El Gobierno de Turquía ha tomado la decisión de imponer un arancel adicional del 40% a los coches con motor de combustión o híbridos procedentes de China. Esta medida tiene como objetivo impulsar la presencia de vehículos de fabricación local en el mercado turco y proteger las inversiones en el sector automotriz.
Según el Ministerio de Comercio turco, esta medida entrará en vigor en 30 días e implicará un arancel mínimo de 7.000 dólares por vehículo. Estas acciones buscan reducir el déficit por cuenta corriente de Turquía y promover la industria automotriz local.
Turquía es el 13º mayor fabricante de automóviles a nivel mundial, con una producción de 1,3 millones de unidades en 2022. El 80% de los coches producidos en el país son destinados a la exportación, representando un importante porcentaje de las exportaciones turcas y del PIB nacional.
Esta decisión se une a otros aumentos arancelarios previos implementados en el sector, como los aranceles a los vehículos eléctricos chinos en 2023. Todo ello en el marco de apoyo al primer vehículo eléctrico de producción nacional en Turquía, el Togg, desarrollado por un consorcio de empresas locales.
Esta estrategia de aranceles de Turquía refleja las preocupaciones en otras partes del mundo, como Estados Unidos y Europa, ante la presencia de marcas de coches chinos en el mercado internacional. En Estados Unidos se prevé un aumento de aranceles para la importación de vehículos eléctricos chinos, mientras que en Europa se están considerando medidas similares luego de las elecciones comunitarias.
Se espera que los vehículos eléctricos chinos ganen una mayor participación en el mercado europeo en los próximos años, lo que podría generar tensiones comerciales adicionales. A su vez, China ha planteado la posibilidad de imponer aranceles a vehículos importados con motores de gran cilindrada, lo que afectaría a marcas como Mercedes-Benz y BMW.