La economía da buenas sensaciones, impulsada por el ámbito exterior, mas la continuidad de estos resultados depende en gran medida del diagnóstico de la circunstancia europea por la parte del BCE en un contexto de inflación aún elevada.

El sorprendente tirón de la actividad, con una sana expansión del PIB de España del cero,5% en el primer trimestre, se explica prácticamente absolutamente por el apogeo del turismo y de las exportaciones de servicios no turísticos. En los dos casos, el volumen de ventas en el exterior se ubica más de un treinta% sobre el nivel prepandemia, en términos desestacionalizados y descontando la inflación. El superávit exterior, que se había reducido (mas sin desaparecer) a lo largo de la pandemia y más tarde a consecuencia de la crisis energética, se dispara: en los dos primeros meses del año el saldo por cuenta bancaria alcanzó el setenta% de todo el sobrante amontonado en dos mil veintidos.

Todo apunta a que los usuarios europeos están acrecentando su gasto en viajes y servicios, en menoscabo del consumo de recursos, el más perjudicado por la escalada de los costes. Son los países más dependientes del turismo los que lideran la clasificación europea, como Italia (+0,5% en el primer trimestre, lo mismo que España) y, sobre todo, Portugal (+1,6%), al paso que se bloquean las potencias industriales como Alemania (cero%) y Austria (-cero,3%).

Los factores internos de desarrollo, no obstante, muestran señales claras de debilidad, aun en los países que más medran como España: el consumo privado se cae por segundo trimestre sucesivo en consonancia con la pérdida de poder adquisitivo de los hogares, una contracción que ahora se extiende al consumo de las administraciones. La inversión toma aire, mas sin recobrar el terreno perdido en la segunda una parte del año pasado. Además, la subida de géneros de interés se ha trasladado parcialmente a los costos financieros que aguantan los hogares endeudados y las compañías, de tal modo que las perspectivas de demanda son aún muy dudosas. Especialmente teniendo presente las advertencias de ciertos miembros más influyentes del BCE sobre la persistencia de la inflación.

Si bien el IPC general se modera en España y las informaciones libres para los asociados europeos apuntan en exactamente la misma dirección, las tensiones latentes se sostienen. Además, los partidarios del endurecimiento monetario estiman que el fuerte incremento de los márgenes empresariales obedece a un exceso global de demanda, y que el mercado de trabajo centroeuropeo se aproxima al pleno empleo, algo que terminará por tensionar los sueldos, conservando la inflación. Los mercados descuentan ya una subida de los modelos de interés la próxima semana, al paso que el euríbor roza el cuatro%.

Más allí de lo que se decida la próxima semana, cabe aguardar que se consideren otros razonamientos, como la fuerte contracción del jergón de ahorro de las familias: este no va a poder continuar manteniendo la demanda por bastante más tiempo. Por otra parte, el acceso al crédito —indicador avanzado de actividad— se ha limitado y su costo se ha encarecido a consecuencia de la subida de géneros de interés. Todo ello terminará por lastrar la inversión y el consumo. Finalmente, el reciente episodio de inestabilidad financiera es revelador de vulnerabilidades que se acentúan con cada incremento auxiliar de géneros de interés.

Afortunadamente, la economía de España no es la más expuesta a la limitación monetaria, merced a la resiliencia del ámbito exterior y la pujanza del mercado de trabajo. Es evidente que una contención de los desequilibrios presupuestarios asistiría a reforzar esta posición: no olvidemos que España, así como Bélgica, Francia e Italia, es uno de los países europeos que no cumplen los objetivos de déficit ni de deuda. La reducción del déficit está en nuestras manos, en vísperas de la reactivación de las reglas fiscales europeas. Pero asimismo se espera un ejercicio de realismo del BCE.

Empleo

El mercado de trabajo sostiene su dinamismo, a juzgar por los datos de la EPA y de las cuentas nacionales. También se confirma la tendencia observada en la etapa pospandemia, de desarrollo intenso del número de ocupados, mas más modesto en lo que se refiere a número de horas trabajadas, algo que repercute en un descenso del número de horas trabajadas por persona en términos medios. En el primer trimestre, la ocupación medró un uno con tres% y supera el nivel prepandemia, al paso que el número de horas trabajadas lo hizo un cero,4% y se ubica aún bajo dicho nivel. 

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Mercedes Cruz Ocaña