Contenida la escalada del comburente y la electricidad, los comestibles se han erigido en el bastión inflacionista más difícil de asaltar. Este viernes, los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística reflejan una muy ligera moderación de sus precios: en el mes de marzo se encarecieron un dieciseis,5% en comparación con mismo mes del año pasado, apenas una décima menos frente al dieciseis,6% de subida en el mes de febrero, su máximo. La cifra abre la puerta a que los aumentos hayan tocado techo, mas la continuidad de los avances de doble dígito exhiben las contrariedades para devolver a tasas más normales la evolución de lo que pagan los ciudadanos por la cesta de compra, un gasto clave que cuando aumenta golpea singularmente a las familias con recursos más limitados, puesto que representa un porcentaje mayor de su presupuesto.
Ni siquiera las rebajas del IVA de comestibles básicos acometidas por el Gobierno son eficaces a fin de que se generen retrocesos esenciales. Entre lo que más sube en comparación con mismo mes del año pasado hay artículos empleados en el día a día de millones de consumidores: el azúcar se encarece un cincuenta,4%, la mantequilla un treinta y siete,7%, el aceite de oliva un treinta y dos,1% y la leche entera un treinta,8%. La restauración turística se deja sentir en los costes, a pesar de que la estadística no incluye la Semana Santa: los vuelos internacionales subieron un dieciocho,8%, y los hoteles, hostales pensiones y otros alojamientos un quince,5%. En el lado opuesto, la electricidad se desinfla un cincuenta y uno,8%, el gasóleo un quince,3% y la gasolina un doce,6%, lo que supone un alivio para los hogares más dependientes del turismo. El transporte público asimismo registra esenciales bajadas apoyándose en los descuentos aprobados por gobierno y comunidades autónomas: el de metro baja un veinticuatro,2%, y el de autobús un veinticinco,1%.
El desacople entre los costes internacionales de los comestibles que cada mes publica la FAO —la agencia de Naciones Unidas dedicada a la nutrición y la agricultura— y la realidad de lo que abonan los usuarios al asistir al súper, lleva tiempo impulsando el discute sobre si algún eslabón de la cadena saca partido de la situación. Los cálculos de la FAO apuntan que los costes internacionales de los comestibles están un veinte% bajo su pico de hace un año, cuando comenzó la guerra en Ucrania, y desde ese momento llevan doce meses desacelerando merced a ideas como el pacto con Rusia que deja exportar grano de Ucrania, la relajación de las tensiones en las cadenas de suministro y una menor demanda del lado de los importadores. Sin embargo, esos movimientos no se han trasladado aún a los lineales: conforme el INE, los comestibles y bebidas no alcohólicas suman ahora precisamente un año encareciéndose sobre el diez% en España.
Los especialistas citan entre las causas la subida del coste de la energía, las semillas y los fertilizantes, que habría encarecido la producción —y que a pesar de las caídas en electricidad y comburentes, el proceso hasta el momento en que se refleja es lento—, como fenómenos meteorológicos desfavorables como sequías y heladas, que habrían sido culpables de las peores cosechas, reduciendo así la oferta. No hay que ignorar tampoco la cuestión estadística: los comestibles tardaron más en subir que la energía cuando la invasión rusa de Ucrania provocó un terremoto en los mercados de materias primas. Y no fue hasta abril cuando su impacto se sintió con más fuerza sobre los comibles.
Eso vuelve considerablemente más probable que el próximo mes se genere un frenazo en la inflación alimentaria: al cotejar con un abril de dos mil veintidos que ya puso los costes en umbrales altos, es más bastante difícil que prosigan encareciéndose a los ritmos vistos recientemente. Y conforme pasen los meses, ese efecto base empujará a la baja la inflación de estos artículos, puesto que al medirse con lo sucedido hace un año, se equiparará poco a poco más con meses de comestibles costosos. Además, Mercadona, la primordial cadena de supermercados del país, ha anunciado rebajas en quinientos productos hasta fin de año tras revisar que los costes de costo ya están bajando en el mercado, si bien “lentamente”. Y sus contrincantes Dia y Eroski han comunicado que realizarán descuentos.
En cuanto a la tasa de inflación general, el INE sostiene el dato adelantado hace un par de semanas, lo que deja el IPC de marzo en el 3,3%, su porcentaje más bajo desde agosto de dos mil veintiuno, y el segundo más bajo de toda la Unión Europea, solo tras Luxemburgo. Fuentes del Ministerio de Economía mantienen que la evolución de los costes en España está favoreciendo a las compañías nacionales. (*2*). La inflación latente, que excluye energía y comestibles frescos, prosigue en cambio muy elevada, en el 7,5%, lo que señala un contagio a otros productos.
Aunque los costes van a vivir aún bandazos en alza y a la baja, conforme un informe del banco de inversión Arcano la tendencia está clara: dos mil veintitres va a ser el año de la ralentización de la inflación, y dos mil veinticuatro el de la normalización de los costes. Entre los factores clave, apunta a la energía. (*4*), apunta. Alude además de esto a cuestiones como el menor desarrollo económico derivado de la subida de tipos; el enfriamiento del crédito frente a las mayores necesidades de liquidez de la banca; la menor demanda de recursos por el fin de las limitaciones pandémicas, que empuja a los usuarios a gastar más en servicios; la caída de la demanda china de materias primas por la crisis inmobiliaria o el convocado efecto base.
La desaceleración de la inflación de EE UU —del 6% al 5%— famosa este miércoles favorece de rebote a Europa y España: las perspectivas de una mejora más veloz de lo aguardado —aun con el lunar de la alta subyacente— incita la idea de que la Reserva Federal va a ser menos dura en su política de subidas de tipos. Y eso empuja al euro. La revalorización de la moneda única a niveles afines a los de hace un año —se cambia por 1,10 billetes verdes— deja a su vez abaratar las importaciones europeas de energía, que se pagan en dólares estadounidenses, reduciendo así la factura.
No todo son buenas noticias. La amenaza de que se generen retrocesos en la batalla contra la inflación no ha desaparecido. Especialmente por la sequía persistente que padece el campo de España y por los movimientos de la OPEP, que anunció el pasado 2 de abril un recorte de la producción de 1,16 millones de barriles diarios entre mayo y finales de año para mantener el coste del crudo. La nueva provocó un repunte inmediato de su cotización, si bien aún es pronto para aventurar si se trata de un cambio de tendencia o solo una reacción que irá siendo digerida poquito a poco por el mercado.
Para Francisco Blanch, responsable de materias primas en Bank of America, hay motivos para meditar que el petróleo va a frenar su caída. (*1*).
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Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica.
Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales, es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.