EY ha anunciado este martes que da marcha atrás en sus planes de dividir los negocios de asesoría y auditoría del conjunto. La resolución se genera una vez que los responsables globales de la Big Four señalaran la existencia de disconformidades internos, en concreto en la división estadounidense, la más grande de la red, y sin cuyo apoyo han optado por no continuar adelante.

EY dio el pistoletazo de salida oficial a su escisión el pasado septiembre, cuando sus líderes aprobaron un plan que pretendía separar el negocio de auditoría del de asesoría y sacar este último a Bolsa. Su pretensión era explotar comercialmente el valor creado en la firma durante los años y que los asociados consiguiesen ganancias millonarias en forma de bonus o acciones. Pero si bien el comité ejecutivo global de la firma aprobó la operación, de la que se llevaba hablando meses, la carencia de respaldo interno sobre el cambio de estructura ha acabado por tumbar la propuesta.

La firma de servicios profesionales, un gigante con más de trescientos empleados en el mundo entero, puso en marcha una votación país por país desde finales de 2022, mas la separación “en dos organizaciones distintas y multidisciplinares”, una gran reorganización bautizada como Proyecto Everest por su extensión, no va a tener sitio de momento.

Los responsables de EY, no obstante, no renuncian a que pueda regresar a echar a caminar un proyecto afín en el futuro. “El ejecutivo global sigue comprometido a seguir adelante con la creación de dos organizaciones de clase mundial que promuevan aún más la calidad de la auditoría, la independencia y la elección del cliente”, apuntan en una nota, difundida por el Financial Times. “Sin embargo, hemos sido informados de que el comité ejecutivo de Estados Unidos ha decidido no seguir adelante con el diseño del Proyecto Everest. Dada la importancia estratégica de la firma miembro de EE. UU. para el Proyecto Everest, hemos detenido el trabajo en el proyecto”, agregan.

La idea se encaraba por adelantado a la dificultad del sistema de voto. En las compañías cotizadas los accionistas votan una sola vez para aprobar una rotura de esta clase, mas en el caso de EY los cálculos charlaban de votos locales en unos setenta y cinco países, y no en todos se votaba de igual manera. En ciertos bastaba una mayoría simple, al paso que en otros era preciso el respaldo de dos tercios. Un laberinto que requería de una clara unanimidad que no se ha logrado.

La coexistencia de los negocios de auditoría y asesoría en una misma firmas tiene ventajas e inconvenientes. Permite tener más tamaño, mas es fuente de enfrentamientos de intereses. Si una de las Big Four (EY, Deloitte, KPMG y PwC, las 4 grandes firmas de servicios profesionales) se hace con la auditoría de una destacada empresa, no puede apenas prestarle servicios de asesoría, consultoría de operaciones, fiscal y legal y otros servicios por los posibles enfrentamientos de interés.

Pese a todo, EY ha sido la única que de momento ha planteado la idea de una separación. El resto de las Big Four han negado, de forma aproximadamente tajante, que se propongan un movimiento afín. Directivos de ciertas de ellas ven algo controvertible que los asociados actuales capitalicen en buena medida el valor amontonado durante los años por la firma a través de la operación. Algunos asimismo relacionan la operación con el peligro de multas y demandas millonarias para la rama de auditoría por las revisiones de Wirecard, en Alemania, y de NMC Health, en Reino Unido.

Según explicó al diario The Wall Street Journal el pasado otoño el presidente ejecutivo global de EY, Carmine Di Sibio, la firma planeaba captar unos once millones de dólares americanos en la colocación en Bolsa de un quince% del capital de su negocio de asesoría. Eso daría una valoración de unos setenta y tres millones. Y preveía tomar prestados unos dieciocho millones.

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Adrian Cano

Santander (España), 1985. Después de obtener su licenciatura en Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid, decidió enfocarse en el cine y se matriculó en un programa de posgrado en crítica cinematográfica. Sin, embargo, su pasión por las criptomonedas le llevó a dedicarse al mundo de las finanzas. Le encanta ver películas en su tiempo libre y es un gran admirador del cine clásico. En cuanto a sus gustos personales,  es un gran fanático del fútbol y es seguidor del Real Madrid. Además, ha sido voluntario en varias organizaciones benéficas que trabajan con niños.