Las consecuencias de la pandemia persistirán a lo largo de mucho tiempo. Es el caso del gasto público. Según cálculos de la Autoridad Fiscal, las partidas de sanidad y educación han subido en uno con uno puntos de PIB con respecto a los niveles anteriores a la covid, el equivalente a unos quince millones de euros auxiliares tomando el PIB actual. Las necesidades creadas por la covid han elevado permanentemente los desembolsos en estos servicios básicos.

El gasto en sanidad ha escalado en 8 décimas, unos once.000 millones, desde el seis con uno% del PIB registrado en 2019 hasta el 6,9% estimado para 2022. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (Airef), el organismo creado para vigilar las cuentas públicas, espera que esta partida se estabilice en esas cotas durante todo el horizonte de proyección hasta 2026. En plena crisis sanitaria llegó a alcanzar el 7,6%, aunque en parte esto ocurrió por la caída del PIB. En euros subió un 13% desde los 75.929 millones de 2019 hasta los 85.625 millones en 2021, según los últimos datos de la Intervención del Estado. Mientras que en los dos años anteriores al coronavirus esta rúbrica había crecido unos 3.000 millones al año, solo en 2020 se disparó en casi 10.000 millones debido a la crisis sanitaria. Y ese nivel de gasto ya ha quedado consolidado de manera estructural en las cuentas públicas.

Por otra parte, la Airef espera que el aumento de gasto en educación sea de tres décimas, unos 4.000 millones con el PIB vigente, y se ancle en el 4,3% del PIB entre 2025 y 2026. Entre 2019 y 2021, este capítulo avanzó desde los 50.054 millones hasta los 55.637, lo que supuso tocar el 4,6% del PIB y un alza del 11%. La Autoridad Fiscal prevé que desde entonces esta partida vaya moderándose año a año en proporción al tamaño de la economía hasta situarse en el 4,3% que pronostica.

De acuerdo con las estimaciones de la Airef, el gasto covid destinado a sanidad se ha consolidado en un 40%. Y el de educación, en otro 40%. Según la Autoridad Fiscal, este aumento del gasto estructural se ha producido sin que haya un incremento asociado de la financiación que reciben las comunidades autónomas, que son las administraciones que gestionan estos servicios básicos.

La Autoridad Fiscal ya preguntó el año pasado a las autonomías cuánto conservaban estrictamente de gasto covid. Y estas respondieron que cuatro décimas de PIB, unos 5.000 millones. El inconveniente de estos cálculos es que se desconoce qué consideran desembolso covid, explican fuentes de la Airef. Por ejemplo, ¿es un gasto derivado de la pandemia el incremento de las plantillas?, ¿o las subidas de sueldos que se han dado después para compensar la carga de trabajo que tuvieron? Es decir, una parte del aumento del gasto quizás no sea puramente covid, pero ha surgido a raíz de la covid.

Listas de espera y alzas salariales

Fuentes del sector sanitario calculan que cerca de la mitad de las incorporaciones que se hicieron por el coronavirus se ha quedado para aliviar la mayor carga de trabajo y reducir las listas de espera. Además, ha habido importantes alzas salariales para tratar de compensar la inflación y el malestar de los sanitarios tras la pandemia.

La sanidad todavía acusa el golpe de la pandemia. Pese a la vacunación, la covid sigue exigiendo protocolos y abarcando una parte de los recursos. El colapso del coronavirus provocó que aumentaran las listas de espera. Se ha producido además un agravamiento de las patologías por no haberlas tratado a tiempo y se ha dado un importante repunte de los virus respiratorios como la gripe tras los periodos de restricciones en los que apenas proliferaron.

Un estudio de The Economist que analizaba las estadísticas sanitarias de un grupo de países hallaba que, a pesar de los incrementos presupuestarios, los servicios habían empeorado y las listas de espera se ampliaban en todas partes. Además de las razones mencionadas, citaban el agotamiento de los sanitarios. Pese a haberse contratado más, su productividad había empeorado.

Antes del coronavirus el gasto sanitario crecía a ritmos del 3%. Al irrumpir el virus, se disparó por encima del 8%. Y una vez pasada la crisis sanitaria, las tasas se han estabilizado en incrementos del 4%, indica la Airef.

En definitiva, al haberse suspendido las reglas fiscales europeas, se han asumido subidas que en otras condiciones no se habrían hecho. Se ha consolidado un nivel más elevado de gasto a pesar de que el sistema sanitario español ya presentaba algunas deficiencias crónicas previas como su baja inversión en ambulatorios, lo que podría descargar de trabajo a los hospitales. Según Eurostat, España dedica un 46% de su gasto sanitario a hospitales y un 20% a ambulatorios. En cambio, la media de la UE es el 37% y el 25%, respectivamente.

El envejecimiento

La Autoridad Fiscal advierte además de que el gasto en sanidad empezará a aumentar en los próximos años por el envejecimiento de la población. A partir de 2026 y hasta 2050 se elevará gradualmente en 1,3 puntos de PIB adicionales. El reto de financiar esta partida será mayúsculo. Las necesidades de incorporar nuevos medicamentos y equipos de diagnóstico; tratar nuevas patologías; la ampliación de la cartera de servicios; el reemplazo generacional del personal, y el refuerzo de la carrera profesional y las retribuciones serán retos que habrá que abordar y que impactarán sobre el gasto más allá de la demografía, explica la Airef.

Por otra parte, el motivo del incremento del gasto en educación obedece a que una parte de las plantillas contratadas para crear los grupos burbuja continúa. Los centros han aprovechado para reducir algo las ratios de profesor por alumno. También hay centros que están invirtiendo en tecnología. Si bien la Airef espera que con el envejecimiento de la población esta partida se lleve una porción menor de recursos.

Crece el empleo

Todas estas cifras tienen a su vez un reflejo en el empleo. Según la Encuesta de Población Activa, los ocupados en educación han engordado desde los 1,392 millones del primer trimestre de 2020 a los 1,574 millones anotados entre enero y marzo de 2023. Un incremento de 182.000 trabajadores, el 13%. Si se compara con el primer trimestre de 2008, el aumento es de 369.000 efectivos, un 31%.

En actividades sanitarias y servicios sociales, la plantilla se ha elevado desde los 1,711 millones de principios de 2020 a los 1,892 millones de la actualidad. Hay 181.000 más, un 10%. Respecto al primer trimestre de 2008, se contabilizan 687.000 trabajadores más, un 57%. Aunque una pequeña parte podría achacarse a una mejora de las plantillas que dan servicios sociales. Y otra parte se debe al crecimiento de la sanidad privada: según la patronal de hospitales privados Aspe, el empleo en la sanidad privada ha crecido en la última década en casi 100.000 puestos hasta los 373.000 por la expansión de los seguros de salud.

Aun así, el PIB apenas ha crecido desde 2008 e indica que se está dedicando una proporción mayor de recursos a estos servicios básicos. Tampoco la población ha aumentado tanto, solo un 4%, aunque la mayor de 65 años sí que lo ha hecho cerca de un 30%.

En todo caso, sanidad y educación no es lo único que ha consolidado el presupuesto de la pandemia. De hecho, de los 55.000 millones que creció el gasto público en 2020, el cien por ciento ha quedado afianzado. Al año siguiente, los desembolsos del conjunto de las administraciones volvieron a crecer en 30.000 millones y al siguiente en 23.000. Estos dos últimos pueden considerarse años normales de crecimiento del gasto. Pero se han hecho sobre una base muy superior a pesar de que se había dejado de financiar los ERTE masivos de la pandemia. Y eso debería haber moderado la evolución del gasto. Pensiones, ingreso mínimo vital y aumentos de plantilla justifican buena parte del incremento.

Por más que los ingresos hayan ido bien, el agujero de las cuentas públicas todavía está en el entorno del cuatro% del PIB, el equivalente a la mitad de lo que se recauda por IRPF. Y el año que viene vuelven las reglas fiscales. Se ignora cómo se aplicarán y siempre se podrá negociar que se dilaten algo los ajustes. Aun así, la Comisión Europea espera que el año que viene España retire las medidas para calmar la inflación y el gasto covid que aún conserva. Así lo dijo en sus recomendaciones a España. En ese documento cifró el gasto covid en un 0,5% del PIB, unos 7.000 millones. Si bien ciertas fuentes interpretan que para el próximo año es suficiente con eliminar el bulto contra la inflación.