Un buen inconveniente, una vez resuelto, abre nuevas opciones y esperanzas, favoreciendo a todas y cada una de las partes implicadas. Al invertir los presuntos, retar nuestras trampas mentales y promover la inventiva, podemos hallar soluciones renovadoras y progresar nuestras habilidades de resolución de problemas

Un inconveniente se define como un obstáculo que impide el desarrollo normal de las cosas y requiere hallar una solución.

Un ejemplo de enfoque renovador frente a un inconveniente se halla en la historia de Alejandro Magno, quien debía deshacer un complejo nudo creado por el viejo rey de Frigia. En sitio de enfrentar el inconveniente de manera directa y desatar el nudo con las manos, Alejandro Magno optó por un enfoque lateral y lo cortó de un solo golpe. Este ejemplo ilustra de qué forma el pensamiento lateral puede conjuntar recursos de forma creativa para solucionar inconvenientes bastante difíciles con datos variables e indeterminados.

La heurística, por su lado, es la capacidad de crear, descubrir, inventar o solucionar inconvenientes usando el pensamiento discordante. Anteriormente se ignoraba la relación entre la emoción y la razón, mas Pascal afirmó que el corazón tiene razones que la razón no entiende. En la década de mil novecientos noventa a dos mil, se avanzó en el estudio del cerebro, merced al uso de las neuroimágenes.

El hemisferio izquierdo trabaja con palabras y produce conceptos, siendo racional y estratégico en su enfoque pasito a pasito. El hemisferio derecho procesa imágenes y produce ideas, siendo más sensible y guiándose por sus preferencias. También es intuitivo y las ideas le llegan súbitamente. Para progresar en la resolución de inconvenientes, es preciso acompasar los dos hemisferios.

Es preciso admitir el inconveniente y entender su complejidad, la que ha de estar acorde con el conocimiento de quien debe resolverlo. Además, el inconveniente debe resultar atrayente para despertar el deseo. Por último, la solución ha de ser viable tanto técnicamente como desde una perspectiva humana.

Sherlock Holmes le afirmó a su asistente Watson: «Escucha la voz del inconveniente, demanda su solución». Los inconvenientes no se suprimen, se resuelven. De lo opuesto, la compulsión a la reiteración los hace regresar con mayor intensidad.

La inteligencia es la capacidad de solucionar problemas:

Comprender la situación, inventar la solución y obrar en consecuencia. El pensamiento cognitivo nos ayuda a entender dónde estamos, qué factores encaramos y de qué forma son las cosas, mas no procura encontrar la solución, sino más bien hallar la causa. El pensamiento discordante deja inventar soluciones y explorar posibilidades.

El trabajo en equipo

Mejora la calidad de las soluciones, ya que en esta temporada de especialistas absolutamente nadie es dueño de la verdad. Se requieren habilidades como la diversidad de opinión, la independencia, la descentralización y la capacidad de transformar juicios privados en resoluciones colectivas.

El camino cara la solución

Implica el uso del pensamiento coincidente, consistente en seleccionar la opción alternativa que mejor se ajuste al inconveniente y la solución. Esta es la parte final del proceso, mas ya antes de producir opciones, es preciso entender meridianamente el inconveniente. La calma inicial es la fase de análisis, seguida de la turbulencia y que caracteriza a la etapa de generación de ideas. Finalmente, la solución puede surgir de forma mágica, como una burbuja.

Por ahora, la cognición, el pensamiento discordante y el pensamiento coincidente son unas partes del inconveniente y no de la solución. Debemos pasar de la isla del inconveniente a la isla de la solución, y nuestras ideas deben cruzar el río con un plan. Es esencial la claridad del objetivo, monitorear si nuestras acciones se alinean y ser flexibles para mudar si no conseguimos los resultados. El replanteo implica advertir si la falla radica en la meta, en el plan o en la acción.

El cerebro humano tiene dos modelos mentales:

El sistema 1 opera velozmente y de forma automática, con poco esmero y basado en la memoria, y el sistema dos, que se encarga de las labores complejas.

El sistema 1 busca la opción menos exigente basada en la ley del menor esmero. El sistema dos entra en acción cuando el sistema 1 no da contestaciones convenientes. Las fallas en el pensamiento se deben a resoluciones apuradas, fallos usuales, creencias sesgadas, juicios subjetivos y contestaciones intuitivas.

Un ejemplo que ilustra la manera en que nuestros pensamientos intuitivos pueden ser ilusorios es el acertijo del bate y la pelota que cuestan U dólares americanosS ciento diez. Si la intuición nos lleva a contestar que la pelota cuesta diez centavos, estamos cometiendo un fallo, ya que la contestación adecuada es cinco centavos.

El sistema dos nos invita a proponer una ecuación y a meditar de forma más lenta y pormenorizada. Este ejemplo prueba de qué forma la intuición, regida por el determinismo mental, puede ser incorrecta pese a su aparente poder.

El sistema dos aplaza las sugerencias del sistema 1 y se activa cuando invertimos esmero cognitivo para solucionar inconvenientes complejos.

El efecto Halo

Nos lleva a atribuir peculiaridades exageradamente positivas o negativas basadas en pistas parciales o atractivas, lo que explica por qué tenemos una admiración irracional cara las estrellas de cine o por qué consideramos a Steve Jobs como una suerte de beato laico.

La ilusión de validez

Afecta a los especialistas en ambientes bastante difíciles de pronosticar, produciendo una confianza excesiva en predicciones injustificadas. El sistema 1 está desarrollado para pensar y no para dudar, lo que nos lleva a conclusiones precipitadas. Esto explica el surgimiento del fanatismo, las grandes estafas y la seguridad dogmática. Por lo tanto, el escepticismo del sistema dos prosigue siendo impopular, pese a que la racionalidad implica la capacidad de cuestionar la parte más vaga del pensamiento y de reconocer y supervisar los cortes cognitivos naturales. Ser «racional» implica examinar nuestros prejuicios y admitir que cometer fallos es algo natural.

El pensamiento requiere una advertencia de un inconveniente concreto

Por lo que solicitarle a alguien que «piense» sin un inconveniente definido es imposible. Como afirmó Einstein, no se puede solucionar un inconveniente con exactamente el mismo enfoque que se usó para crearlo. Un ejemplo de ello es la historia de un hombre que se jubiló y procuró inventar un producto que los hombres tuviesen que adquirirle a lo largo de su vida. Observó que bastantes personas se cortaban la cara mientras que se afeitaban, por lo que diseñó una maquinilla para el afeitado con cuchilla y soporte, creando así la conocida hoja de rasurar Gillette. La empresa Procter and Gamble adquirió su empresa por sesenta millones de dólares americanos.

Un hombre muy pobre le suplicó a Dios ayuda, y Dios le dio una gallina que ponía huevos de oro. Su vida cambió, hasta edificó un palacio. Sin embargo, la ansía se apoderó de él y pensó que la clave de la riqueza estaba en la gallina, así que la mató en busca del tesoro. Pero dentro de ella solo había un aparato reproductor. Se condenó a la pobreza y al apetito al destruir la fuente de riqueza. La paradoja es que con frecuencia matamos nuestra capacidad de crear, nuestra «gallina de los huevos de oro».

Existen trampas mentales que afectan nuestro pensamiento sin que nos demos cuenta. Somos malos para calcular probabilidades y nuestro cerebro busca patrones y conspiraciones inexistentes, atribuyéndoles un significado divino. Tendemos a aseverar coincidencias que no existen. Un ejemplo de esto es la relevancia que se le atribuye a la oración y la oración por la salud, creyendo en una relación causal entre resultados que son de naturaleza azarosa.

La trampa originaria se encuentra en la carencia de armonía en el sistema inquieto, el leño cerebral que controla los instintos y no aprende de la experiencia, la capa sensible de los mamíferos y el cerebro racional en la corteza.

La trampa cultural se debe a la fragmentación intelectual entre el hemisferio izquierdo y el derecho.

La trampa biológica se produce al apreciar preservar energía y buscar lo nuevo, lo que produce un enfrentamiento entre la entropía y la inventiva.

La trampa educativa se relaciona con el costo de la inventiva, que requiere esmero, va contra la corriente y precisa aprendizaje.

La trampa de la memoria se debe a que nos enseñan a no meditar o a estimar que meditar es sencillamente contestar. Para superar estas trampas y promover la inventiva, es preciso aplicar técnicas como el ideal blending, consistente en entremezclar conceptos y desmelenar el pensamiento para dar forma a ideas nuevas. Todo puede conjuntarse con todo y se pueden producir ideas nuevas al conjuntar conceptos.

Además, es esencial evitar la parálisis por exceso de análisis y tomar resoluciones basadas en métodos. La percepción nos puede mentir, como en el caso de pensar que es el sol el que se mueve y no la tierra. Es esencial aprender a proponer el inconveniente conveniente y separar resoluciones y resultados.

También es preciso contar con una brújula interior para conocerse a uno mismo, ya que las resoluciones inteligentes requieren autoconocimiento. La educación juega un papel esencial en el desarrollo de la capacidad de meditar por nosotros mismos, sin estar dominados por ideologías, y en la integración del pensamiento, la razón y la acción. La palabra inconveniente tiene una connotación sicológica negativa, absolutamente nadie desea inconvenientes, mas el inconveniente es el motor durante la historia del pensamiento inteligente.

En conclusión, un buen inconveniente, una vez resuelto, abre nuevas opciones y esperanzas, favoreciendo a todas y cada una de las partes implicadas. Al invertir los presuntos, retar nuestras trampas mentales y promover la inventiva, podemos hallar soluciones renovadoras y progresar nuestras habilidades de resolución de inconvenientes. Es esencial sostener el enfoque en la solución mientras que encaramos obstáculos, tal y como lo expresó Antoine de Saint-Exupéry: «Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajante se deja absorber demasiado por los inconvenientes de la escalada, se expone a olvidar cuál es la estrella que lo guía».

Juan Pablo Cortez

Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.