Azad Zangana (Chandigarh, la India, 1981) es un nombre de ascendencia iraquí. Su familia huyó de la guerra del Golfo, y la política de inmigración del Reino Unido obligó a una diáspora familiar. Estados Unidos, Canadá… Tiene un eco muy actual. Se formó en Economía en la Universidad de Londres y de Southampton. Desde el gigante de los fondos de inversión Schroders debe descifrar esa máquina Enigma en la que se ha convertido el Viejo Continente.
Pregunta. Fragmentación política, guerra comercial, Ucrania. ¿Europa se adentra en una nueva era?
Respuesta. Es el mundo entero quien está entrando en esa nueva era política y económica. Los inversores deben tener en cuenta la fragmentación, la polarización global y el impacto del cambio climático. Todas estas tendencias aceleran la transformación. Caminamos hacia tiempos distintos.
P. El populismo y la extrema derecha ganan espacio. ¿Cómo afecta a los inversores?
R. El populismo no resulta nada nuevo. Viene, diría, desde 2011. Un ejemplo es Grecia y cómo se fue extendiendo. Hemos visto antes países que tienen partidos de extrema derecha. Es verdad que jamás había sucedido en Finlandia, pero en Alemania han crecido muy rápidamente. Son ciclos. La gente se cansa de los líderes y los cambia. No diría que es una lucha ni política ni económica entre la derecha y la izquierda.
P. Si Ucrania ingresa en la UE, el coste superará al de la reunificación de las dos Alemanias. ¿Podemos pagarlo?
R. En los últimos 20 años, Ucrania ha jugado inteligentemente con los dos bandos. En Europa: “Somos contrarios a Rusia, por favor, dennos dinero”. Lo mismo con Rusia: “Estamos felices con vosotros: por favor, darnos dinero”. Antes de la guerra, no era una nación popular entre los líderes europeos. Solo los costes de reconstrucción serán inmensos. Eventualmente, no creo que entre en la UE.
P. Noam Chomsky ha dicho: “Cada uno de estos aspectos —cambio climático, la creciente amenaza de la guerra nuclear y la degradación del espacio del discurso racional: noticias falsas, desinformación— ha empeorado en el último año”.
R. El riesgo político no es nada nuevo. Tenemos más información que nunca. Pero hay que andar con mucho cuidado. Este tipo de decisiones tienen que hacerse dentro del marco político de la democracia. Los valores deben reflejar, por encima de todo, los valores de la gente. Los inversores poseen hoy más fuentes de información y son más cuidadosos. No solo conocen los medios, sino, especialmente, las empresas, saben lo que sucede sobre el terreno. De esta forma pueden tomar mejores opciones de inversión.
P. ¿El sistema económico neoliberal necesita un ajuste?
R. Este tipo de decisiones se adoptan desde la política a través de la democracia. Los valores deberían amoldarse, sobre todo, a los de las personas. No puedo decir cuál es la forma económica adecuada para que un país crezca y sea productivo. Algunas propuestas dan mejor resultado que otras, pero lo que tendría que contar es la felicidad de la gente. Valores, propósitos, servicios; no todo es salario ni crecimiento.
P. Hablan mucho de descentralización global.
R. Durante unos 30 o 40 años hubo una fuerte tendencia a trasladar la producción a los lugares más baratos del mundo. Pero esa política de reducir costes ha terminado hace bastante tiempo. Los salarios, por ejemplo, están subiendo en los mercados asiáticos. Y, políticamente, invertir en China resulta más difícil no solo para las empresas estadounidenses, que, literalmente, no lo hacen, sino también pensando en Europa. Hay una generación de inversores mucho más concienciados en temas como el cambio climático o el envejecimiento de la población. La situación en China se ha vuelto incómoda.
P. ¿Es el nacionalismo económico estadounidense una amenaza para Europa?
R. Es una amenaza para los ganadores de la globalización, en particular China. Hay corporaciones que no exportarán más al país por miedo, por ejemplo, a perder su capital intelectual o su tecnología. Los inversores no están destinando su dinero allí. Lo que significa que irán a lugares más amistosos como la India, Vietnam, Corea, Singapur. Las empresas sufren una posición complicada porque se basan en la neutralidad política. Los microchips son un ejemplo. No es nada político, es estratégico. Con la pandemia se dieron cuenta de que no tenían acceso a una tecnología esencial.
P. Los británicos están sintiendo las consecuencias del Brexit. ¿Se arrepienten de haber dejado Europa?
R. Algunos sí, pero la mayoría no relaciona la situación económica con la salida de la Unión Europea. Hay carestía de trabajadores, sobre todo, de baja cualificación y la inflación ronda el 10%, existen problemas de abastecimiento en los supermercados; esto es lo que notan.
P. ¿Entrará en recesión el Reino Unido este año?
R. Estamos muy cerca. Si ocurre, sucederá en los próximos seis meses. Es un momento difícil. Los impuestos son muy altos incluso para un Gobierno de derechas. Los negocios sufren porque no tienen el suficiente apoyo de la Administración.
P. ¿Los bancos centrales están priorizando la inflación sobre el crecimiento?
R. Existe una parte de la inflación que es externa y otra interna. La subida de tipos no está teniendo un gran impacto. Tenemos la experiencia en el Reino Unido de los años setenta y ochenta [un aumento de los precios persistente]: no debemos cometer los mismos errores. Hay que manejar la política monetaria con mayor cuidado.
P. Las tecnológicas y la tecnología han sido un filón de oro durante años. ¿Se ha agotado?
R. Creemos con fuerza que la tecnología va a desempeñar un papel muy importante para las compañías. La cuestión es si los protagonistas son los actuales líderes tecnológicos u otros. Con tipos cercanos a cero, el riesgo era nulo. Si me pregunta, no invertiría en Google o Netflix. No aportan innovación. Las opciones están en robótica, inteligencia artificial y, más allá, seguridad energética, alimentaria y, además, existe mucho dinero dispuesto a entrar en el cambio climático.
P. ¿En qué va a quedar Rusia?
R. Depende mucho de China. Se ha convertido en su principal cliente energético y de otros productos. Si el gigante dice algo, Rusia tendrá que escuchar. Continuará siendo importante militarmente al contar con armas nucleares. Pero como actor económico se ha degradado drásticamente. No digo que sea un sirviente de China, pero sí que está muy subordinada a ella. Desde luego, la relación con Europa está acabada. El Viejo Continente debe seguir adelante.
P. ¿Y el camino de España?
R. La economía española ha superado las expectativas. El control a la baja de los precios de la energía ha sido un éxito y pensamos que el año que viene el PIB aumentará entre un 2% y el 3%. También creemos que el BCE bajará los tipos de interés a comienzos del año.