Emprender está de tendencia y la movilidad laboral producto de la pandemia impulsó a muchos a dejar el traje ejecutivo y probarse el de entrepreneur.

El planeta emprendedor global vive un instante de expansión. Muchas personas lo ven como un reto a conquistar, quizá como algo pendiente en su vida que desean probar.

A su vez, la movilidad laboral a nivel corporativo lleva tácita la necesidad de hallar una nueva actividad que genere un ingreso para millones de personas. Es como, con los bonos o indemnizaciones que pudieran percibir, cientos y cientos de ejecutivos del planeta corporativo deciden pasar a ser entrepreneurs.

¿Por qué a ciertos se les da bien esta transformación, al paso que la enorme mayoría  no se amoldan y fracasan clamorosamente?

Todo debe ver con el modo de vida que desees sostener, tu propósito interno y el proyecto que lleves adelante.

Si tu modo de vida puede flexibilizarse de tal modo que, de tener un ingreso fijo, pasas al mes siguiente a depender solamente de lo que produces, vas a tener chances.

Si tu propósito -eso que de veras eres- ya no precisa de títulos puestos en una tarjeta de visita, cargos escritos en inglés, un plan de carrera y beneficios de diferente tipo, podrías aceptar este paso.

Y si el proyecto que deseas desarrollar te genera una pasión interna imparable -tal vez por haber estado contenida por años buscando expresarse-, quizá sea el instante de trabajar por tu cuenta.

Ser emprendedor es difícil: aparte del capital inicial, la tenacidad, persistencia y fortaleza para encarar los inconvenientes que solo podrías asistir a solucionar, se precisa una enorme evaluación interna sobre si estás realmente preparado.

El ser emprendedor implica aprender aspectos que en el campo corporativo los tenías resueltos. Serás el jefe, mas asimismo el que limpia la oficina, el primero en llegar y el último en irse; el que toma y despide colaboradores; el que firma pactos legales y talones, muy frecuentemente con el único aval de tu nombre y apellido.

Además, vives en una inseguridad permanente hasta el momento en que, afirmemos a los 5 años en promedio, visualizarás si tu negocio puede marchar. El noventa% de los emprendimientos fracasa ya antes de ese tiempo. Es la verdad.

En términos generales, hay un modo de vida que provee el planeta corporativo. El primero, la fantasía de la seguridad: llega fin de mes y cobras tu salario, aparte de otros beneficios que las compañías se esmeran por prosperar poco a poco. Puedes “hacer carrera”: de manera inconsciente, para muchos esto representa cierto sentido de estabilidad, si bien la realidad señala que son poquísimos los que, hoy en día, escalan situaciones en años en una corporación: se tiende a una rotación permanente, aun en los altos niveles de conducción.

Otra creencia extendida es que, si he sido buenísimo trabajando para otros, asimismo lo puedo hacer para mí. Esto acarrea un fallo, ya que cambian los contextos y marcos de contención.

Basado en los cientos y cientos de casos de ejecutivos con los que trabajo en múltiples países, comparto estos 5 motivos por los cuales existen algunos que fracasan al apreciar empezar su negocio propio:

  1. Trabajas sin red. El emprendedor se vale por sí solo. Toda la red de contención administrativa, financiera, jurídica, tecnológica y organizacional de una empresa ahora depende de ti. Esto implica conocer de todos esos aspectos, y aceptar la total responsabilidad de tus actos como emprendedor: no hay alguien más arriba que decida por ti.
  2. Cada resultado implica una energía excepcional. Sobre todo al principio la carga de tiempo, dedicación y foco que vas a deber poner a tu emprendimiento va a ser completamente diferente a la que tenías cumpliendo labores en una compañía como empleado en cualquier sitio de un organigrama. En terminante, a fin de mes siempre y en todo momento cobrarías tu salario. Al emprender, eres el dueño, el empleado y cumples todos y cada uno de los papeles a la vez.
  3. Trabajas 24/7 por muchos años seguidos. Este aspecto es vital para comprender si tienes espíritu de emprendedor, ya que dedicarás todo el día, todos y cada uno de los días -aun festivos y domingos- a trabajar por tu proyecto. Ya no vas a tener días libres; si te enfermas, pierdes por el hecho de que no produces ingresos -por lo menos al principio, hasta el momento en que la rueda comience a virar-. Si deseas tomarte licencia, debes articular muchos aspectos que, siendo ejecutivo, podías solucionar más simple. Para la mayor parte esto acostumbra a ser exageradamente agotador.
  4. Pierdes todo género de beneficios. Tarjeta de crédito corporativa, viajes en Business o superior, que llames a algún sitio y te atiendan por el hecho de que eres ejecutivo de tal empresa, que te inviten a acontecimientos exclusivos y hasta te manden un obsequio a fin de año. Todo eso se acaba cuando dejas de ser un ejecutivo para ser un emprendedor. La gran mayoría de los bancos te afirmarán que no financiará tus sueños (por el hecho de que no eres suficientemente solvente de momento). Habrá distribuidores bien intencionados, y otros que desearán aprovecharse de ti. Posiblemente aquellos que respondían velozmente cuando eras ejecutivo, ahora se negarán a tomar un café contigo a fin de que le cuentes tu proyecto. Si deseas recobrar estos beneficios, los deberás producir tú: absolutamente nadie lo va a hacer por ti.Así son los primeros años del ser emprendedor.
  5. Fracasarás considerablemente más veces. En el planeta corporativo los fallos se diluyen y reparten entre múltiples personas salvo en casos muy concretos. Al ser emprendedor, el descalabro está al acecho de forma permanente. Si eres de los que te frustras o defraudas rapidísimo, o, deseas gustar a el resto todo el tiempo, piénsalo bien.

No todas y cada una son malas noticias para los ejecutivos que desean emprender. Hay pasos intermedios que pueden asistirte para consolidar tu espíritu libre, y que quizá desees probar desde el día de hoy mismo, como base para tu porvenir negocio propio:

  1. Conviértete en intrapreneur. Empieza a emprender en la organización en la que eres ejecutivo. Crea un proyecto singular que, de alguna manera, se relacione con lo que es tu sueño independiente. Aprende, corrige y lleva adelante el proceso con mucha consciencia. Así vas a aprender a autogestionar tus emociones y sacar conclusiones de fortalezas y debilidades. De paso, cuando abras tu emprendimiento, busca muchos intrapreneurs alineados con tu negocio: gente con iniciativa propia y energía semejante a la tuya.
  2. Capacítate tanto como puedas. Si algo tiene el planeta corporativo es que abre ocasiones de aprender en disciplinas muy distintas. Piensa que si tuvieras que abonar cada curso, seminario o entrenamiento que recibes, sería costoso. En cambio, capitaliza este adiestramiento mientras que estás en la compañía.
  3. Establece redes de contactos sólidas. Si eres hábil produciendo vínculos va a ser estratégico que te conectes con las personas de otra forma: vas a pasar del modo transaccional del instante cuando representas a la empresa, a un modo colaborativo -que va a ser el que te servirá de base al emprender-.
  4. Asóciate como minoría en un emprendimiento. Este recurso es una idea que puedes incorporar para comenzar a sentirte emprendedor. Participarás de asambleas, vas a poder aportar ideas y vivir el espíritu hacedor de una forma muy diferente a lo que ocurre en el planeta corporativo.
  5. Invierte parte de tu sueldo para fundar más adelante tu negocio. Es esencial que consigas un fondo de financiamiento de tu emprendimiento. Empieza por ti: ¿quién más confiaría en el proyecto? Destina un porcentaje de tus finanzas personales a esta empresa que efectuarás más adelante. Luego van a llegar las rondas de financiamiento y cualquier otra forma de hacer desplazar la rueda cara adelante. Si no procedes del planeta financiero, esto te servirá para aprender aspectos esenciales que repercutirán de forma directa en el éxito de tu emprendimiento.