Nada hace sombra a la futura sede del Banco Central de Turquía, una mole de trescientos setenta y nueve metros y setenta y dos plantas de altura que se levanta sobre el nuevo centro financiero de Estambul. Las vistas que ofrece desde su azotea semejan no tener fin y, a pesar de que la obra no está aún concluida, su construcción en menos de 3 años es de las mejores cartas de presentación con la que Limak podía aparecer en Barcelona para hacerse con la rehabilitación del Camp Nou. La constructora que los amigos Nihat Ozdemir y Sezai Bacaksiz crearon en mil novecientos setenta y seis es hoy, con el accionariado ya a cargo de sus hijos, el segundo gran conjunto del campo en Turquía, con negocios que van desde la generación eléctrica a la fabricación de cemento, pasando por la administración ya sea de infraestructuras como de hoteles, con una planta de seis mil camas. El pasado ejercicio ingresó cuatro mil doscientos millones de euros y consiguió un ebitda de ochocientos veinte millones.
Limak es una enorme ignota en España y su capacidad para imponerse a FCC y Ferrovial en el concurso para modernizar y ampliar el estadio del Barça produjo revuelo: pocos creían —y ciertos sostienen el escepticismo— que con una oferta de novecientos sesenta millones pueda ser capaz de dar a tiempo el campo en los plazos requeridos por el club, que demanda poder abrir con un sesenta% del aforo libre en el mes de noviembre de dos mil veinticuatro y en dos mil veintiseis acabar todos y cada uno de los trabajos. Limak lleva meses en el tajo y ya ha avisado: cumplirá con el calendario y el costo. El Barcelona solo es el paso inicial para una aventura que le debe permitir ampliar los límites geográficos de su negocio a Europa y Latinoamérica.
“Cada país tiene una forma diferente de trabajar, así que primero tenemos que acostumbrarnos [a España], aprender y probarnos a nosotros mismos, y después daremos el siguiente paso adelante”, asevera persuadida Ebru Özdemir, hija de uno de los creadores y presidente del conjunto en las oficinas que Limak tiene en Estambul, a lo largo de un viaje al que Forbes Hispano asistió convidado por la compañía.
Para esa expansión, la constructora turca desea explotar su catálogo de obras singulares, en ciertos casos infraestructuras en las que busca asimismo el margen de beneficios auxiliar de administrarlas a través de contratos de concesión. El mejor ejemplo en un caso así es el puente suspendido de Çanakkale —que es parte integrante de un contrato para administrar asimismo una autopista de peaje—, en el estrecho de los Dardanelos, mas asimismo ha participado en la construcción de una presa de doscientos setenta y cinco metros de altura con central hidroléctrica incluida en Artvin o en el aeropuerto de Estambul, aparte del de Kuwait, su mayor contrato cerrado fuera de Turquía. En el conjunto no ocultan su orgullo de haber entregado ciertas de esas obras ya antes del tiempo previsto (catorce meses en el caso del puente), de su capacidad de encarar desafíos de ingeniería o del poder para financiar una cartera viva de obras con un importe de 10.200 millones de euros.
“Tal vez Turquía no construya ningún otro puente en los próximos cinco o diez años. Entonces, ¿qué tenemos que hacer?”, se revuelve Resit Yildiz, director de proyectos del grupo. “Buscar otros proyectos en el mundo”, se responde a sí mismo este ejecutor de obras, que lo mismo saca del fondo de un puerto un barco que se encarga de construir los dos kilómetros de puente suspendido. Su último encargo es el de conseguir que el Camp Nou, una especie de faro en Occidente para la constructora, sea un éxito pese a las presiones del entorno.
Limak piensa en esos nuevos mercados sin plan de negocio, sin objetivos de ingresos en un plazo determinado de tiempo. Pero sus directivos tienen claro que aprovecharán su experiencia en grandes obras, proyectos singulares que de una buena tacada le abran mercados todavía desconocidos. “Seremos cuidadosos, pero buscaremos obras especiales: somos una empresa de ingeniería, no solo una contratista, y tenemos experiencia en diferentes tipos de construcción”, añade Haldum Firat Köktürk, el director general de Limak Construction, quien resta importancia al beneficio que puedan sacar del Camp Nou —tanto el Barça como ellos aseguran que por esa obra no se pagará más de 960 millones—, como si la obra se tratara de un señuelo para ganar otros grandes contratos.
Aunque el estadio azulgrana no es ni mucho menos el mayor desafío de ingeniería al que se ha enfrentado el grupo turco, su expansión internacional por el Oeste sí parece más complicada para una constructora impulsada al calor de la Administración turca, aunque ahora defiende que el 81% de su negocio de la construcción procede de fuera de su país. El que fuera líder del principal partido de la oposición, Kemal Kiliçdaroglu, acuñó hace años el término de “banda de los cinco” para denominar al grupo de constructoras que en los últimos tres lustros se han adjudicado las principales obras de infraestructuras del país e incluyó a Limak.
Rodeado de polémicas
El cofundador de la empresa, Nihat Ózdemir, fue investigado en dos ocasiones por corrupción (por amaños en la concesión de contratos de la empresa pública BOTAS y por su participación en la financiación de la compra del conglomerado mediático Sabah-ATV por parte de un empresario progubernamental), y de la misma forma que ha entrado en negocios, ha salido obteniendo grandes beneficios: fue parte del consorcio que obtuvo la privatización del monopolio de producción de bebidas alcohólicas y que vendió rápidamente al triple de su costo. También participó en la construcción del aeropuerto de Estambul pero acabó optando por salir de la concesión que lo gestiona, a pesar de una preferencia de negocio que describe su presidenta: “Cualquier cosa que construyamos la tenemos que operar y cualquier cosa que podamos operar la tenemos que construir antes”.
La última polémica se halla en la provincia turca de Mugla, donde ha talado grandes extensiones de bosque para permitir el avance de una mina a cielo abierto propiedad desde dos mil catorce de Limak, que extrae carbón para nutrir plantas de energía térmica. También las condiciones de trabajo de sus trabajadores, en especial en sus operaciones de construcción, han sido objeto de críticas: decenas y decenas de muertes laborales (reconocidas por el Gobierno turco) en el aeropuerto de Estambul, una huelga en el Centro Financiero de Estambul en el momento en que una subcontrata de Limak dejó un par de meses sin abonar a sus obreros o inconvenientes vinculados con las condiciones de trabajo de sus trabajadores.
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