El desarrollo sostenible de una nación no solo se basa en sus recursos naturales, sino en el capital humano y social que posee. En la actualidad, la economía requiere de trabajadores altamente capacitados, lo que hace que la educación y la igualdad de oportunidades sean fundamentales para el progreso de la sociedad.

La educación juega un papel crucial en este escenario. Según la Prueba PISA, Argentina se encuentra rezagada en comparación con países asiáticos en términos de conocimiento de los estudiantes. La falta de horas de clase en Argentina, según la OCDE, contribuye a problemáticas como la pobreza, la deserción escolar y la delincuencia juvenil.

Es imperativo que se promueva una educación de calidad y equitativa, ya que el conocimiento de las personas impulsa el crecimiento económico. Sin embargo, esto requiere de un compromiso político sólido respaldado por la sociedad en su conjunto.

En el ámbito laboral, la situación actual refleja una paradoja: hay trabajo por hacer, pero escasez de empleo. La automatización y la reingeniería han impactado en la pérdida de empleos, lo cual ha transformado el mercado laboral. Las empresas recurren a la tercerización y precarización del empleo, rompiendo los lazos de fidelidad entre empleadores y empleados.

Para abordar estas problemáticas, es necesario fomentar la cooperación y el capital social en las comunidades. Las monedas complementarias, como el sistema WIR en Suiza, ofrecen una alternativa innovadora para promover la colaboración y el intercambio de bienes y servicios.

El desarrollo sustentable busca equilibrar el crecimiento económico con la protección del medio ambiente y la equidad social. Iniciativas como la «Cumbre de la Tierra» de 1992 han puesto de manifiesto la importancia de abordar temas como el cambio climático y la biodiversidad.

En el ámbito tecnológico, se destaca la importancia de acercar el Estado a los ciudadanos, descentralizando funciones y mejorando la accesibilidad. Las relaciones interpersonales saludables son clave para una sociedad próspera, mientras que las relaciones tóxicas deben ser identificadas y evitadas.

En resumen, para construir un futuro sostenible es fundamental consolidar el capital humano y social a través de la educación, la cooperación y el desarrollo sustentable. Solo de esta manera podremos afrontar los desafíos actuales y crear una sociedad más equitativa y resiliente, preparada para los cambios que impone la globalización y la automatización.