Los recortes de personal que han emprendido las tecnológicas van alén de las propias compañías, y afectan asimismo a los servicios que tienen subcontratados. En el caso de Meta —la multinacional tecnológica que incluye Facebook, Instagram o Whatsapp, y que en menos de un año ha anunciado veintiuno despidos—, uno de estos servicios es el de vigilancia y moderación para combatir contra los contenidos ilegales y las noticias falsas, y uno de los centros que tiene dedicados a este cometido está situado en la Torre Glòries, el rascacielos de Barcelona desarrollado por Jean Nouvel. En los últimos tiempos, la compañía de Mark Zuckerberg ha ido reduciendo la demanda a la compañía a la que subcontrata este servicio, CCC Barcelona Digital Services, del conjunto canadiense Telus. Y esta no ha dudado en aplicar recortes: en el mes de marzo, anunció un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) para seiscientos ochenta de sus cerca de dos mil cuatrocientos trabajadores y, con esta medida aún actual, en el mes de julio anunció un expediente de regulación de empleo (ERE) para trescientos treinta y cuatro empleados. Tras proponer movilizaciones, los trabajadores han ratificado este lunes el pacto alcanzado entre sindicatos y empresa, que rebaja la cantidad a doscientos cincuenta y uno empleados. Pero la sospecha sobre el futuro de la plantilla prosigue avizorando a la Torre Glòries, que a su vez vio en el aterrizaje de Facebook un revulsivo para sus oficinas.

En otoño de dos mil diecisiete, en pleno delirio del procés, se ultimaban en la Torre Glòries los preparativos a fin de que el simbólico edificio barcelonés acogiera la sede de la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus iniciales inglesas). “Estaban los enchufes instalados ya”, apuntaría después una fuente próxima a la propiedad del inmueble, la socimi Merlin Properties. Daba por hecho, como muchos, que Barcelona se quedaría con esta sede una vez que Londres la perdiera a raíz del Brexit. El fiasco fue enorme cuando la capital catalana no fue elegida, y el organismo se trasladó a Ámsterdam: la Torre Glòries —antes famosa como Torre Agbar— no había conseguido quitarse el gafe que arrastraba desde hacía años.

Las ansias de buenas noticias para este edificio quizás estuvieron tras la efusividad con la que se festejó, unos meses después, el anuncio de Facebook de instalar ahí una sede, si bien fuera a través de una subcontrata a un call center dedicado a la vigilancia y moderación de contenidos. El centro comenzó arrendando 5 plantas para quinientos trabajadores, y fue medrando hasta ocupar diez de las treinta y cuatro plantas de la Torre Glòries, y tener los dos mil cuatrocientos trabajadores actuales. “En los primeros cuatro años no hubo ningún problema, pero luego no nos han faltado”, explica un miembro de la sección sindical de UGT en el comité de empresa, que prefiere sostener el anonimato. La mayoría de los trabajadores, explica, tienen entre treinta y cuarenta y cinco años y el salario inicial es de unos veinticuatro euros —unos nueve mil euros sobre el acuerdo del ámbito del contact center—, que va ascendiendo en una horquilla hasta los cuarenta euros, conforme el puesto y las responsabilidades.

Los trabajadores se centran en moderar contenidos en un idioma específico y deben conocer la realidad de la política y el país sobre el que están observando los contenidos. Los moderadores de contenido se encaran día tras día a publicaciones explícitas, vídeos violentos o ilegales, y si bien desde el principio la compañía explicó que un servicio sicológico apoya a los trabajadores, en el mes de noviembre de dos mil veintidos la Generalitat le impuso una sanción de prácticamente cuarenta y uno euros por no valorar los peligros psicosociales del puesto de uno de los moderadores. El trabajador estuvo 7 meses en la compañía hasta el momento en que se le prescribió una baja por un trastorno de salud mental derivado de las labores que efectuaba.

Tras este accidente llegó el ERTE, que está actual hasta finales de año, y que se anunció para seiscientos ochenta trabajadores, si bien su aplicación ha sido escalonada, y ha terminado afectando a menos trabajadores por el hecho de que un ciento se acogió a bajas voluntarias. “Las tecnológicas en general están reduciendo plantilla, y la primera señal fue el ERTE, que se aplica cuando la empresa espera que el servicio en algún momento vuelva a ser el mismo, pero conforme ha pasado el tiempo se ha visto que la cosa no iba a mejorar, y se ha terminado aplicando un ERE”, cuenta el miembro del comité de empresa. El ERE acabará afectando a doscientos cincuenta y uno personas que moderan contenidos en español, italiano y francés, hasta un setenta% va a poder acogerse a esta medida de manera voluntaria, y la indemnización pactada se aproxima a la del despido improcedente. “Esto es importante porque los empleados tienen muy poca antigüedad, casi todos de menos de cuatro años”, recuerda Moisés Berruezo, secretario de acción sindical de la federación de servicios de UGT en Cataluña. Pese al pacto, los trabajadores vacilan sobre si este es el fin o va a haber más recortes en el futuro: “Seguirá habiendo contenidos para moderar, no es que baje la demanda porque haya menos, sino porque contratan el servicio en otro país más barato. Al igual que en los últimos años han contratado mucho aquí, puede que ahora hagan lo contrario”, lamenta el portavoz del comité de empresa.

Barcelona, segunda urbe europea para instalar una ‘startup’

Pese a los recortes en las grandes tecnológicas, Barcelona prosigue siendo un polo de atracción para la innovación. Lo certifica el Startup Heatmap Europe dos mil veintitres, que por sexta vez sucesiva da a la capital catalana la segunda situación como urbe preferida en la Unión Europea para crear una start-up. El estudio señala que el diecisiete con uno% de los emprendedores europeos elegirían Barcelona, y por delante de él solo está Berlín. Le prosiguen urbes como Ámsterdam, París o Lisboa. Cataluña cuenta con más de dos mil empresas emergentes, conforme los cálculos del departamento de Empresa de la Generalitat, y estas producen más de diecinueve y cien puestos. En dos mil veintidos, captaron mil seiscientos cincuenta y tres millones de euros de inversión, la cantidad más alta registrada hasta el instante.

Mercedes Cruz Ocaña