Una historia famosa. La pyme familiar que medra, encara crisis y se levanta con el apoyo de una nueva generación.

Norberto Schätz es, como su padre y su tío, orfebre. Fabrica herrajes y griferías para el ámbito de clase media alta y alta de todo el país y el exterior. Su hijo Franco hoy le da herramientas para competir en un mercado complejo y en crisis.

Corría el año cincuenta y cinco, cuando el tío de Norberto, José, empieza a vender herrajes en un pequeño departamento de la Avenida del Tejar (que hoy es Balbín). Era ocho años mayor que su hermano Rodolfo mas este prontísimo, en plena adolescencia, en una temporada en que los chicos comenzaban a trabajar temprano, lo empezó a acompañar en la cruzada.

En el fondo de la casa de la madre de los dos, -ya por la década del ‘60- comenzaron la fabricación propia con un pequeño torno, y ciertas máquinas más. Años después tenían su fundición en el terreno que pudieron adquirir al lado. Y así fueron medrando.

Fabricaban manillas, manijones y pomos para puertas, griferías y más. Norberto halló la factoría de esta manera, pujante, potente, y en el año ‘82, asimismo muy joven como habían comenzado sus antepasados, entró en la compañía.

La historia podría ser una historia más de las muchas de un país que fue benevolente con quien trabajaba duro y ponía mucho esmero. Lo que la diferencia de otras Pymes del país es que prosigue en pie y mira al exterior con productos no solo artesanales, sino más bien además de esto exclusivos.

Hoy, Schätz Artesanos produce artículos que no existen en otro sitio del país ni de la zona. Trabajan para obras esenciales como la conocida iglesia de los mormones emplazada en el centro de La Matanza, distritos enteros de la zona norte de la Ciudad, cascos de estancia del Gran Buenos Aires, edificios de Puerto Madero y la mayor parte de los hoteles boutique que reciben a los turistas europeos que llegan a Buenos Aires. También para Chile, Perú, Brasil y México, por poner un ejemplo.

“Hacemos todo a medida, los arquitectos, los interioristas, los diseñadores, se meten en nuestro catálogo y ven algo que les gusta, ven una idea, pero luego los asesoramos y nos piden exactamente que quieren. Nosotros siempre les decimos que sí, que nos envíen el diseño que quieran y les diremos si es posible o no, pero no vamos a vender algo estandarizado, industrializado”, explica Norberto.

Y añade que al final del día siempre y en toda circunstancia es alguien que piensa en un sitio propio, de pertenencia, que desea morar o visitar. “Siempre hay un cliente particular que quiere algo para su propia casa, mismo un arquitecto o un interiorista, así como también una empresa constructora, haciendo el proyecto de su próxima vivienda. O el templo al que irá a rezar. O el hotel en el que se hospedará en su nuevo y esperado viaje. Y entonces es ahí donde nosotros intentamos entrar viendo qué puede hacerse y cómo, pensando en lo que esa persona vivirá al final de la obra entendiendo a los herrajes como la presentación, imagen y saludo con el que recibirá a sus invitados”.

Los artesanos y orfebres de Schätz son quienes dan vida a cada una de sus piezas: emplean diferentes técnicas de fundición (forjado en caliente, microfusión y shell molding, entre otras muchas), esculpido, pulimentado y acabado manual, combinando así el uso de tecnología especializada con el seguimiento e intervención profesionales.

La metodología de trabajo es tradicional: los artesanos bocetan las piezas a mano alzada y los orfebres las fabrican a la medida conforme el pedido de los clientes del servicio. El tiempo dedicado a la confección de cada pieza es una parte del secreto de su perfección: son trabajadas como pequeñas obras de arte.

Schätz trabaja con bronce noventa% argentino y otros que son importados. Hoy llega desde la mano de Norberto y de los otros 8 orfebres que trabajan en la factoría “a todas las provincias del interior del país, a muchísima gente del campo, del Gran Buenos Aires, que arma sus cascos y quiere un estilo francés o moderno que solo nosotros tenemos en la región y a varios países de Sudamérica”, explica el dueño y heredero de la compañía y aclara que están concluyendo una obra muy grande en Chile ahora y que hicieron otra gigante para Puebla, México.

Hay muchas piezas de estilo francés mas asimismo modernas. Y hay ya considerablemente más diseño por computadoras que cuando comenzaron, como es natural. “El desarrollo de modelos a través de programas de diseño tridimensional por computadora abre un abanico de posibilidades no solo de máquinas que funcionan por control numérico computarizado para materializarlo, sino también de complejidad de formas y pruebas de prototipos que se pueden hacer antes de comenzar la producción”, explica Norberto que debió aggiornarse con las nuevas metodologías.

Norberto Schätz vio a mitad de los ‘80 y principios de los ‘90, de qué forma la factoría de su padre y su tío tenía cien empleados. Y asimismo vivió la historia del país y sus crisis en carne propia. Se definió, procuró un mercado ABC1, se especializó, produjo piezas exclusivas y únicas. Marcó diferencia con la competencia.

Pero asimismo se apoyó en su tercera generación. Franco Schätz es hijo único. Y no es orfebre. Hizo su historia mas jamás se despegó de su padre y el recuerdo de su abuelo. “Me gustaría hoy hacer la foto de los tres”, afirma Norberto, mas su padre no está bien de salud. Y es Franco el que le da un nuevo aire a la compañía. Es el orgullo de su padre, y quien aporta con su iniciativa, su visión renovadora y comprensión más global del negocio. Así es como dieron el paso en las redes sociales, lograron un local de gran valor estético, bien situado y se abren las puertas a nuevos retos. Asimismo, se han incorporado nuevas tecnologías para el desarrollo digital de piezas y modelos, tanto nuevos para modificación de muestras preexistentes.

Schätz está apostando a un nuevo mercado de la mano de Franco. “Llegar a más estudios de arquitectura y decoración, porque está muy bueno tener obras puntuales como una iglesia, pero la empresa no crece solo por dos o tres obras grandes al año por muy esculturales que sean, sino por muchas medianas o pequeñas. Por eso abrimos este local en pleno Barrio Norte. Para que los interioristas pasen y vean los productos. Para que la gente mire la vidriera y le pida a su arquitecto sí o sí esto, tanto sea de estilo francés como moderno”, explica la tercera generación de la familia, que no tiene treinta años aún.

En Schätz se pueden hallar productos de hasta un millón de pesos. Herrajes, manillas para puertas, pomos, el equipamiento completo de la grifería de un baño y una cocina. Por eso asimismo el mercado argentino es muchacho para una compañía así, el mercado local ABC 1 tristemente queda muchacho, y una parte del trabajo de Franco asimismo está en llegar a Estados Unidos.

“Hay una parte de la familia Schätz que en este momento está viviendo en Estados Unidos y ya estamos potenciando la venta allí, teniendo una base desde la que trabajar y alcance internacional”, explica Franco.

Al final del día, recuerda Norberto Schätz que su propósito es continuar un legado. El de José y Rodolfo Schätz, orfebres.

Juan Pablo Cortez

Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.