Casi un año una vez que el Banco Central Europeo (BCE) empezara a subir géneros de interés, la economía comienza a apreciarlo, o sea, se frena. “Los efectos plenos de nuestras medidas de política monetaria están empezando a materializar”, ha solemnizado la presidente del BCE, Christine Lagarde, en el Parlamento Europeo. “Los recientes análisis de los expertos del BCE indican que cabe esperar que los efectos del endurecimiento de la política monetaria sobre la actividad real y la inflación se refuercen en los próximos años”, ha agregado. Es decir, el aceite de ricino de la subida de tipos lo comienzan a apreciar los costes. Aun así, como ha advertido la propia Lagarde, estas palabras “están rodeadas de una notable incertidumbre”.

La máxima autoridad monetaria de la zona euro ha explicado a los eurodiputados que “las subidas de tipos de interés se están transmitiendo con fuerza a las condiciones financieras de empresas y hogares, como puede verse en el aumento de los tipos de interés en los préstamos y la caída del volumen de crédito”. Esto es lo que le llevaría a acabar que sus medidas están impactando sobre la actividad económica.

Pero estas conclusiones no tienen por qué traducirse en que las subidas de tipos toquen a su fin de forma inmediata. “No hay una evidencia clara de que la inflación subyacente haya tocado techo”, ha explicado la presidente del regulador bancario, a pesar de que, cuando menos en la zona euro, los últimos datos muestran que los índices de costes, cuando se les descuentan los elementos más volátiles (energía y comestibles frescos) llevan un par de meses a la baja.

“Nuestras decisiones futuras garantizarán que los tipos de interés oficiales se sitúen en niveles suficientemente restrictivos para lograr un retorno oportuno de la inflación a nuestro objetivo a medio plazo del 2% y se mantengan en esos niveles durante el tiempo que sea necesario”, ha lanzado Lagarde tras advertir que “las presiones sobre los precios continúan siendo fuertes”. Esas fuerzas que empujan en alza ya no llegan de la energía de forma directa, sino más bien las consecuencias sobre otros productos del encarecimiento inicial de esta “y de los estrangulamientos de la oferta”, algo que en el BCE confían que desaparezca “gradualmente”.

Del alegato de Lagarde en la Comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento Europeo puede concluirse que la recesión se ha eludido, entre otras muchas causas, por la caída de las cotizaciones energéticas observadas desde el principio del pasado otoño. El substancial encarecimiento de los comburentes, primordialmente el gas, fue la primordial causa de la inflación en dos mil veintidos y, en consecuencia, la que empujó el BCE a subir tipos. En cambio, el hundimiento del costo de esas materias primas ha ayudado a amortizar la contestación de la política monetaria a esa inflación. Lagarde lo ha explicado así: “El crecimiento en la zona euro estuvo a punto de estancarse a principios de 2023. La actividad se está viendo respaldada por la bajada de los precios de la energía, el alivio de los estrangulamientos de la oferta y el apoyo de la política fiscal a empresas y hogares”.

Retirada de las ayudas

Lagarde ha vuelto a solicitar cooperación a los Gobiernos en su política fiscal a fin de que pueda detener cuanto las limitaciones monetarias del BCE: “A medida que la crisis energética vaya desapareciendo, los Gobiernos deberían retirar las medidas de apoyo relacionadas con ella con prontitud y de forma concertada para evitar que aumenten las presiones inflacionistas a medio plazo, lo que exigiría una respuesta más contundente de la política monetaria”. Por eso, la francesa ha jaleado la recomendación de la Comisión Europea de que los países vayan retirando sus ayudas excepcionales a lo largo de este año.

En sus palabras en la Eurocámara, la asimismo ex directiva gerente del FMI ha apuntado algo que ha llamado la atención a lo largo de esta crisis de precios: “En algunos sectores las empresas han podido aumentar sus márgenes de beneficio gracias a los desajustes entre la oferta y la demanda y a la incertidumbre creada por una inflación alta y volátil”. Tanto el BCE como la Comisión Europea han subrayado que en los últimos meses ha habido compañías que han mantenido o aumentado márgenes y no han actuado como amortiguadores de la subida de costes, eso, han llegado a apuntar los técnicos del Ejecutivo comunitario, daría margen para acrecentar sueldos.

Este último movimiento, ha apuntado Lagarde, se estaría dando ahora pues “las presiones salariales se han reforzado aún más a medida que los asalariados recuperan parte del poder adquisitivo que han perdido como consecuencia de la elevada inflación”.