La palabra resiliencia se ha consolidado ya dentro del repertorio de las principales instituciones internacionales. La capacidad de la economía para resistir grandes golpes, sin embargo, tiene límites. Y así lo advierte el presidente del Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés), Klaas Knot, a los líderes del G-20, que este fin de semana se reunirán en Nueva Delhi. “La economía global está perdiendo impulso y los efectos de la subida de tipos de interés en las principales economías se sienten cada vez más”, avisa. El jefe del organismo supervisor insta a los países a abordar las “vulnerabilidades” del sistema financiero, que ya quedaron al descubierto en primavera con las crisis del Silicon Valley Bank y Credit Suisse. Y a examinar aquellos activos de especial riesgo, como el inmobiliario.
Hace justo un año, Europa daba casi por descontada una depresión. Había suficientes elementos para temerla, desde un posible racionamiento del gas por la crisis de Ucrania hasta una abrupta subida de los tipos de interés. Nunca llegó: a pesar de que Alemania sí entró en recesión, el conjunto de la zona euro logró esquivarla. Los organismos internacionales, no obstante, empiezan a ver las orejas al lobo. El presidente del FSB, el principal supervisor financiero global, advierte en su carta a los líderes mundiales de que la recuperación está en jaque. Y eso, junto a la escalada del precio del dinero, a su juicio, “podría perjudicar” la capacidad de los deudores para “atender el volumen históricamente elevado de deuda viva global” y poner en peligro al sistema financiero.
Knot, también gobernador del Banco de Países Bajos, recuerda a los líderes mundiales las semanas que en primavera tuvieron en vilo a mandatarios y gobernadores centrales. “A principios de este año, en medio de condiciones financieras cambiantes, fuimos testigos de la primera quiebra de un banco de importancia sistémica desde la crisis financiera global (CFG) de 2008, así como algunas quiebras de bancos de tamaño medio”, apunta el holandés. Entonces fue posible fijar un cortafuegos. Sin embargo, advierte de que “no se puede descartar” que en los próximos meses se produzcan “más tensiones” en los mercados financieros por las subidas de tipos.
La crisis del SVB tuvo su origen en la cartera de deuda soberana de la entidad financiera. El banco, muy enfocado a startups, tenía una enorme cartera que se vio devaluada por el aumento de su rentabilidad. El FSB cree esa crisis expuso las debilidades que existen en algunos bancos para lidiar y gestionar el riesgo vinculado con los tipos de interés. Y eso, concluye Knot en la carta, pone de manifiesto “la necesidad de una supervisión fuerte y eficaz por parte de las autoridades” y de implementar el marco de Basilea III. Knot propone, además, controlar la calidad de las carteras en los “sectores más sensibles a las subidas de tipos”, como el inmobiliario.
Desde que se agudizaran las escaladas de tipos —en la zona euro han pasado del 0% al 4,25% en un año— las instituciones internacionales han expresado su preocupación por la deuda global. No tanto por su volumen sino por su origen. “Una tendencia clave en los últimos años ha sido la creciente importancia de la financiación no bancaria”, apunta la carta dirigida a los líderes del G-20. El Banco Internacional de Pagos (BIS, por sus siglas en inglés), que también forma parte del FSB, ya había advertido en un informe sobre esa deuda en la sombra en manos de bancos de inversión o plataformas tecnológicas, que estima que asciende a más de 75 billones de euros. “Si no se gestiona de forma adecuada […] puede amplificar el estrés en caso de un golpe y llevar a una perturbación sistémica, como lo demuestran las tensiones recientes en mercados de materias primas y bonos”, afirma el holandés en referencia a la crisis desatada por el gobierno británico de Liz Truss.
Amenaza de las criptomonedas
Knot anuncia a los líderes que una de las principales líneas de trabajo del organismo el año que viene será abordar las amenazas vinculadas con esa deuda no financiera. Otro de los riesgos lo constituyen las criptomonedas, incluyendo las llamadas stablecoins, que pretenden garantizar la paridad con divisas como el dólar o el euro. El holandés recuerda que todas las crisis relacionadas con las criptomonedas —como las de FTX o Luna— exigen poner la lupa en ese sector, en especial en sus “crecientes vínculos” con el sistema financiero. Sin embargo, el organismo con sede en Basilea va más allá y advierte a los líderes que esos instrumentos fuera de la regulación están poniendo en peligro la “soberanía monetaria, la volatilidad de los capitales y la política fiscal”.
“Sin duda, habrá más desafíos y shocks que afrontará el sistema financiero global en los próximos meses y años. Pero es posible, mediante una acción política concertada por las autoridades, que el sistema financiero los absorba en lugar de amplificarlos”, concluye Knot. La institución, que vela por la estabilidad financiera mundial, está integrada por las principales economías, entre ellas Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Francia, India, Reino Unido o España. Rusia ha acordado no participar por ahora en el organismo, en el que también están el BIS, la OCDE, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) o el Banco Mundial, entre otros.