Mañanas en la playa, comidas en el puesto, visitas a un museo, excursiones por la montaña, conciertos a la fresca… Las ganas de viajar se han disparado tras los un par de años de limitaciones de la pandemia y España se prepara para un verano de actividad turística que se espera récord, o cuando menos tan bueno como dos mil diecinueve. Esta robusta restauración es uno de los motores del desarrollo económico, mas ha avivado el discute sobre el impacto en el ambiente de una industria que, tanto en el mercado de España como a nivel global, mueve a millones de turistas para ser rentable.

El boom de viajantes complica el compromiso de reducir a la mitad las emisiones de CO2 en dos mil treinta, singularmente por el transporte, y agudiza los inconvenientes de escasez de recursos como el agua. En los destinos más sobresaturados, produce a veces inconvenientes de acceso a la residencia, tensiones sociales y de convivencia con los residentes. Pero asimismo es verdad que el campo contribuyó el año pasado al sesenta y uno% del desarrollo económico de España el año pasado, conforme Exceltur, y supone en torno al doce% del PIB y otro tanto del empleo. Este resultado se logró tras percibir setenta y uno con seis millones de viajantes extranjeros en dos mil veintidos, solo un catorce% bajo el récord de dos mil diecinueve, nivel que se confía superar en dos mil veintitres.

Hasta acá, pocas novedades. Los efectos, tanto negativos como positivos, del turismo llevan años siendo objeto de discute, más en un país como España que es el segundo destino del planeta tras Francia. Pero algo ha alterado, singularmente desde la pandemia: la mentalidad de los viajantes. Estos son más siendo conscientes del impacto de esta industria en el ambiente.

“La gente está cada vez más preocupada por la sostenibilidad y los hoteles se están poniendo las pilas”, asevera Álvaro Carrillo de Albornoz, directivo general del Instituto Tecnológico Hotelero (ITH), adscrito a la patronal CEHAT. “Durante la pandemia hubo un parón y hemos repensado el turismo; la planta hotelera está renovándose hacia un producto de más calidad, y se ha aprovechado para mejorar los sistemas de gestión de agua, residuos y energía”, agrega. “Los números salen; en pocos años se recupera la inversión, el cliente lo valora y está dispuesto a pagar más”.

Manifestación contra los cruceros en Barcelona, en mayo pasado.
Manifestación contra los cruceros en Barcelona, en el mes de mayo pasado.MASSIMILIANO MINOCRI

Dos encuestas le dan la razón. El último informe de Booking sobre el tema (Sustainable Travel Report, dos mil veintitres), con entrevistas a treinta y tres viajantes en treinta y cinco países, entre ellos España, señala que un setenta y seis% prefiere opciones sustentables. Este porcentaje supone un aumento de dieciseis% con respecto a los datos de dos mil veintiuno y del cinco% sobre los de dos mil veintidos. Es más, un cuarenta y tres% afirma estar presto a abonar más por viajar de forma más sustentable.

Un segundo estudio, presentado por Mastercard en Madrid esta semana y centrado en viajantes de Alemania, el Reino Unido y Francia, apunta conclusiones afines y revela ciertas contradicciones: el cincuenta y tres% de los encuestados se considera bastante implicado en la sostenibilidad, mas solo un dieciseis% se comporta de forma sustentable cuando viaja. “Hay clientes que piden al hotel el certificado de sostenibilidad, pero luego cogen comida de más en el bufé del desayuno y se acaba tirando lo que sobra”, asevera Álvaro Carillo. “Que el hotel sea sostenible no quiere decir que el cliente también lo sea”, sentencia.

Jóvenes y alemanes

El costo es un condicionante esencial para los viajantes. Un sesenta y nueve% de los encuestados por Mastercard admitiría abonar un sobreprecio de como mucho el cinco% para tener unas vacaciones sustentables, y un cuarenta y cinco% estaría presto a abonar hasta un diez% más. Los más sustentables son los viajantes entre dieciocho y treinta y cinco años, y los alemanes son los que están prestos a abonar más. “Todavía hay un camino por recorrer, pero tenemos un buen punto de partida”, conforme Miguel Sanz, directivo general de Turespaña, que esta semana asimismo publicó una encuesta sobre el tema y concluye que el setenta y cinco% de los viajantes que han estado en España se muestran satisfechos con la sostenibilidad del destino.

Las empresas están adaptándose al apogeo del turista sustentable. “La normativa y los compromisos de reducción de emisiones también fuerzan los cambios, pero es que además el mercado te va a pedir que lo hagas”, aseveró Sanz a lo largo de la presentación.

El incremento de esta demanda verde se está integrando como parte esencial del modelo de negocio de las compañías turísticas para distinguirse de los contrincantes. “Ha habido un cambio de mentalidad en la gestión del agua, la energía y los residuos, en el objetivo de equiparar el consumo de un turista con el de un residente y se han hecho muchas inversiones, mientras que en movilidad se está haciendo menos”, asevera José Antonio Donaire, maestro de la Universitat de Girona y miembro del Instituto de Investigación en Turismo. Por ejemplo, el consumo medio de agua de un ciudadano es de ciento veintisiete litros al día, mientras que el de un turista fluctúa entre cuatrocientos cincuenta y ochocientos libros (estas cantidades incluyen el gasto de hoteles y restoranes, aparte de los spa, el golf, los parques temáticos y el gasto municipal en servicios de higiene).

Uno de los hoteles que están realizando cambios es Barceló. “Este año el 80% de nuestros hoteles ha incorporado mejoras en temas de eficiencia hídrica, ahorrando un 7% de recursos”, explica Belén Juárez, responsable de Sostenibilidad y Experiencia de Cliente de la cadena. La empresa cuenta con veinticuatro establecimientos con certificado BREEAM (Building Research Establishment Environmental Assessment Methodology), de referencia en construcción sustentable. Además, prácticamente el cien% de la energía es de origen renovable y el año pasado redujeron en un veinte% el uso de recursos energéticos.

El 40% del territorio canario está catalogado como espacio protegido, lo que limita el número de visitantes.
El cuarenta% del territorio canario está clasificado como espacio protegido, lo que limita el número de visitantes.

La opinión de los clientes del servicio acredita la estrategia. “En nuestra última encuesta realizada a través de nuestras redes sociales, el 38% de los viajeros han valorado, por encima de otras cosas, que el hotel que reservan, respete y ponga en valor su entorno natural; el 36% tienen en cuenta otros factores a la hora de decantarse por un hotel, concretamente el apoyo al producto de cercanía ofreciendo una alimentación eco y saludable; el 14% que disponga de sistemas de energía eficiente y, por último, el 11% que cuente con un plan de residuos cero y de reciclaje”, explica.

Salto generacional

El maestro José Antonio Donaire estima que ha habido un salto generacional y la preocupación por el medioambiente ha ido medrando con los millennials. “La conciencia ambiental hace que se viaje más cerca, que se haga más turismo de proximidad, de kilómetro cero”, asevera. También cambian los hábitos de consumo y la época alta se abre a más meses.

Los certificados globales de sostenibilidad ganan relevancia, como es el caso de Earth Check, el más reconocido sobre todo en Estados Unidos. O asimismo que agencias como Booking clasifiquen al establecimiento como sustentable en su web. “Los clientes lo tienen en cuenta, sobre todo los del norte de Europa y en Norteamérica”, señala Gloria Juste, directiva de Sostenibilidad del conjunto Palladium. La cadena ha desplegado un gabinete de sostenibilidad en todos y cada hotel, “para atender las particularidades de cada uno, con la ayuda de la dirección y los empleados”. En energía, el cien% es renovable en sus hoteles en Europa y un sesenta% a nivel global. También han tomado medidas para reducir el plástico de un uso, el consumo de agua y energía.

Bicicletas y turismos eléctricos

En una línea afín, el conjunto NH cuenta con un cincuenta% de los hoteles con certificados individuales de sostenibilidad, mientras que el sesenta y cuatro% de la electricidad consumida en el mundo entero procede de fuentes de energía renovables. La empresa, una de las primordiales cadenas hoteleras urbanas, está apostando por dotar sus establecimientos con bicis y puntos de carga para turismos eléctricos para facilitar la movilidad sustentable.

En el caso de Meliá, la compañía ha reducido más de un diecisiete% su huella de carbono por estancia y un veintidos% el consumo de agua en dos mil veintidos con respecto a dos mil veintiuno. El cuarenta y siete% de sus hoteles usa energías renovables (el cien% en España) y el año pasado inauguraron su primer establecimiento con cero emisiones, el Villa Le Blanc, en Menorca.

Las inversiones en eficacia energética y de consumo de recursos son bastante extendidas. “En España tenemos 15.000 hoteles y algunos se lo toman más en serio que otros”, apostilla Álvaro Carillo.

Hotel Villa Le Blanc, del grupo Meliá, en Menorca.
Hotel Villa Le Blanc, del conjunto Meliá, en Menorca.

Falta por ver si todas y cada una de las medidas de ahorro de energía y recursos son suficientes para compensar la huella que dejan los más de mil millones de turistas que anualmente viajan por todo el planeta. Antes de la pandemia, el turismo era uno de los ámbitos con mayor desarrollo y suponía un diez% del PIB mundial. Pero asimismo se ha transformado en uno de los más contaminantes: conforme el último estudio de la Organización Mundial del Turismo y el Foro Internacional del Transporte, las emisiones de CO2 del turismo medraron cuando menos un sesenta% entre dos mil cinco y dos mil dieciseis, hasta suponer un total del ocho% mundial. Solo el transporte (aeroplano primero y después el vehículo) es el autor del cinco% de las emisiones mundiales. Para reducir la polución, Francia aprobó en el mes de mayo una ley que prohíbe efectuar vuelos cortos cuando estos tengan opción alternativa de viaje en tren de menos de dos horas y media.

Aviones y emisiones

La transformación en movilidad es difícil. La UE ha aprobado un enorme bulto legislativo (bautizado Fit for cincuenta y cinco, o en forma para el 55) con medidas para reducir las emisiones de CO2 del transporte en dos mil treinta cuando menos un cincuenta y cinco% con respecto a mil novecientos noventa. Para los aeroplanos, establece que el dos% del comburente sea sustentable desde dos mil veinticinco y el setenta% para dos mil cincuenta. En ese marco, la industria está desarrollando los ecocombustibles, que son comburentes líquidos neutros en carbono para cuya producción se reemplaza el petróleo por materias primas opciones alternativas (restos agrarios, forestales y urbanos, CO2 capturado e hidrógeno renovable).

Todas las grandes empresas del campo están invirtiendo en estos nuevos comburentes. Pero asimismo han advertido de que son más costosos y pueden tener una influencia en los costes de los billetes. “En este nuevo escenario de descarbonización lo más probable es que el transporte se encarezca aún más”, advierte Donaire, que estima que hasta el instante se ha hecho poquísimo en temas de movilidad sustentable de ocio.

Viajar ya es más costoso. La inflación ha supuesto un duro golpe para la renta libre de los ciudadanos y, a la vez, ha aumentado los costos de las compañías y, por consiguiente, los costes. Las empresas aseveran que, aparte de los costos, el encarecimiento se explica por el hecho de que los hoteles se están posicionado en ámbitos más premium y, además de esto, el campo se está recobrando del golpe de la pandemia, que dejó muchas deudas.

Los buenos resultados recientes de las grandes hoteleras, pertinentes a dos mil veintidos, certifican que la actividad va viento en popa. Mientras, el gasto turístico rozó máximos en dos mil veintidos y se situó en ochenta y siete y sesenta y uno millones de euros (un noventa y cinco% de lo registrado hace 3 años). El gasto medio por viajante (mil doscientos diecisiete euros) se situó un diez,5% sobre la marca de dos mil diecinueve.

Ante este panorama, ¿posiblemente el turismo sea sustentable? “La respuesta tiene que ser que sí”, opina Macià Blázquez, catedrático de Geografía de la Universitat de les Illes Balears y especialista en turismo. “Todos estamos de acuerdo con que hemos de disfrutar de más tiempo de ocio y el turismo es importante; los que creemos que hay que poner freno a ciertas cosas no estamos en contra del turismo, sino que abogamos por abordar ciertos cambios”. El objetivo, a su juicio, pasa por fomentar un turismo de cercanía, estancias más largas y que el beneficio que favorezca asimismo a la población.

Varias comunidades han impuesto restricciones a la masificación, como la moratoria hotelera en Barcelona. Baleares ha limitado a 3 el número de cruceros diarios y hace un año aprobó una ley que establece mecanismos para quitar una parte de las seiscientos veinticinco mil plazas turísticas que hay en las islas, prioritariamente en hoteles obsoletos de una y dos estrellas. Las restricciones al turismo han sido uno de los temas más controvertidos de la reciente campaña electoral en Canarias y asimismo llegan a poco a poco más parques naturales, sobresaturados de visitantes los fines de semana y en verano. “Hay cierto consenso en que hay que imponer ciertas limitaciones y atraer a menos turistas, pero que gasten más; el inconveniente es que esta estrategia tiene un efecto de elitización del destino”, opina Blázquez.

El turismo de calidad es otro de los conceptos a discute desde hace décadas. Los excesos cometidos por los llamados turistas de borrachera en ciertos destinos, como Magaluf (Mallorca), desataron la polémica sobre esta clase de negocio, vinculado a los bultos low cost. Desde hace unos años, muchas empresas turísticas se han transformado para captar clientes del servicio de mayor poder adquisitivo, sobre todo familias. Aunque Donaire advierte que acrecentar la calidad no siempre y en todo momento es más sostenible: “Un hotel de cinco estrellas consume cuatro veces más agua que uno de baja calidad”. Blàzquez considera que el “turismo de lujo” produce, además de esto, más desigualdades: “Es solo para quien se lo puede permitir”.

En cualquier caso, en el campo se estima que el número de visitantes ya no puede ser la primordial referencia. “Son más interesantes otros indicadores como las pernoctaciones, el gasto de los turistas y la huella ambiental”, conforme Miguel Sanz, directivo general de Turespaña. Aunque piensa que España precisa proseguir fortaleciendo su oferta complementaria, se declara un enorme defensor del turismo de sol y playa: “Tenemos atributos buenos para las vacaciones de relax; eso es una suerte y hay que gestionarlo para que sea lo más competitivo e innovador posible”.

El modelo de sol y playa lleva décadas cuestionado y, si bien se ha ido diversificando el turismo cara otro género de ofertas, como el turismo urbano, cultural y de naturaleza, la verdad es que actualmente 9 de cada diez turistas internacionales pasan solo por 6 comunidades autónomas, todas y cada una de costa: Cataluña, Comunidad Valenciana, Baleares, Andalucía, Canarias y Galicia. “Nos vamos diversificando poco a poco, pero tenemos lo que tenemos y la playa siempre va a ser un gran activo”, opina Álvaro Carrillo. “Hay que alargar las temporadas y ofrecer actividades complementarias, que no sea lo de siempre, con oferta gastronómica y cultural, entre otras”, explica.

En los barómetros sectoriales que cada trimestre presenta CEHAT con la asesora Pwc, hay un apartado que mide las menciones de España en redes sociales, weblogs y webs. Curiosamente, la palabra playa sale mentada de forma bastante equilibrada con otras como seguridad (dominante a lo largo de dos mil veinte por la pandemia), cultura, naturaleza o gastronomía.

El empleo es otro elemento clave para la sostenibilidad. Las empresas turísticas recobraron en dos mil veintidos los niveles anteriores a la pandemia (cerraron diciembre un levanta del uno con cuatro% sobre dos mil diecinueve), conforme los datos de Exceltur. Además, han reducido a mínimos históricos la tasa de temporalidad, que desciende al ocho,8% por la adopción extendida del contrato fijo intermitente.

Pero CC OO estima que “la mejora de la actividad no ha repercutido positivamente en las condiciones laborales ni los salarios”, conforme explica Marcos Gutiérrez, de la ejecutiva federal del sindicato. Con datos del primer trimestre de dos mil veintitres, la central asevera que se ha aumentado las carga de trabajo, pues no se ha aumentado el tamaño medio de las plantillas, pese a la mayor actividad. CC OO valora la reducción de la temporalidad, mas apunta que la parcialidad prosigue en el veintinueve con tres%. “El turismo es un sector no deslocalizable y eso es una fortaleza; España es puntera en mano de obra cualificada e infraestructuras y hay que trabajar por la sostenibilidad de la actividad”, asevera Gutiérrez.

La sostenibilidad económica semeja asegurada en dos mil veintitres, a la vista del optimismo del campo y las previsiones. La cuestión es, si se marca un récord de actividad ese año, ¿cuál va a ser la meta para dos mil veinticuatro?

A por los turistas que más gastan

C. G.

España hace grandes sacrificios por captar los turistas chinos. En dos mil diecinueve, antes que el coronavirus paralizara los desplazamientos, llegaron setecientos mil visitantes chinos. Se trata de un porcentaje pequeño con respecto a los ochenta y cuatro millones de turistas extranjeros que visitaron España en dos mil diecinueve, que fue un año récord. Pero el gasto por viajante es de los más elevados: dos.407 euros por visitante, más del doble que británicos y alemanes, y estancias más largas. Las encuestas muestran, además de esto, que una enorme mayoría que ha visitado España se declaran prestos a regresar. Y fidelizar al cliente del servicio es una de las prioridades.

En julio está prevista la celebración en Madrid de una edición nueva del Foro de Turismo España-China, organizado por Turespaña juntamente con las autoridades chinas en materia de turismo, una vez que Pekín suprimió en el primer mes del año las limitaciones por el covid. El objetivo es establecer relaciones más fluidas tanto con los operadores turísticos chinos como con sus compañías aéreas a fin de que incluyan España en su lista de destinos.

El impacto en el turismo global de la reapertura de China es notable, teniendo presente que era el mayor transmisor de turismo del planeta ya antes de dos mil veinte, con un total de ciento cincuenta y cuatro millones de viajantes internacionales y un gasto de doscientos cincuenta y cuatro mil seiscientos millones de dólares americanos en dos mil diecinueve, el diecisiete% del total mundial, conforme la OMT. Los primordiales destinos ya antes de la pandemia estaban en Asia (Hong Kong y Macao, y los países más próximos sobre todo) y, fuera de la zona, Rusia, Canadá, Italia, Turquía, el Reino Unido, Francia y España.

Mercedes Cruz Ocaña