El gradual tensionamiento de las clases de interés por la parte del BCE ha motivado una ligera desaceleración en la demanda de crédito por la parte de las compañías. Esta ralentización no se ha visto retroalimentada, de momento, por un endurecimiento de los criterios de concesión de crédito, conforme la última encuesta de préstamos del BCE. No obstante, en este contexto, esta mayor discriminación por la parte de las entidades no es un escenario que se deba descartar. De ahí la relevancia de incidir en las bondades de diversificar la estructura de financiación de las compañías, tanto en productos como en instituciones. Mercados de capitales y fondos de capital privado se han desarrollado mucho en la última década. Ahora, en un ambiente más dudoso desde dos mil veinte y con grandes cantidades de recursos europeos movilizados, el ámbito público es un asociado de largo plazo a agregar en la estrategia de la busca de fondos de las compañías.

El soporte de forma tradicional ejercido por el ICO y por Cofides se ha visto reforzado, en sus respectivos campos, por nuevas opciones alternativas adaptadas a la circunstancia actual y a las diferentes tipologías de empresas. Asimismo, las dos entidades ejercitan un esencial papel de “inversor ancla” que ayuda a movilizar a los agentes privados, provocando un efecto multiplicador de los capitales. También resalta, por su alcance (diez años) y dotación (en el ambiente de seiscientos millones anuales) el Fondo de Apoyo a la Inversión Industrial Productiva (FAIIP), lanzado en dos mil veintiuno y gestionado por Sepides. Este fondo tiene el propósito de estimular la inversión y favorecer el desarrollo y la competitividad del ámbito industrial con actuaciones en territorio nacional. Los importes de préstamo ofrecidos, como los plazos de falta y vencimiento de las operaciones son el primordial atrayente de este fondo.

Por su parte, las diecisiete comunidades autónomas tienen activos diferentes programas de financiación y apoyo. Estas acciones se hacen mediante sus agencias de desarrollo, instituciones financieras y sociedades de garantía recíproca, entre otros muchos. Las actuaciones objetivo son más finalistas, pues los gobiernos regionales persiguen impactar en su campo de repercusión.

El reto para la compañía es la identificación de estas fuentes, tanto en sus peculiaridades como en su adecuación a la estrategia que se persigue. A los beneficios enunciadas se les contraponen ciertos peligros, entre ellos, el ritmo de ejecución de las operaciones. Por ello es clave contar con cauces de comunicación precisos entre el ámbito público y la compañía, con un asesoramiento conveniente que deje acceder de forma eficaz a dichos instrumentos y, singularmente, con unos procedimientos de resolución diligentes que garanticen el éxito en la movilización de los fondos. Resulta una figura que puede fortalecer de forma substancial los procesos de inversión de las compañías en un ambiente más desafiante, elemento crítico para conservar el potencial de desarrollo y la creación de empleo.

Mercedes Cruz Ocaña