El comercio de falsificaciones en España tiene un impacto significativo en la economía, generando pérdidas que ascienden a 5.700 millones de euros al año, según un informe presentado por la agencia de investigación Sicpa. Este fenómeno afecta principalmente al sector de la moda, la perfumería y los juguetes, y conlleva la destrucción de 44.700 empleos anualmente.

El aumento del comercio en línea ha facilitado que los vendedores ofrezcan productos desde cualquier parte del mundo, lo que dificulta la desarticulación de las organizaciones delictivas. Además, la deslocalización de la producción ha llevado a que España reciba mercancía “semielaborada”, la cual es finalizada en el país, abaratando costos y permitiendo la venta de productos falsificados a precios más bajos.

El mercado de falsificaciones se ha vuelto altamente lucrativo, llegando a generar rendimientos de hasta un 2.000%. La reciente distorsión de la cadena de suministro debido a la pandemia también ha tenido un impacto, presionando los precios al alza y llevando a los consumidores a optar por productos falsificados debido a su atractivo precio.

El impacto en la salud y los desafíos para combatir este fenómeno

El comercio de falsificaciones no solo afecta la economía, sino que también representa un problema de salud pública. La presencia de ingredientes tóxicos en productos como perfumes falsificados puede tener efectos nocivos en la piel de los consumidores. Por ello, es crucial que los compradores acudan a distribuidores de confianza y verifiquen los números de serie en el etiquetado de los productos.

Para combatir este fenómeno, es necesario abordar las penas para quienes venden o producen productos falsificados, así como fomentar una mayor colaboración por parte de las marcas para identificar las falsificaciones. Asimismo, se debe concienciar a los consumidores, especialmente a los jóvenes, sobre los impactos negativos que este comercio ilegal genera en la industria y en la economía en general.

En resumen, el comercio de falsificaciones en España representa un desafío tanto económico como social, y abordarlo de manera efectiva requerirá de esfuerzos coordinados entre el gobierno, las marcas y los consumidores.

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Mercedes Cruz Ocaña