Los banqueros centrales procuran una brújula. Están navegando guiándose por las estrellas mientras que el cielo está anubarrado, conforme la metáfora que usó el presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, este viernes en Jackson Hole (Wyoming), en el tradicional simposium de banqueros centrales de finales de agosto. Tras la pandemia y la guerra de Ucrania, las reglas del juego han alterado y no hay manual de instrucciones para lo que pasa, coincidió la presidente del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde.
La batalla contra la inflación se extiende y las tensiones sobre los costes conminan en un planeta menos globalizado, con cuellos de botella en la cadena de suministro, escasez de ciertas materias primas esenciales y lucha contra el cambio climático. Con ello, el interrogante ya no es tanto hasta dónde van a subir los modelos, sino más bien cuánto continuarán altos. La era del dinero asequible que prosiguió a la Gran Recesión se ha ido y no semeja que vaya a regresar pronto, con las consecuencias que eso tiene para las hipotecas, la inversión y la economía por norma general.
Mientras hallan la brújula, los grandes bancos centrales, y singularmente la Reserva Federal, prefieren confundirse de rumbo poniendo la proa cara la estabilidad de costes, si bien eso implique tener que navegar mediante una recesión. Los banqueros centrales se clasifican entre halcones, preocupados por la estabilidad de costes a toda costa, y palomas, más sensibles a la evolución del empleo. Robert McTeer, viejo presidente de la Reserva Federal de Dallas, afirmaba que “solo los halcones van al cielo de los banqueros centrales”. Powell y Lagarde tratan de ganarse su sitio en el cielo sometiendo a la inflación más alta en 4 décadas.
Jackson Hole no es el cielo, mas a fines de agosto se le semeja. Ese entorno paradisiaco en las Montañas Rocosas, en pleno parque nacional del Grand Teton, en Wyoming, padece inviernos inflexibles, mas veranos suaves que contrastan con el calor húmedo de agosto en la capital de Estados Unidos. Desde hace más de cuarenta años, bajo convidación de la Reserva Federal de Kansas City, acoge todos los años por estas datas un simposium económico que concentra a banqueros centrales y economistas de todo el planeta en un apartado hotel de decoración rústica, con oso disecado incluido.
El alegato más aguardado era el Powell del viernes, en el que afirmó que la inflación aún es “demasiado alta” y que está presto a subir más los modelos si hace falta, mas que cualquier resolución se va a tomar “cuidadosamente”. Además, aceptó que los más de 5 puntos de subida en año y medio (de prácticamente el cero% a un rango del cinco con veinticinco%-cinco con cinco%) aún tienen efectos diferidos que desplegar. La traducción es que la Reserva Federal va a hacer una pausa en su asamblea del veinte de septiembre y tal vez asimismo en la de noviembre y en el último mes del año va a decidir si aún hay que dar otra vuelta de tuerca o ya es suficiente, conforme fuentes del mercado. Pero hay división. Los analistas de Bank of America, se sostienen cómodos con su previsión de que la última subida de cero,25 puntos va a ser en el mes de noviembre y los de Oxford Economics piensan que la subida de julio fue la última.
Lagarde dio menos pistas, mas las intervenciones de consejeros del BCE en Jackson Hole durante un par de días adelantan una batalla en la asamblea de septiembre entre los partidarios de subir aún algo más los modelos en el mes de septiembre y los que preferirían asimismo aguardar. “Para mí es demasiado pronto para pensar en una pausa”, afirmó el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, a Bloomberg TV (BTV) en Jackson Hole. “No debemos olvidar que la inflación sigue rondando el 5%. Por tanto, es demasiado alta. Nuestro objetivo es el 2%. Así que queda camino por recorrer”. Nagel rechazó la caricaturización de Alemania como el enfermo de Europa en esta coyuntura. “Sigo siendo bastante optimista de que tendremos un aterrizaje suave”.
Aterrizaje suave, un término proveniente de la carrera espacial entre Estados Unidos y la Unión Soviética en la década de mil novecientos setenta, es el mantra de los bancos centrales cuando la economía se recalienta o la inflación se les escapa. Se trata de supervisar los costes con subidas de tipos sin provocar una recesión. Alan Greenspan lo consiguió en la Reserva Federal en mil novecientos noventa y cuatro, mas no pudo eludir la recesión tras las subidas de tipos que pincharon la burbuja tecnológica. Powell está en ello, mas es pronto para cantar victoria. El año próximo dictará sentencia, conforme Esther George, presidente hasta enero pasado del banco de la Reserva Federal de Kansas City, el anfitrión en Jackson Hole. El presidente de la Reserva Federal de Chicago, Austan Goolsbee, aseveró que ve una “senda dorada” para reducir la inflación sin provocar una enorme recesión, conforme afirmó a la CNBC.
Trampas al solitario
Los banqueros centrales han rechazado los cantos de sirena de quienes solicitaban elevar la meta de inflación del dos% al tres%. Sería como hacerse trampas al solitario. “El 2% es y seguirá siendo nuestro objetivo de inflación”, afirmó Powell tajante el viernes. “No perderemos de vista nuestro objetivo. Debemos mantener y mantendremos la inflación en el 2% a medio plazo”, le secundó Lagarde. “Me incomoda declarar la victoria cuando claramente no lo es. Antes de meternos en esto ya dijimos cuál iba a ser el objetivo. No se puede cambiar el objetivo de inflación hasta que se alcanza”, agregó Goolsbee.
Lo que sí ha subido, conforme los economistas, es el género de interés neutral, el que ni frena ni impulsa la economía. Eso puede explicar que las levantas de tipos hayan enfriado menos la actividad de lo que se aguardaba hace un año en Jackson Hole, a pesar de que han sido más violentas de lo que se adelantaba entonces. Factores como la política fiscal expansiva (con más déficit y deuda) y las bolsas de ahorro amontonadas por la pandemia lo han elevado, mas ni Powell tiene claro dónde se sitúa: “No podemos identificar con certeza el tipo de interés neutral, por lo que siempre existe incertidumbre sobre el nivel exacto de restricción de la política monetaria”, aceptó el viernes.
Tras las subidas de géneros de dos mil veintidos y dos mil veintitres, llega el instante de calibrar los últimos movimientos. La tradición es confundirse con la última subida, en una parte por elección propia. “No subir los tipos lo suficiente sería un error peor que subirlos demasiado, porque podemos corregirlo”, afirmó a BTV en Jackson Hole la presidente de la Reserva Federal de Cleveland, Loretta Mester. “Tenemos que ser muy cuidadosos. No queremos apretar demasiado. No queremos quedarnos cortos”, agregó a CNBC. “Los riesgos están ahora realmente en ambos lados: hacer demasiado poco o hacer demasiado, pero yo seguiría errando por el lado de subir los tipos”, coincidió Martins Kazaks, gobernante del Banco de Letonia.
Al dejar abierta la posibilidad de nuevas subidas de tipos, Powell retrasa el próximo debate: en qué momento comenzarán las bajadas. La evolución de los modelos de interés de los bonos estadounidenses adelanta que no están cerca. “Más alto durante más tiempo’ es el mensaje algo apagado que he recibido de Jackson Hole”, escribió el viernes en X, la vieja Twitter, Bill Gross, cofundador del gigante Pimco y al que se conocía como el rey de los bonos.
“Evaluaremos durante cuánto tiempo mantener las restricciones a medida que baje la inflación. El tipo de interés real [los tipos nominales ajustados a la inflación] se endurecerá, así que tendremos que vigilarlo a medida que avancemos”, apuntó Mester. “Creo que es muy probable que necesitemos aguantar durante un tiempo considerable”, afirmó la presidente de la Reserva Federal de Boston, Susan Collins. Otros participantes piensan que ese es el mensaje que toca ahora, mas que a nivel práctico no es muy relevante, sino van a ser los datos los que marquen las resoluciones. “Igual que la inflación sorprendió al alza, puede sorprender a la baja”, afirmaba a Forbes Hispano uno de los asistentes. El presidente del Banco de la Reserva Federal de Filadelfia, Patrick Harker, firme partidario de hacer una pausa, considera que no va a haber rebajas de tipos “claramente hasta el año que viene como pronto”. “¿Y cuándo el año que viene? Los datos tendrán que decirlo. Si la tasa de inflación baja más rápido de lo previsto, podríamos recortar más pronto que tarde, pero creo que tenemos que dejar que eso ocurra”, agregó a la CNBC.
El mercado prosigue aguardando que el próximo año lleguen ciertas bajadas de tipos. Bank of America prevé una rebaja de cero,75 puntos en el conjunto del año, cero,25 en el primer mes del verano y otro tanto en el tercer y cuarto trimestre. Según sus analistas, el alegato de Powell tenía una parte para los halcones (que la inflación es aún “demasiado alta”, que está presto a regresar a subir los modelos y que el tipo neutral puede haber subido) y otra para las palomas (que las subidas de tipos ya efectuadas aún no han desplegado sus efectos, que los próximos movimientos se van a hacer “cuidadosamente”).
Powell ha insistido en que no desea reiterar los fallos de la década de mil novecientos setenta, cuando el presidente de la Fed, Arthur Burns, cantó victoria ya antes de tiempo y la inflación se enquistó a lo largo de una década en la economía estadounidense. Paul Volcker, que ocupó el cargo de mil novecientos setenta y nueve a mil novecientos ochenta y siete, decidió al poco de tomar posesión acometer un cambio de calado en la política monetaria: limitar la cantidad de dinero y que el mercado fijara los modelos, que llegaron al veinte%. Fue Volcker el presidente de la Fed que asistió al primer simposium de Jackson Hole, en mil novecientos ochenta y dos. No halló allá reposo sino más bien una avalancha de críticas. Edward Kane, economista de la Universidad Estatal de Ohio, tuvo una presentación asoladora, según recoge el libro In Late August (A fines de agosto).
“Dependiendo de los índices económicos en los que se haga hincapié y de cómo se tengan en cuenta otros acontecimientos potencialmente relevantes, el cambio en el marco de la política del FOMC [el comité de política monetaria de la Fed] puede ser descrito como espectacularmente exitoso, relativamente poco importante o absolutamente desastroso”, afirmó Kane, que al desarrollar su exposición se quedó con la tercera opción. El tiempo, en cambio, dio la razón a Volcker, del que Powell se ha declarado gran seguidor. Ahora desea proseguir su ejemplo y “seguir con ello hasta que el trabajo esté hecho”, conforme la muletilla inspirada en su predececesor que repite una y otra vez.