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La Reserva Federal enfrenta un nuevo desafío: pasar de combatir la inflación a evitar la recesión sin desencadenar un aumento del desempleo. Jerome Powell, presidente de la Fed, ha marcado un punto de inflexión en este cambio de ciclo en la política monetaria, siguiendo los pasos de otros bancos centrales como el BCE y el Banco de Inglaterra, que han optado por reducir las tasas de interés.

El simposio de Jackson Hole ha analizado la fase inflacionista global, causada por la demanda distorsionada y los problemas en la cadena de suministro. Ahora, con la inflación a la baja, se vislumbra un escenario de recorte de tipos a nivel mundial.

Los bancos centrales, alineados en su mayoría, plantean medidas para estimular la economía. Powell ha expresado su confianza en que la inflación se estabilice cerca del 2%, lo que permitirá un ajuste en la política monetaria sin descuidar el empleo.

Cambios de enfoque

La Reserva Federal, que busca la estabilidad de precios y el pleno empleo, ahora prioriza mantener un mercado laboral fuerte. Ante la disminución de la inflación y el aumento del desempleo, se perfilan recortes graduales de los tipos de interés para impulsar la actividad económica.

Según analistas, la Fed no tolerará una mayor debilidad en el mercado laboral, lo que sugiere una respuesta más agresiva en términos de política monetaria. Powell ha enfatizado la amplitud de margen con la que cuentan para apoyar el empleo y garantizar la estabilidad de precios.

Previsión y desafíos

Aunque se espera un recorte de 0,25 puntos en septiembre, seguido de más ajustes hacia fin de año, la evolución de los datos económicos influirá en las decisiones de la Fed. El objetivo es evitar una recesión y mantener el equilibrio entre inflación y empleo.

Los bancos centrales a nivel global están alerta ante la posibilidad de una desaceleración económica. El tiempo dirá si las medidas adoptadas logran evitar una recesión o si se necesita una respuesta más contundente para estabilizar la economía.

Mercedes Cruz Ocaña