Marc Puig, presidente de Puig, fotografiado en su despacho.
Marc Puig, presidente de Puig, retratado en su despacho.Gianluca Battista

La pregunta siempre y en toda circunstancia sale en todas y cada una de las conferencias de prensa y entrevistas, y Marc Puig siempre y en toda circunstancia la escucha con media sonrisa: ¿en qué momento va a salir Puig a Bolsa? El presidente y consejero encargado de la compañía, miembro de la tercera generación de la multinacional familiar de perfumería, moda y cosmética fundada en Barcelona en mil novecientos catorce, siempre y en toda circunstancia responde lo mismo: no está encima de la mesa. No obstante, fuentes del campo señalan que es una cosa que puede llegar a suceder tarde que temprano, y aunque el flirteo de la compañía con los mercados en dos mil ocho quedó en nada, ahora este movimiento semeja más natural, sino más bien inevitable: los cambios corporativos recientes señalan una toma de situaciones por la parte de Puig, y la estrategia de los últimos tiempos le aboca a una situación en la que, si desea continuar medrando y competir con los grandes, va a deber tener más a mano el acceso a capital.

Puig entró en una dimensión nueva cuando decidió que deseaba ser un actor esencial en la perfumería selectiva. El presidente lo recordó en la presentación de resultados del pasado marzo: “Hemos alcanzado una cuota del 10% del mercado mundial de perfumería selectiva, donde hace 20 años solo teníamos el 3%”. La evolución del negocio ha sido mayor de la que preveía la propia compañía —en dos mil veintidos, Puig consiguió un beneficio neto de cuatrocientos millones y facturó tres mil seiscientos veinte millones de euros, más del doble que diez años antes— y ha ido acompañada de una beligerante política de adquisiciones para ampliar su porfolio de marcas, que ya contaba con enseñas tan esenciales como Paco Rabanne, Carolina Herrera o Nina Ricci. En junio de dos mil veinte adquirió la marca de maquillaje Charlotte Tilbury, en una operación valorada en novecientos millones, y el año pasado se hizo con la participación mayoritaria de las marcas Kama Ayurveda, Loto del Sur y Byredo, esta última por mil millones.

La compañía está en plena expansión y, al ser de propiedad totalmente familiar, ha debido medrar con recursos propios: lo ha hecho con los ingresos que produce y asimismo a través de una deuda que, al cierre del pasado ejercicio, ascendía a mil quince millones de euros, con una ratio de apalancamiento de uno con seis veces el ebitda (resultado salvaje de explotación). Pero ocurre que, cuando vas de compras, es posible que lo que te agrada asimismo lo quiera otro —es lo que ocurrió en la adquisición de Byredo, que prácticamente se la lleva el gigante francés L’Oréal—, y para competir con igualdad de condiciones, es preciso estar en condiciones de igualdad.

“Los competidores de Puig sí que tienen resueltas las necesidades de capital. Como Puig, son grandes compañías multinacionales, globales, todas de origen familiar, pero están en Bolsa”, apunta Vicente Bosque, asociado de la firma de asesoramiento ONEtoONE Corporate Finance. Y las necesidades de capital son altas, teniendo presente de qué manera ha crecido el campo del lujo y qué tamaño tienen sus grandes actores.

El lujo, que ha probado ser muy resiliente a pesar de la pandemia, la inseguridad y la inflación, facturó el año pasado en conjunto más de trescientos cincuenta millones de dólares estadounidenses, conforme la asesora Bain&Company. El rey de todo este campo es indudablemente LVMH, que cuenta con marcas como Louis Vuitton, Tiffany, Loewe o Christian Dior. La familia Arnault es dueña del cuarenta y ocho con dos% de las acciones, la compañía facturó prácticamente sesenta y cinco millones el año pasado, y su capitalización bursátil es de cuatrocientos cuarenta y siete con cincuenta mil millones. La de L’Oréal es de doscientos veintisiete con setenta y nueve mil millones, por poner otra de las compañías a las que Puig mira.

“Puig es ya un jugador mundial y relevante, y ha empezado a despegar cuando ha identificado que su nicho es la perfumería selectiva, apoyándose en la moda como canal para tener una historia y poder vender. También ha entrado en otros ámbitos como la cosmética, con Charlotte Tilbury y con Isdin… se trata de aumentar las categorías para seguir creciendo. Pero si te quieres medir con esta gente, tienes que trabajar con las mismas armas”, abunda Bosque, que ubica la presente valoración de mercado de Puig por sobre los ocho mil millones. Empresas de su tamaño, como Shiseido o Zegna, asimismo están en Bolsa.

Varios movimientos de la compañía en los últimos tiempos señalan que la estrategia de Puig va en esa dirección de competir con los mayores. “Hay que tener en cuenta que Marc Puig se formó e hizo su carrera profesional en EE UU, donde dirigió la filial americana. Ha aprendido cómo se hacen las grandes corporaciones”, apunta el especialista. El primer movimiento está en la estrategia de desarrollo a través de la adquisición de marcas, que viene acompañada de una expansión en los mercados, con la mirada puesta en Latinoamérica, Estados Unidos, India y China. La segunda pista está en la resolución de que la cuarta generación de la familia Puig no acepten cargos de responsabilidad en la compañía, para lo que procurarán perfiles ejecutivos de alto nivel: “Las familias funcionan por amor y una empresa necesita jerarquía”, afirmó el presidente en una entrevista.

Y finalmente, los cambios en la estructura de la compañía. La semana pasada, la compañía Puig, que es una sociedad limitada, transformó la sociedad anónima Jorba Perfumes en su matriz, a la que rebautizó Puig Brands S.A., conforme avanzó Expansión. Una salida a Bolsa solo puede hacerse desde una sociedad anónima, mas la compañía explica que solo hizo este cambio por el hecho de que el límite de consejeros que puede tener una SL es doce, y había que ampliarlo por el hecho de que justo unos días ya antes había anunciado la integración al Consejo de Administración de 3 nuevos consejeros independientes, expertos en perfumería, gran consumo y capital peligro. En paralelo, Puig hizo múltiples modificaciones estatutarias, con relación a el número de las acciones o la creación de clases de títulos, entre otras muchas. “Todo esto es un indicador de que quieren cumplir con las normas de gobernanza necesarias cuando vas a un mercado cotizado”, afirma Bosque, que señala que es el paso más lógico para la empresa: “Con este tamaño, necesitas acceso al capital de manera fluida, porque los proyectos se te aparecen sobre la marcha. Tener acceso a los mercados te da unas facilidades, también de acceso al crédito, que son necesarias si quiere seguir creciendo a un ritmo acumulado del 5% anual”.