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Un recibo de la luz, en una imagen del archivo.Pablo Monge Fernandez

A un ritmo más bajo, en una parte por el ungüento de la salvedad ibérica, mas la escalada de la luz siguió en la segunda mitad del año pasado. España cerró dos mil veintidos como el octavo país con la electricidad más cara de la UE, conforme los datos recién publicados por «https://twitter.com/elpais_economia»la oficina estadística comunitaria (Eurostat), tras Dinamarca, Bélgica, Irlanda, República Checa, Italia, Rumania y Alemania, y —por tanto— meridianamente sobre la media de los Veintisiete. Seis meses ya antes, a fines de junio, era el quinto más costoso del bloque. La mejora en esa clasificación no responde, en cambio, a un abaratamiento de la luz en España sino más bien al peor comportamiento relativo de los costos en otros asociados.

De media, las familias españolas —con un consumo de entre dos mil quinientos y cinco.000 kilovatios hora (KWh) anuales: el hogar promedio ronda los 3.500— pagaron treinta y tres con cinco céntimos por KWh en la segunda mitad del año pasado, un dieciocho% más que la media europea. Respecto al ecuador del ejercicio, la subida sufrida por los usuarios españoles fue del nueve%, al paso que la escalada en la UE rondó el doce con cinco%. En ese relativo desacoplamiento sí se dejó sentir la salvedad ibérica, si bien en un grado mucho menor que en el mercado mayorista, el que más se ha visto presionado a la baja por el mecanismo para desvincular las trayectorias de la luz y del gas natural.

Estructura de mercado

La razón tras esta discrepancia hay que localizarla, sobre todo, en la estructura del mercado de España. Cuatro de cada diez hogares tienen contratada la tarifa regulada de la luz (o PVPC), en la que el impacto de la salvedad ibérica ha sido considerablemente más evidente: aun con la compensación asociada al mecanismo, los hogares que han optado por esta modalidad pagaron de forma notable menos de lo que habrían abonado sin él. Quien está en el mercado libre, en cambio, prosigue encajando subidas renovación tras renovación.

En su estadística, Eurostat tiene presente todos y cada uno de los hogares: del mercado regulado y del libre. E incluye todos y cada uno de los cargos e impuestos, un flanco en el que se han producido esenciales cambios en los últimos tiempos: a fines de junio, el Gobierno de España aprobó una nueva rebaja en el IVA de la luz (del diez% al cinco%). Antes, a mediados de dos mil veintiuno, ya lo había recortado del veintiuno% al diez%, había suprimido el impuesto de generación y había reducido el impuesto singular del cinco,1% al cero con cinco%.

La mengua en el coste de la luz que pagan los hogares habría de ser considerablemente más clara ya en 2023: en estos prácticamente 4 meses trascurridos, en los que la salvedad ibérica ha estado inactiva una gran parte del tiempo —por el fuerte aterrizaje en los costos del gas—, los costos del mercado mayorista no solo son de forma notable más bajos que en todo dos mil veintidos, sino muchos días están —incluso— bajo los niveles precedentes a la crisis energética. ¿La razón? El muy frecuente desarrollo renovables, sobre todo de la fotovoltaica, que están reduciendo al mínimo la generación fósil (considerablemente más cara) en las horas solares. ¿La consecuencia? Los hogares que están en el mercado regulado ya ven abaratados sus recibos.

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