Abundan los análisis que expresan la preocupación por la baja productividad de la economía de España. A primer aspecto la productividad es un término fácil. El resultado de dividir la producción efectuada, (el Producto Interior Bruto) por el número de trabajadores o las horas trabajadas. Si medra más deprisa la utilización, como ha ocurrido en los últimos tiempos, la productividad reduce. Sin embargo, la realidad es más compleja.

Un estudio del economista sénior de CaixaBank Research, Javier García Arenas resalta la brecha existente entre nivel de productividad de España y el de la zona euro. En dos mil veintidos la producción por hora trabajada en España era un setenta y seis% del valor registrado en la eurozona y únicamente el sesenta y tres% de Alemania. Y destaca que lo alarmante es que “esta brecha apenas se ha reducido en la dos última décadas, (en el año 2000, el PIB por hora trabajada español era el 74% del de la eurozona y el 61% de Alemania)”. El autor explica que una de las claves de estas diferencias se encuentra en la calidad del capital humano de una economía. Cita una investigación del Banco de España que señala que hay un déficit significativo en el nivel de capacitación de los trabajadores y de los empresarios españoles respecto al promedio de la eurozona. También apunta que la productividad de las grandes empresas es más del doble que el de las microempresas.

Muchos de los análisis sobre la productividad, sin embargo, centran su atención en la productividad de los trabajadores y en la regulación laboral. En el Reino Unido, una investigación de The Productivity Institute (TPI) sobre la evolución de la productividad en los países del G- veinte, apunta que “las políticas para fortalecer el capital humano siguen siendo cruciales para permitir que los trabajadores se adapten a los cambios estructurales asociados con el rápido cambio tecnológico, especialmente porque la fuerza laboral en muchos países del G-20 está envejeciendo rápidamente”.

El tan relevante capital humano es lo que España pierde dramáticamente. Durante los últimos años se ha registrado un fuerte incremento de españoles con alta cualificación académica y F.P. que emigran a Europa y Estados Unidos. Son empleados por empresas más productivas. En dos mil veintiuno y dos mil veintidos han emigrado trescientos ochenta y mil y cuatrocientos veintiseis mil personas, respectivamente, conforme estudio de la Fundación Banco Bilbao Vizcaya Argentaria y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE). Un cincuenta y seis% de estos emigrantes profesionales fueron contratados por empresas europeas y un cuatro con cinco% por compañías de América del Norte. El trabajo estima que el valor del capital humano perdido en dos mil veintidos fue de ciento cincuenta y cuatro mil ochocientos millones de euros, un cuarenta% más que en dos mil diecinueve.

Para ganar productividad ciertos Estados fortalecen su inversión en educación y en investigación y desarrollo. A la vista de estos datos tal vez tenga más sentido charlar pérdida de productividad de las compañías españolas que de sus trabajadores. A los profesionales españoles se los rifan las compañías europeas como ha explicado realmente bien este diario.

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