracias la familia que tiene, el trabajo, la salud. Hay que hacerlo y creérselo. Después poner una buena música, bien power que suba la energía. Lo esencial es poder desconectar un tanto de las situaciones que nos desalientan para elevar la energía.

El agobio diario nos lleva a una energía de supervivencia: abonar las cuentas, estar de mal humor, combatir con diferentes inconvenientes diariamente. Pero hay que tomarse el tiempo para reconectar con nuestra energía y ponerla al límite, por el hecho de que cuando lo hacemos nos ubicamos en un estado de inventiva, con ideas nuevas con las que podemos solucionar diferente, contagiar a otros y es entonces cuando las cosas buenas suceden.

Juan Pablo Cortez

Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.