El problema de la inducción es cómo justificar tales inferencias.  Los que se oponen creen que la verdad no puede demostrarse de ese modo, una hipótesis debe contrastarse empíricamente después de que fue formulada.

Para que A sea la causa del efecto B cuando sucede A  aparece B,  ambos están próximos en el espacio. Tras muchas reiteraciones automatizamos el pensamiento. Para Hume se trata de una costumbre, la inducción no es infalible. Russell lo apoya con el cuento del pavo inductivo que cenó a las 21 durante años y razonó que siempre lo haría, pero una Navidad le cortaron el cuello y lo cenaron a él. La condición necesaria es la clave. Sin embargo la regularidad crea la ilusión de la causa. El método científico combina la  inducción y la deducción para comprobar las hipótesis.

Para eso deduce conclusiones hasta encontrar un enunciado que pueda contrastarse con la observación o experimentos.  Si lo observado concuerda con las conclusiones no se encuentra motivo para desecharla, por lo cual se la acepta provisoriamente. Un enunciado es científico si es refutable.

Hay tres formas erróneas de aceptar un enunciado: 1) Aceptarlo sin justificación (dogmatismo) 2) Deducirlo de otros enunciados (Regresión infinita) 3) Justificarlo por la experiencia perceptiva (Psicologismo). Esto se debe a que la aceptación puede estar unida a sentimientos, creencias o convicciones. Una teoría debe someterse al contraste de algún enunciado básico derivado de la misma.

Un método es un camino, por lo tanto, para atravesarlo con éxito es necesario contar con virtudes personales para sortear los obstáculos.

La vieja teoría de la verdad la afirma como correspondencia entre enunciados y hechos. Pero no es posible saber algo con certeza, sólo existe la aproximación a la verdad. Hay una realidad objetiva y la verdad busca aproximarse a ella. Un enunciado es verdadero hasta que algo lo desacredite como tal. Una falsa verdad es afirmar que “la excepción confirma la regla”. Es justamente lo contrario, la destruye. Las verdades son siempre provisorias. Por eso el científico no da nada por sentado.

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Muchos que creen usar la razón suelen producir falsedades, las convierten en creencias y luego las defienden a capa y espada. Otros llegan a negar la realidad y no tienen contra que contrastar sus afirmaciones porque eliminan el elemento de comparación. Combinar verdades subjetivas y creencias fundamentalistas va en desmedro de la objetividad. Aristóteles dijo que la realidad es la única verdad.

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La verdad demanda un sistema informativo que muestre lo que pasa en el encuentro con la realidad. Un análisis puede mostrar hiperglucemia; el electrocardiograma, fibrilación auricular, y el chequeo clínico, hipertensión arterial, pero son alertas irrelevantes si se ignoran, se desconoce su significado, o se interpreta que todos tienen síntomas parecidos. Sin entenderlas no existen diagnóstico ni remedio.

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Hay errores garrafales que permanecen ocultos. Como que es denigratorio medir la pobreza, que es discriminatorio comparar el rendimiento, que el delincuente es una víctima de la sociedad o que la inflación es una sensación. La sociedad es anestesiada, a fuerza de relato, para que no vea signos de anomia, corrupción, exclusión, transgresión y marginalidad. Es necesario despertar, mañana puede ser tarde.

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Implica cambiar la actitud. Es terapéutico comparar una verdad con otras para terminar con la actitud negadora o exculpatoria y someter su verosimilitud a experiencias exitosas ¿Que ha permitido el desarrollo de otras naciones, empresas o personas? ¿Cuáles son los factores que actúan como catalizadores del proceso? Aproximarse a la verdad exige elegir modelos que funcionan.

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Se probó de todo pero se repiten los ciclos de ilusión y desencanto. Suele suceder que al anteponer los intereses a la verdad no se pueden ver las causas de los problemas. O también que por vivir aferrado a un potencial pasado o nostálgico de riquezas que ya no son, se impida al presente reconciliarse con el futuro. La mentira tergiversa el pasado y aferra al presente. La verdad asume el presente y tiende puentes con el futuro. Al rescatar virtudes como esfuerzo, decencia, mérito, solidaridad y confianza, se puede armar un proyecto que las incluya. Al evitar el sistemático error de creer que otros tienen la culpa, la responsabilidad se asume compartida. El lugar de espectador quita la responsabilidad de evaluar el pasado y proveer al presente, aunando esfuerzos para generar armonía y crecimiento. En las puertas de un nuevo comienzo, si los actores del presente tienen buena memoria, la historia operará como la maestra y la fractura con la verdad comenzará a cerrarse.

La teoría debe articularse con la práctica. La ignorancia o el desprecio por las leyes naturales, la acción sin retroalimentación, generan catástrofes. La ignorancia o la falta de acción efectiva producen un infierno lleno de buenas intenciones. Para Keynes los modelos deben adaptarse a la realidad y no la realidad al modelo. La buena teoría resulta de experimentar y observar.

Para generar hipótesis las ideas pueden ayudar a la observación. Para el científico  el conocimiento es su instrumento o su martillo, el vicio es ver siempre un clavo. Hay diferentes contextos: el de descubrimiento, el de justificación y el de aplicación.

En un accidente el médico ve los daños físicos, el psicólogo los mentales, el mecánico los materiales, el abogado el juicio, el policía al culpable, y así podríamos seguir. Para evitar la visión sesgada, la ciencia trabaja en equipo. Una cosa es el azar y otra la buena suerte. La manzana que cayó en la cabeza de Newton mostró cómo de un accidente surge una teoría. El poder inteligente combina las destrezas. Einstein dijo que nunca descubrió algo con su hemisferio racional. Para crear usaba el hemisferio derecho y pensaba en  imágenes. Luego la lógica retomaba el control.

La realidad puede verse desde la teoría dominante (ciencia normal) o generando nuevas hipótesis (ciencia revolucionaria). En el siglo XVII un sabio podía abarcar todo el saber de su época. Hoy es imposible, el conocimiento crece en forma exponencial.

En épocas de teorías aceptadas los científicos barren la basura debajo de la alfombra, sus anteojos les impiden observar. Paradigmas son las teorías que no se cuestionan porque las comparten los que detentan el saber. La educación cultiva la disciplina y no la curiosidad, el error se penaliza.

Muchos descubrimientos surgieron al buscar otra cosa y por azar, como la penicilina de Fleming, descubierta por accidente en un cultivo de laboratorio. Serendipidad es el descubrimiento inesperado, fruto del accidente y la sagacidad. Una idea toma trascendencia cuando le llega su oportunidad. Para Freud la herejía de una época es la ortodoxia de la otra. Uno es loco hasta que tiene éxito; entonces lo llaman genio.

Los episodios de ciencia inesperada conectan la ciencia con el arte y demuestran que si bien la ciencia supera los límites humanos con principios universales, el conocimiento lo crean los cerebros, inmersos en una sociedad y en una cultura. Cerebros que no son bien entrenados.

Es el proceso de crear hipótesis que expliquen hechos sorprendentes.  La idea surgida de una intuición no se demuestra con la deducción ni generalizando casos particulares (inducción). No se sabe si es válida y es lo que hay que averiguar, formulando una hipótesis intuitiva, para aclarar lo que todavía no se puede explicar. La intuición procede del conocimiento previo.

El método científico parte de la hipótesis, que obtiene por abducción, la deducción deriva sus consecuencias y la inducción las pone a prueba. En la vida práctica creamos ideas para resolver los problemas e innovamos cuestionando la rutina.  Todo este se potencia con los métodos que constituyen, sin duda, la mayor riqueza del hombre. La intuición como la ciencia también tiene su método. Sin embargo el método científico avanza con educación, como afirmó Pasteur: “el azar sólo favorece a las mentes preparadas”.

Juan Pablo Cortez

Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.