Las casas van a abaratarse en las primordiales capitales europeas, mas no lo van a hacer los suficiente para compensar la pérdida de poder adquisitivo de las familias. Ese representan el futuro que describe la agencia de calificación crediticia Moody’s en un análisis difundido este miércoles. El informe pone la lupa sobre diez capitales de Europa Occidental, entre ellas Madrid. Y concluye que el incremento de costo de vida por la inflación y la subida de géneros de interés por el cambio de política monetaria del Banco Central Europeo pesarán más para los hogares que el abaratamiento de la residencia.
La primera patentiza para los especialistas de Moody’s es que la residencia es más inaccesible que jamás en la mayor parte de capitales. No es el caso de Madrid (como tampoco de Roma y Dublín) por el hecho de que el efecto de la burbuja inmobiliaria de principios de siglo aún pesa y hasta dos mil diez adquirir una casa suponía aún un mayor esmero. Pero en contraste a lo que ha pasado en la urbe italiana y en la irlandesa, como en Milán y París, en la capital de España la residencia se ha vuelto más inaccesible desde la pandemia, online de lo que ha pasado en otros mercados donde los costos se calentaron en los últimos tiempos.
El informe mide el ahínco en años de ingresos libres de los hogares que serían precisos para adquirir una casa, tomando en las dos referencias la media de cada sitio. En Madrid supera los quince años, lo que la ubica tras Ámsterdam (más de veinticinco años), Londres (cerca de esa marca), París y Dublín (las dos acercándose a los veinte años), y de Fráncfort, con una tasa de esmero tenuemente superior. Pero de manera comparativa la situación es mejor en Lisboa, Berlín, Milán, Estocolmo y Roma.
Si charlamos de costos de residencia que escuecen a los hogares, la situación más sangrante se vive “especialmente entre primeros compradores de vivienda”, apuntan los autores del análisis. La subida de géneros de interés complica a quienes han comprado una residencia con un préstamo el pago de las letras. El motivo de poner el foco sobre las grandes urbes es que en estas “las hipotecas son de mayor importe” y eso hace que “incluso pequeños aumentos de los intereses pueden incrementar de manera significativa los pagos mensuales de los hogares”. Además, hay un porcentaje de población con rentas medias y bajas que no puede acceder a la adquisición y no tiene más antídoto que vivir de alquiler.
Eso, a su vez, hace que la concesión de hipotecas se ralentice —en agosto se concedieron en España un veintidos con siete% menos que en exactamente el mismo mes de dos mil veintidos, conforme la última estadística del INE, publicada este miércoles— por el hecho de que hay más potenciales clientes del servicio que no cumplen con los requisitos de los bancos para la concesión de los préstamos. Y esa ralentización general del mercado va a ayudar a la caída de costos de la residencia.
En ese supuesto hay ya ciertas urbes analizadas. En Ámsterdam la residencia se ha abaratado prácticamente un cinco% en el primer semestre del año en curso. Y en Fráncfort lo ha hecho prácticamente un seis con cinco%. Pero no es suficiente, ni semeja que vaya a serlo. En esas ciudades, Moody’s calcula que los costos deberían caerse un veinticuatro con seis% y un treinta y uno con cinco%, respectivamente, para compensar la pérdida de poder adquisitivo de las familias y que la tasa de esmero no aumente. Son los ejemplos más extremos así como Berlín, donde la caída debería lograr prácticamente el treinta%. En Madrid bastaría con algo menos del siete%, el menor porcentaje tras el de Dublín (-cinco,6%) y online con París o Milán. “Esperamos que en 2024 los precios de la vivienda bajen más en algunas, pero no es todas las grandes ciudades europeas”, apunta el análisis. Y separa cualquier expectativa de optimismo para los potenciales compradores: “Las caídas esperadas serán significativamente menores [que las que calculan que serían necesarias] y no serán suficientes para mejorar la asequibilidad”.
Entre los motivos por los cuales piensan que no va a pasar esto, apuntan la carencia de oferta de residencia por la menor edificación. La actividad se reduce por el hecho de que con costos a la baja e inflación alta, los márgenes para las compañías promotoras dismuyen, si bien Moody’s apunta que quienes se dedican a hacer residencia para la demanda más pudiente van a ver reducir menos las ventajas. Y anota una nota positiva para España, a la que cita como un ejemplo de “países donde la actividad constructora está resistiendo más”.