La trayectoria de la economía prosigue siendo positiva, a juzgar por los primordiales indicadores macroeconómicos de actividad y de creación de empleo, y todo apunta a que el PIB superará a lo largo de este trimestre su nivel prepandemia. En el cuadro, no obstante, persiste una zona gris, que no es menor: la debilidad de la demanda de los hogares, como lo acreditan las rondas consecutivas de previsiones del BCE. El banco central termina de recortar su pronóstico de desarrollo del consumo en la eurozona hasta un misérrimo cero con dos%, frente al cero con siete% anunciado en el último mes del año. Y al contrario, examina en alza la previsión de PIB hasta el cero con nueve%, en doble que en el último mes del año.

La visión de la economía de España es aun más contrastada, con un fatalismo creciente con relación al gasto de las familias (la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos lo ha recortado hasta el cero con cinco%, prácticamente 3 veces menos que en la ronda de otoño) sin desmentir el optimismo sobre la evolución de la actividad (el PIB se ha revisado hasta el dos,1%, prácticamente el doble que en el otoño y de los mejores resultados en Europa). Esta dicotomía se refleja asimismo en las encuestas cualitativas de confianza, y contribuye a esclarecer la contradicción entre la realidad de una economía que va mejor de lo que se presagiaba y la percepción social.

La explicación de esta desconexión hay que hallarla en de qué forma la desescalada de los costes energéticos y de otros suministros se ha trasladado al tejido productivo. Según el BCE, los costos de producción se han abaratado al compás del vuelco de los mercados internacionales de las primordiales materias primas. Pero los costes internos han reaccionado con retraso, ensanchando los márgenes empresariales y a la vez sosteniendo la presión sobre el IPC. Por otra parte, las retribuciones han mantenido una ruta de moderación: los sueldos pactados en el conjunto de la eurozona subieron un cuatro con tres% en el primer trimestre, prácticamente 4 puntos menos que el IPC, agudizando la pérdida de poder adquisitivo amontonada desde el principio del brote inflacionario. La tendencia ha sido afín en España, aunque la erosión de capacidad de adquiere ha sido algo menos acusada que la media europea (-dos% en el primer trimestre descontando la inflación).

Afortunadamente, la resiliencia del mercado de trabajo ha mitigado el impacto del shock de costes en el bolsillo de los hogares, merced a la aportación a los presupuestos familiares de nuevas fuentes de ingresos. Todo lo opuesto de lo que sucedió en la crisis financiera, cuando la sangría de puestos produjo un caiga de la renta libre y una caída sin precedentes del consumo (un alarmante -nueve,6% entre dos mil diez y dos mil trece), de tal modo que el nivel de vida de las familias se ubica aún en retroceso respecto a las cotas precrisis financiera.

Con todo, el BCE adelanta una mejora del consumo en el futuro próximo, basándonos en dos premisas. Una, que las retribuciones recobren poder adquisitivo, algo que semeja posible conforme la desinflación se consolida y que los pactos salariales integran medidas de compensación. La otra premisa es que la utilización prosiga soportando, y esto va a depender de la resistencia de la economía a la subida de las clases de interés. Y ahí es donde reside la primordial incógnita: el banco central se muestra optimista, mas asimismo reconoce que el encarecimiento del dinero está afectando a los ámbitos más endeudados, a la vez que enfría la financiación de la inversión —uno de los motores más potentes del desarrollo actualmente—. Lagarde da a comprender que el ciclo de ajuste de géneros de interés no ha concluido, de tal modo que podrían generarse por lo menos dos vueltas de tuerca auxiliares. Con el peligro elevado de inutilizar sus previsiones de expansión sostenida. Y de frustrar las esperanzas de mejora del nivel de vida.

Préstamos

El crédito para la adquisición de residencia por la parte de familias desciende a un ritmo acelerado. En el periodo de diciembre a abril, último dato libre, el volumen de nuevos préstamos se redujo un dieciseis% en comparación con un año ya antes. Excluyendo las renegociaciones de préstamos existentes, la caída es aún más aguda, rozando el veintiuno%. No se apreciaba una tendencia afín desde dos mil trece.  Por otra parte, el crédito a empresas asimismo se contrae, mas a menor ritmo (-nueve% en término de nuevos préstamos concedidos en exactamente el mismo periodo, sin renegociaciones).