Es una resolución que ha tomado mi cuerpo, no la he tomado yo”. Así anunciaba Rafa Nadal el mes pasado de mayo que se daba un tiempo distanciado de las pistas para recobrarse de la lesión que había sufrido a lo largo del Open de Australia a inicios de dos mil veintitres. Una parada precisa para tomar aire, rehacerse y poder enfrentar el que, presumiblemente, va a ser el último año de su carrera deportiva, en el que pretende despedirse de las pistas y del público que tanto le ha arropado durante su vida profesional. El parón de Nadal en las pistas le va a dejar tiempo para proseguir impulsando su otra faceta, la de empresario e inversor, al frente de múltiples sociedades y conjuntos de inversión mediante los que ha sabido rentabilizar las ganancias logradas desde el instante en que empezó a jugar al tenis. Y que le han reportado considerablemente más beneficios que la raqueta.
El tenista mallorquín tiene tentáculos extendidos en ámbitos que van desde el inmobiliario al ocio, pasando por el turismo, las energías renovables o su famosa academia de capacitación. Los controla mediante diferentes sociedades y empresas en manos, eminentemente, de su padre, Sebastià Nadal, y de su madre, Ana María Parera. A través del holding Aspemir, con el que consiguió unas ganancias de once con cuatro millones de euros en dos mil veintiuno, conforme las últimas cuentas presentadas en el Registro Mercantil, invierte en diez sociedades. La más famosa es Mabel Capital, de la que ostenta el 33,3%, junto a sus otros dos socios, el empresario hotelero ibicenco Abel Matutes Prats y el emprendedor Manuel Campos. Se trata de una sociedad con presencia y activos en cinco países y enfocada, según ellos mismos explican a través de su página web, en invertir y gestionar el capital de sus socios propietarios “de forma diversificada” a través de los activos inmobiliarios, el capital privado y la industria orientada a la atención al cliente.
La división inmobiliaria de la sociedad los ha llevado a impulsar promociones inmobiliarias de lujo en Madrid, Marbella, Portugal y Los Ángeles. Nadal, junto a sus socios, es propietario de un edificio que data de 1889 ubicado en la plaza Villa de París de Madrid, una promoción residencial de superlujo considerada como la más exclusiva de España y en la que, según algunos medios, ha adquirido un piso Marta Ortega, heredera del imperio Inditex.
A través de las otras divisiones de inversión de Mabel Capital, en el mundo de la comunicación, los socios tienen participación en la productora audiovisual Komodo, que se encarga de la organización del festival de música Mad Cool y de la producción de series tan conocidas de la plataforma Netflix como Yo soy Georgina, sobre el día a día de la novia del futbolista Cristiano Ronaldo, o La marquesa, que narra las vivencias de la socialité Tamara Falcó. Precisamente junto a Cristiano Ronaldo, Nadal participa en uno de los negocios más conocidos de esta sociedad de inversión, los restaurantes Tatel, con implantación en nueve ciudades del mundo y próximas aperturas en el horizonte. Sus otros restaurantes de comida italiana bajo la marca Totó tienen previsto salir de España en los próximos meses para dar el salto a otras ciudades europeas.
Unión con los Matutes
La unión de Nadal con la familia Matutes —dueña de la cadena Palladium y de negocios como Ushuaia y Hard Rock Ibiza— lleva años siendo fructífera y le ha permitido abrir sucursales de Tatel en ciudades como México, Doha o Abu Dabi en un proceso de expansión que parece imparable. En una entrevista publicada por Forbes Hispano, Abel Matutes Prats afirmaba que su unión empresarial con deportistas como Nadal había llegado por “avatares de la vida”. “A veces los conoces, vas haciendo cosas, te confían sus ahorros y se van haciendo proyectos”, explicaba.
No es la única relación del deportista con una gran familia de hoteleros baleares. Junto a la familia Escarrer, propietaria de Meliá, ha iniciado una nueva aventura en el sector turístico con la creación de la cadena Zel, que pretende impulsar más de 20 establecimientos orientados al turismo vacacional en cinco años. De momento, el primero en ponerse en marcha será el hotel Zel Mallorca este mes de julio. “Estamos felices de poder colaborar al fin, como socios en este proyecto, con un icono personal y deportivamente como es Rafa”, aseguró Gabriel Escarrer, presidente de la hotelera durante la presentación del proyecto en Madrid el pasado diciembre, donde explicó que el 80% de las aperturas serán hoteles existentes reconvertidos según la marca y los restantes de nueva creación, en zonas tanto vacacionales como urbanas.
Para Javier Estrada, profesor en IESE Business School y socio de Sport Global Consulting Investments, las mejores inversiones para deportistas como Nadal, independientemente de que estén retirados o en activo, son productos financieros “pasivos, transparentes, fáciles de entender, líquidos, diversificados y de bajo coste”. Es menos partidario de inversiones que se suelen recomendar “con mucho entusiasmo” como restaurantes, hoteles o gimnasios, que han llevado a profesionales de renombre a perder mucho capital en este tipo de inversiones. “Las estadísticas sobre la proporción de deportistas que, habiendo ganado muchos millones, están en bancarrota pocos años después de retirarse son aterradoras, y, en muchos casos, tienen que ver con este tipo de inversiones costosas, poco líquidas, y de mucha incertidumbre”, subraya Estrada.
Por el momento, Nadal ha conseguido salvaguardar sus ganancias y rentabilizar sus inversiones. Una de las grandes ramas de sus múltiples negocios fuera de las pistas está en su pueblo natal, Manacor, donde posee la Rafa Nadal Academy con el apoyo de Telefónica. Un enorme recinto en el que mezcla desde el centro deportivo con campus intensivos de tenis para jóvenes y adultos hasta un colegio internacional y una residencia, que llegó con polémica tras aprobarse una enmienda en la ley de vivienda de Baleares que permitió su uso como hotel y en la que es posible reservar una estancia en portales como Booking, de un mínimo de 3 noches, por algo menos de 200 euros por día.
El patrimonio de Nadal —la ATP calculó a principios de año que solo en premios había ganado más de 134 millones de euros en su carrera— suma también inversiones en el sector de las energías renovables, acuerdos millonarios para publicitar marcas que van desde la banca (Santander) hasta los automóviles (Kia), y una fundación con nombre propio, a la que se dedica principalmente su esposa, María Francisca Perelló. “Es absolutamente recomendable, y en realidad indispensable, contar con un buen plan, basado en una buena filosofía de inversión, y tiene que poder ser entendido perfectamente por el deportista. Nada de esto es muy difícil de hacer, pero lamentablemente no es la manera típica de asesorar a la mayoría de los deportistas”, dice el profesor Javier Estrada. No semeja ser el caso de Nadal.