Christine Lagarde, jefe del BCE, empezaba hace apenas un par de meses una de sus conferencias de prensa más difíciles con una incómoda filtración. En plenas turbulencias financieras por las crisis bancarias en EE UU y Suiza, Bloomberg había publicado solo una hora antes que empezara la conferencia de Lagarde una filtración sobre la asamblea de ministros de Finanzas que se había festejado un par de días ya antes en Bruselas. Según ese medio, el vicepresidente de la autoridad monetaria, Luis de Guindos, había sobre aviso a los gobiernos que la UE cobijaba bancos con modelos de negocio que asimismo eran frágiles a las subidas de tipos. La información agregaba más presión a la francesa, que debía persuadir a los inversores de que podía continuar subiendo las clases de interés a la vez que estabilizar los mercados. Lo hizo basándose en una triple receta: siguió con sus planes de acrecentar el coste del dinero, advirtió de que tenía instrumentos suficientes para apagar cualquier fuego financiero y resaltó la firmeza de la banca europea. Ese día, ese esquema funcionó, mas no siempre y en todo momento es así.
Los cuarteles generales del BCE se erigen prácticamente como un búnker informativo, de forma especial si se equipara con el bullicio de las instituciones comunitarias establecidas en Bruselas. Fráncfort maneja datos altamente sensibles. Cualquier pequeño movimiento puede provocar un enorme bandazo en los mercados, para bien y para mal. Y el instituto monetario, receloso del flujo de noticias, termina de publicar una investigación sobre el impacto que tienen las informaciones con fuentes anónimas que concluye que los inversores harían bien en ignorarlas. Según el documento, entre dos mil dos y dos mil veintiuno se generaron trescientos sesenta y ocho filtraciones desde en el Eurosistema a los 3 medios anglosajones analizados: Bloomberg, Reuters y Market News. Son, de media, veinta publicaciones al año. No semeja un número elevado a simple vista, si bien sí si se pone en perspectiva: hay 8 consejos de gobierno al año.
Los datos compendiados por los estudiosos del BCE señalan que el pico de noticias sin fuente atribuible se generó al final del orden de Mario Draghi, cuando estos medios publicaron más de treinta. Se trata de los años en los que el expresidente de la corporación debió enfrentarse en no pocos consejos con los halcones por la continuación de los programas de deuda y en los que ciertos banqueros comenzaban a postularse ya para ocurrir al italiano. Las filtraciones, conforme el Eurobanco, se dan especialmente cuando se toman las resoluciones más discutidas. Es decir, las que cuentan con un bastante difícil equilibrio en la corporación.
Los funcionarios del BCE no solo están preocupados por la cantidad de informaciones que se han trasladado a los medios desde el anonimato, sino más bien asimismo por su influencia en los mercados. Los economistas del Eurobanco han analizado los movimientos en los mercados de swaps en ventanas de treinta y cinco minutos de duración y han concluido que las noticias atribuidas a fuentes anónimas tienen considerablemente más efecto que las informaciones derivadas de declaraciones de miembros del Consejo de Gobierno. Además, las noticias sobre géneros de interés tienen un mayor impacto sobre los productos financieros con vencimientos más cortos, al tiempo que las que se refieren a otros instrumentos actúan sobre los indicadores en un largo plazo.
Puntos de vista “minoritarios”
La presidente del BCE, Lagarde, ha insistido prácticamente desde el principio de su mandado a sus colegas en el Consejo de Gobierno a fin de que eviten las filtraciones a la prensa sobre las resoluciones que debían tomarse sobre las subidas de tipos. Los analistas del Eurobanco piensan que las filtraciones, además de esto, acostumbran a recoger “puntos de vista minoritarios”, que muy frecuentemente llevan a los mercados a reflejar unos géneros de interés distanciados de los resultados reales de la política monetaria que se está persiguiendo. “Eso lleva a la conclusión de que muchas filtraciones solo agregan ruido al debate y volatilidad a los mercados”, mantiene el BCE en una entrada en su weblog. “Nuestros hallazgos sugieren que los participantes del mercado harían bien en ignorar esas informaciones sin atribuir”.
El BCE estaba sobre todo preocupado por las filtraciones ya antes de las conferencias de prensa en las que comunica sus resoluciones sobre política monetaria —por ejemplo, una subida de las clases de interés—. Sin embargo, en los últimos tiempos esas informaciones con fuentes anónimas se dan poco a poco más tras las asambleas. De nuevo, el Eurobanco ve que se repite exactamente el mismo patrón: al tiempo que las aseveraciones que pueden atribuirse a una fuente sirven para fortalecer el mensaje que desea dar el BCE, las anónimas van en la dirección contraria. “Nuestros resultados muestran que las filtraciones posteriores a las reuniones pueden debilitar los efectos de los anuncios oficiales de política del BCE”, agrega la entidad.