Fernando Dávila (veintiseis años), Pablo Valverde (veintiocho) y Joshua Cleveland (veintinueve) se conocieron en la incubadora de empresas Demium Capital en Valencia. El primero, granadino, había estudiado en la urbe Ingeniería Aeroespacial, a lo que prosiguió un MBA que le despertó la curiosidad por emprender. Fue un amor empresarial a primera vista: “Pudimos ver que teníamos afinidad, y decidimos crear nuestra primera empresa, una plataforma de capacitación con deportistas”, narra del otro lado de la pantalla. Pero su plan precisaba bastante dinero, así que debieron conformarse con sacar lecciones de su primer descalabro.

Valverde, formado en Marketing y Diseño, ya sabía que no deseaba regresar a trabajar por cuenta ajena: “Estuve en una importante empresa, no me gustaba”. Compartía motivación con Joshua Cleveland, especialista en computación y software, y los 3 decidieron procurarlo por segunda vez en dos mil veintiuno, esta vez aplicando la cadena de bloques (blockchain) a proyectos de energía renovable. Así nació Crowmie, que encauza financiación de pequeños inversores cara planes de autoconsumo industrial. Nueve personas trabajan en la compañía alojada en la incubadora Lanzadera de Valencia. Recientemente han gestionado la financiación de una planta fotovoltaica de ciento catorce mil euros para aprovisionar a la fábrica Traviesas y Prefabricados de Aragón (Typsa) en Zaragoza, y tienen cubierta la mayor parte del segundo parque solar, de otros cincuenta y dos euros. “Vimos que la tokenización era una tendencia en el planeta de las inversiones. En Estados Unidos está medrando, por poner un ejemplo, en el campo inmobiliario”, cuenta Dávila. Se trata esencialmente de digitalizar un activo, de tal modo que el token represente su valor real. “En España eso lo hacía Reental en el campo inmobiliario, les llamamos y charlamos con su consejero delegado”, desarrolla Dávila. Ellos, no obstante, lo aplican a la energía. En el proyecto de Typsa, Crowmie logró en un par de semanas que cuarenta y cuatro inversores de 8 países se embarcasen en la operación, por la que conseguirán, si todo va bien, una rentabilidad estimada del siete,5% anual a lo largo de 5 años. La planta evitará la emisión de1.365 toneladas de CO2, el equivalente a cuatrocientos treinta y dos vehículos diésel circulando todo el año y a las emisiones anuales de mil novecientos treinta y seis hogares españoles.

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Su objetivo es que cualquier persona pueda invertir pequeñas cantidades (desde cien euros) en proyectos que ofrezcan cierta rentabilidad, en un caso así plantas cuya construcción lleva aparejada un contrato en un largo plazo de venta de energía a un enorme consumidor. “El blockchain nos deja salir desde el primer instante al campo internacional sin hacer uso de ninguna otra herramienta”, responden. ¿Pero por qué confiar en 3 empresarios que no llegan a la treintena? “Realizamos un análisis financiero de los proyectos, al que prosigue una due diligence legal que encargamos a Andersen y otra técnica que hace Lantania [constructora que acaba de entrar en su capital y con la que han lanzado el primer proyecto]. Le ofrecemos al inversor un proceso fácil, en un mercado de persona a persona donde intercambias el token por un valor económico y ofrecemos rentabilidades de entre el siete% y el quince%”, desgrana Dávila. Valverde completa que con el blockchain se suprime burocracia y comisionistas. “Permite que alguien en Argentina, por poner un ejemplo, sin precisar trasmitir poderes notariales, invierta en una sociedad que está en España”. Ellos, a su vez, ganan dinero apostando con los clientes: se quedan con un cinco% de los tokens de cada promoción. Sus beneficios proceden de la revalorización de esa inversión. “Nuestra empresa está supervisada por una entidad registrada en la CNMV”, agregan. “Todo lo que hacemos es real, lo que ofrecemos es un producto muy tradicional. Si todo va adecuadamente sabes lo que va a producir ese capital a lo largo de un largo plazo. A la vez, son proyectos pequeños donde los fondos de inversión no entran”. El peligro que acepta el inversor, especifican, puede aparecer si, por poner un ejemplo, el usuario no aceptase su compromiso de adquiere de la energía. En ese caso tienen ciertas resguardas para poder vender la producción renovable al mercado.

Tras ingresar ciento cincuenta euros, deben correr mucho si desean ser rentables en dos mil veinticinco, como desean. Por ahora se asisten “quemando” los trescientos euros que han logrado en múltiples rondas de financiación, y si bien les queda caja para un año, ya preparan la próxima ronda en el mes de septiembre.

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