Si se puede medir la normalidad en concepto de visitantes y pernoctaciones, el ámbito del campin dejó atrás en dos mil veintidos la alargada sombra de la covid-diecinueve. El ejercicio pasado fue el mejor en años, con números que superaron los de temporadas anteriores a la pandemia. Con la vuelta del visitante internacional y el incremento y fidelización del nacional que se decantó por esta alternativa a lo largo de la crisis sanitaria, la industria cerró un año histórico de ocupación, si bien no así en beneficios. Las previsiones presagian un dos mil veintitres asimismo de récord.

“Ha sido el año de la recuperación”, cuenta Sergio Chocarro, gerente de la Federación Española de Empresarios de Camping (FEEC). En los primeros meses de dos mil veintidos, afirma, aún se hacía apreciar la pandemia, mas las dudas se despejaron en primavera y verano, que marcó un récord histórico en viajantes y pernoctaciones, seguidos de una buena temporada otoñal. El ámbito cerró el año con en torno a 9,5 millones de visitantes y cuarenta y cuatro,9 millones de pernoctaciones, un veinticuatro,8% y un veintinueve,4% más que en dos mil veintiuno, respectivamente, conforme datos del INE. Estos registros doblan los de dos mil veinte y marcan un aumento del quince,4% y del once,7% con respecto a dos mil diecinueve.

Los viajantes internacionales volvieron a los cámpines y las pernoctaciones de los no residentes aumentaron un ochenta,3% con respecto a dos mil veintiuno. Ellos fueron una tercera parte de los visitantes totales y responsables del cuarenta y tres,4% de las estancias. “Recuperamos la confianza de nuestro cliente internacional, que es el cliente más importante del sector en Cataluña”, comenta Miquel Gotanegra, presidente de la Federació Catalana de Càmpings. Esta comunidad es la más popular entre los campistas, con más de dieciocho,6 millones de pernoctaciones.

“Nosotros lo que vimos fue muchísimo turista extranjero, como nunca había habido”, cuenta Teresa Gutiérrez, directiva del campin Playa del Regatón, en Laredo (Cantabria). “Algunos nos dijeron que llevaban dos años en sus países sin poder salir y habían soñado con viajar a España, al sol. Esto, junto con el buen tiempo que vivimos el año pasado, hizo que se decantaran por la zona norte, que para muchos era desconocida porque siempre se centraban en el sur y la zona mediterránea”, apunta Gutiérrez. “La gente tenía ganas de salir, ganas de vacaciones”, comenta Toni Castellar, directivo del campin La Ballena Alegre, en Sant Pere Pescador (Girona). Alrededor del sesenta% de sus clientes del servicio vienen de otros países, primordialmente de Alemania y Países Bajos, primordial transmisor de los campistas que llegan a España. “Salvo, quizás, el cliente británico, el resto prácticamente ha vuelto a las cifras de antes de la pandemia”, afirma Chocarro.

Nacionales

Pero no solo de no residentes vive la industria. “El turismo nacional que solía ir de vacaciones al extranjero, al no poder viajar, ha descubierto el mundo del camping”, cuenta Eneko Valle, presidente de la Asociación de Empresarios de Campings de Cantabria. (*6*). Las pernoctaciones de los viajantes nacionales aumentaron un 6,4% con respecto a dos mil veintiuno y un veintidos,6% en frente de dos mil diecinueve. (*7*), cuenta Gotanegra.

Estos alojamientos extrahoteleros son singularmente populares entre familias. Además de este perfil mayoritario, en la plataforma de reservas Pitchup han visto un incremento de personas mayores de cuarenta y cinco años. “Esto indica que los campings están invirtiendo y ofreciendo otros tipos de servicios de más calidad. Alojamientos también de más nivel y una oferta que atrae a este grupo de clientes, que es importante porque al final tienen mucho poder adquisitivo”, afirma Luján Pérez, responsable de desarrollo de negocio de la compañía en España. Además, conforme sus filtros de busca, asimismo medra el interés de usuarios sin hijos y con mascotas.

El pasado verano, la FEEC charlaba del mejor estío en lo que a ocupación se refiere, mas no en beneficios. Una situación que, apunta Chocarro, se trasladó a todo el año. “El grandísimo aumento de los costes energéticos y las materias primas, obviamente, nos afecta mucho”, asegura. Además, señalaban en la publicación en su web, la inflación había llevado a los viajantes a reducir el consumo en los cámpines.

La Ballena Alegre apuesta por energías verdes y un modelo más sustentable, mas una parte de su actividad prosigue nutriéndose de otras fuentes cuyo costo subió el año pasado. (*4*), afirma Castellar. “Los costes se nos han disparado por todos los lados”.

Este es uno de los retos a los que se encara el ámbito y al que Gutiérrez agrega la escasez de personal. “Trabajar por la sostenibilidad es uno de los retos. También la digitalización”, apunta Chocarro, dos aspectos que asimismo destaca Castellar. Sobre la sostenibilidad, Gotanegra afirma que es un aspecto en el que ya trabaja el ámbito, que aspira a transformarse en el enorme destino del turismo responsable con el medioambiente.

Si las previsiones no descarrilan, dos mil veintitres es otro año inusual en sus inicios. (*3*), cuenta Valle, de la asociación cantabria. Los directivos de los cámpines coinciden. (*5*), afirma Gutiérrez. “[Con] todas las reservas e indicadores que tenemos ahora, estamos igual que el año pasado en esta época”, asegura Castellar.

Este año, conforme Pitchup, asimismo viene marcado por la entrada de fondos de inversión. (*9*), asevera Pérez. Los fondos, afirma, tienden a progresar la calidad de los servicios y igualan la oferta. (*8*), asegura.

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