Una mujer sostiene fajos con billetes de soles peruanos, en un centro de cambio en Lima.
Una mujer mantiene fajos con billetes de soles peruanos, en un centro de cambio en Lima.Dado Galdieri (Bloomberg)

El caso peruano es motivo de estudio: suma once presidentes en poco más de dos décadas y en ese tiempo su género de cambio aumentó apenas en un ocho%. Se trata de un país volátil en lo que se refiere a sus gobernantes y estable con respecto a su moneda. El portal especializado Bloomberg destacó que el sol peruano es una de las 4 monedas de Latinoamérica que mejor desempeño tuvo frente al dólar en el dos mil veintidos. Obtuvo una consideración —aumento del costo de una divisa con respecto a otra— de cuatro con setenta y nueve%. Si bien el sol circula en Perú desde mil novecientos noventa y uno cuando sustituyó al inti, el dato adquiere ribetes prodigiosos si se toma en cuenta que en los noventa el país de César Vallejo registró la mayor hiperinflación en la historia de América Latina: 397%. ¿Cómo se construyó esta proeza? ¿A qué se debe esta fortaleza en medio de las turbulencias políticas?

Los entendidos coinciden en que, sobre todo, se debe a dos cuestiones. Primero, brindarle independencia y autonomía al Banco Central de la Reserva (BCR), la institución que se encarga de preservar la estabilidad monetaria, con la Constitución de 1993. Segundo, modelar un fisco ordenado que sea capaz de controlar su balance fiscal. Fundado en marzo de 1922, el BCR es uno de los organismos que despierta más credibilidad entre la población, en medio de la grave crisis institucional que sufre el país.

Desde el 2006, el presidente del directorio del BCR es Julio Velarde, un economista de 71 años que va en su cuarto periodo consecutivo. Cambian los presidentes, pero él permanece. Su liderazgo es una garantía unánime incluso para políticos de izquierda como Vladimir Cerrón, secretario general de Perú Libre, el partido que llevó al poder a Pedro Castillo. “Yo sugerí su permanencia”, dijo en el 2021 cuando su continuidad estaba en suspenso. La incertidumbre por esos días causó tanto revuelo que, aunada al nerviosismo financiero que generaba Castillo, el precio del dólar superó la barrera de los cuatro soles cuando normalmente se mantiene entre treinta y siete y 3.8. Tras la decisión de que Velarde continuara, el tipo de cambio volvió a su cauce meses después.

Sin embargo, el 2021 fue un año de crisis. Se produjo la mayor fuga de capitales de los últimos cincuenta años al salir fondos equivalentes al 7,4% del Producto Bruto Interno (PBI). Alrededor de 15.000 millones de dólares. El BCR se vio obligado a la acción más drástica de su historia para aminorar el impacto: la venta de 17.600 millones de dólares. Uno de los instrumentos que posee para buscar la estabilidad es la intervención cambiaria, es decir, la venta directa o indirecta de dólares a operadores grandes en el mercado para evitar alteraciones abruptas. Lo que se conoce como flotación sucia. Una receta que no suelen seguir los pares de la región. En otros contextos, menos atípicos, la intervención del BCR es mínima, pero la vigilancia no deja de ser constante.

“Así no lo usen, el dólar le da estabilidad a la gente. ¿Cuánto está el dólar? es una de las clásicas preguntas que nos hacemos los peruanos todos los días. Debido a que la hiperinflación de los ochenta se ha quedado en la psiquis. Es un termómetro de cómo va el país”, dice Paola Villar, editora de Bloomberg en Línea. Perú es un país bimoneda: se puede ahorrar en soles y dólares. No es como el dolarizado Ecuador o como Argentina, donde existen restricciones para adquirir la divisa estadounidense.

Marco Ortiz, profesor e investigador del Departamento de Economía de la Universidad del Pacífico, anota que las malas políticas macroeconómicas son el reflejo de aquellas que restringen el acceso de las personas a intercambiar y ahorrar su dinero libremente. Medidas contrarias a la corporación presidida por Velarde, elegido como el Banquero Central de las Américas por la revista internacional The Banker, del grupo editorial Financial Times, por su labor en el 2021. “La estrategia del Banco Central fue recuperar la confianza de las personas en su propia moneda (el sol peruano) durante 30 años y se hizo sin prohibir el uso del sustituto que es el dólar. Se convenció, no se prohibió”, indica.

Uno de los indicadores de éxito es que el nivel de las reservas internacionales del Perú es el más alto de la región: 29% del PBI por encima de Brasil (17,1%), Colombia (16,7%), México (14,1%), Chile (12,6%). En otras palabras, hay muchos billetes en la bóveda. Es acaso una lección o un síntoma de la gran depresión económica que padeció el país. “La tarea a partir de los noventa fue ir construyendo reservas que en los ochenta estaban en niveles negativos. De esa totalidad de reservas, la mitad corresponde a la posición de cambio del BCR”, señala Mario Guerrero, economista principal del Departamento de Estudios Económicos de Scotiabank.

Una de los lineamientos que caracteriza al BCR es la meritocracia. Marco Ortiz, quien se desempeñó allí como subgerente de diseño de política monetaria, cuenta que posee una planilla reducida de aproximadamente 50 funcionarios, pero de un gran nivel académico. “El BCR debe evitar ataques de la política hacia el banco y una manera es ser muy eficiente en su capital humano. Para los políticos que pretenden elevar el gasto público, un BCR ordenado puede ser un gran obstáculo”, dice.

En el último tiempo, se ha reportado que un sector de la población boliviana, sobre todo el que limita con Perú, en la frontera con la región de Puno, está comprando soles ante la escasez de dólares como una manera de conservar sus ahorros y su patrimonio. Tiene sentido: durante el 2023, el género de cambio de soles a dólares estadounidenses se ha movido en 1.1% (de 3.805 a 3.765). “Bolivia atraviesa una estrechez de liquidez externa. Su Gobierno no avisó de las medidas para remediar esta situación y lógicamente, cuando eso sucede, las personas tratan de refugiarse en monedas estables como el sol. Sin embargo, creo que se trata de un caso muy particular, pues tengo entendido que el Banco Central no está desplegando una política de internacionalización”, explica Mario Guerrero.

A partir de estas incidencias en Bolivia, en las redes sociales han comenzado a llamar al sol peruano el nuevo dólar latino. Una exageración para los especialistas. “Me hace sentido que el sol comience a ser una segunda moneda fuerte para bolivianos. Pero que esto se replique en países que no son frontera y que necesiten soles para protegerse de la devaluación de su moneda no me parece, porque el sol al final sigue siendo la moneda de un país emergente. Mientras el Perú no salga del estatus de país en desarrollo es un poco ingenuo decir que el sol será el siguiente dólar”, remarca Paola Villar, de Bloomberg en Línea. Sea como fuere, el reconocimiento espontáneo, desmedido o no, ratifica la estabilidad de la moneda peruana. Y el esfuerzo de una institución para calmar a los mercados en un país convulsionado.

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Mercedes Cruz Ocaña