El debate sobre el cambio en el modelo productivo es un tema recurrente en la economía española. En comparación con otros países europeos, el crecimiento en España ha sido volátil, con baja productividad y altas tasas de desempleo, lo que ha afectado negativamente a la renta per cápita y ha generado cuestionamientos sobre la base de nuestra economía.
En los últimos años, la voluntad de transformación ha recibido un impulso gracias a los fondos europeos. Aunque se vislumbran señales de mejora en el modelo, la transformación aún es un desafío pendiente.
Una de las evoluciones más destacadas ha sido la diversificación de la estructura productiva, reduciendo la dependencia del sector de la construcción y el turismo. La incorporación de varios polos de competitividad fortalece la economía española, con un enfoque en servicios no turísticos, la expansión de energías renovables y la relativa resiliencia de la industria.
A pesar de algunos avances, el modelo productivo español sigue creciendo principalmente mediante la incorporación de fuerza laboral, en lugar de impulsar la productividad de manera significativa. La inversión productiva sigue rezagada en comparación con otros países europeos, lo que limita el desempeño económico en el largo plazo.
Las empresas españolas cuentan con excedentes que podrían destinarse a aumentar la capacidad productiva, pero en muchos casos se utilizan para otros fines como desendeudarse o acumular activos. El nivel de inversión todavía no alcanza los registros previos a la pandemia, a diferencia de países como Suecia, que han logrado incrementar significativamente su inversión productiva.
A pesar de que la deuda empresarial ha disminuido y las empresas disponen de ahorros financieros significativos, aún no se observa un cambio sustancial en el modelo productivo español. Se espera que la perspectiva de reducción de los tipos de interés y el aumento de la demanda de crédito impulsen la inversión en el futuro.
Inversión
Según las cuentas financieras del primer trimestre de este año, las corporaciones en España han tenido una capacidad de ahorro equivalente al 3,6% del PIB. Aunque parte de este ahorro se destinó a la inversión productiva, aún queda margen para aumentar la formación de capital y estimular el crecimiento económico.