El banco Wells Fargo ha llegado a un pacto abonar mil millones de dólares americanos (algo más de novecientos millones de euros) a los accionistas en su intento de solucionar una demanda colectiva relacionada con el escándalo de las cuentas no autorizadas de la entidad en dos mil dieciseis, conforme adelantó este lunes el Wall Street Journal y confirmaron otros medios estadounidenses.

La cantidad de la indemnización ha sido sugerida por un intercesor, conforme los documentos aportados. Hasta un diecinueve% puede ir a parar a los abogados de los demandantes. El pacto preliminar precisa de la aprobación judicial y ha sido presentado a última hora del lunes frente a un tribunal federal en Manhattan (Nueva York).

La demanda acusaba a la entidad de mentir a los accionistas sobre sus progresos en la restauración de una serie de escándalos con relación a el trato a los clientes del servicio. Las multas a la entidad se han ido sucediendo y afectando a los resultados y la valoración del banco en Bolsa. Los accionistas acusaron a Wells Fargo de exagerar lo bien que estaba cumpliendo las demandas impuestas por los reguladores. Señalan que el valor de mercado del banco se hundió conforme se conocían las deficiencias.

“Aunque no estamos de acuerdo con las acusaciones en este caso, nos complace haber resuelto este asunto”, ha dicho un portavoz de Wells Fargo al Wall Street Journal.

En dos mil veinte, Wells Fargo acordó abonar tres mil millones de dólares americanos para resolver las investigaciones estadounidenses sobre más de una década de abusos extendidos contra sus clientes del servicio. Los estudiosos descubrieron que los objetivos de ventas exageradamente beligerantes de Wells Fargo llevaron a miles y miles de empleados a abrir millones de cuentas falsas para clientes del servicio y a ponerles a otros productos financieros entre dos mil dos y dos mil dieciseis, frecuentemente creando registros falsos o apropiándose inadecuadamente de sus identidades, afirmó entonces el Departamento de Justicia.

Los escándalos en las operaciones de consumo de Wells Fargo reventaron en dos mil dieciseis con la revelación de que los empleados podrían haber abierto millones de cuentas falsas para cumplir los objetivos de ventas. Los gastos de la compañía se dispararon conforme brotaban nuevos detalles y que salían a la luz nuevas irregularidades en líneas de negocio como las hipotecas y los préstamos para vehículos.

La sucesión de escándalos llevó a la Reserva Federal a limitar el desarrollo de sus activos hasta el momento en que pudiese probar que resguarda a sus clientes del servicio en frente de los abusos.

El banco admitió en el mes de diciembre pasado abonar tres mil setecientos millones de dólares americanos para resolver demandas por irregularidades en la administración de hipotecas, préstamos para la adquisición de vehículos y cobro exagerado de comisiones.

El nuevo consejero encargado de la entidad, Charlie Scharf, ha reconocido que superar esa crisis lleva más tiempo de lo que pensaba cuando aceptó el cargo: “Cuando llegué, no teníamos la cultura, los procesos eficaces ni la supervisión de gestión adecuada para corregir las deficiencias a tiempo”, apuntó últimamente en una carta a los accionistas en el informe anual. “Hoy abordamos estas cuestiones de forma diferente. Este equipo directivo (el equipo en su conjunto, no solo yo) tiene las competencias y la experiencia necesarias, y ahora es responsable de cerrar nuestras órdenes de autorización. Hemos cambiado y aplicado muchas cosas para estar en condiciones de confiar en que podemos lograrlo. Los detalles de nuestros planes de remediación normativa son confidenciales y, aunque no estamos donde tenemos que estar, creo que nuestra posición ha mejorado significativamente y que alcanzaremos nuestros objetivos. Nos comprometemos a poner a disposición todos los recursos necesarios para cumplir nuestras obligaciones”, agregó.