Hace dos años, El Salvador asombró al mundo convirtiéndose en el primer país en hacer del bitcoin una divisa oficial. Periodistas de todo el mundo viajaron a la nación centroamericana de 6,3 millones de habitantes, conocida por sus playas y su diáspora en Estados Unidos, para documentar una nueva realidad monetaria. El 7 de septiembre de 2021, cuando entró en efecto la nueva ley relativa a la criptomoneda, se sintió como un momento atípico en el que un pequeño país sostuvo por unos instantes la atención del mundo entero.

El interés ha bajado, pero el experimento sigue. Es tentador clasificar la Ley Bitcoin, como se llamó al proyecto legislativo que permitió hacer del activo digital moneda de curso legal, como un éxito o un fracaso. Nada es tan sencillo en El Salvador del presidente Nayib Bukele. La bitcoinización del país es difícil de analizar porque es opaca y tiene varios objetivos distintos: la inclusión financiera, las ganancias para las finanzas públicas y la reputación del protagónico presidente.

El experimento empezó con varias compras por parte del Gobierno de Bukele. El monto exacto de bitcoin que tiene El Salvador como parte de sus reservas internacionales no se sabe, ya que el Gobierno no lleva un registro público y lo más cercano que existe a un anuncio de compra han sido escuetas publicaciones del presidente en sus redes sociales. Hay un portal de internet que lleva su propia cuenta y estima que El Salvador ha perdido 37% del valor de sus inversiones en bitcoin, equivalente a 45 millones de dólares, con la caída del precio del activo digital desde 2021. Se estima que El Salvador tiene actualmente 76,5 millones de dólares en bitcoin. Como suele suceder en el “mundo cripto”, como se le conoce a la industria, el portal nayibtracker.com no incluye información sobre sus dueños o quién lo maneja.

No al bitcoin en El Salvador
Una protesta frente al Monumento a la Constitución, el 1 de junio de este año.Alex Peña (Getty Images)

Para introducir la moneda a la población, y con la idea de que se utilice en todo tipo transacciones (desde la compra de una pupusa en la calle hasta un inmueble), el Gobierno abrió una billetera digital llamada Chivo con el equivalente a 30 dólares en bitcoin para cada ciudadano. Cientos de ellos fueron hackeados y el dinero fue robado junto con su identidad.

Quizás esto espantó a muchos. Uno de los beneficios de las criptomonedas es la rapidez con la que se pueden enviar remesas del extranjero y así lo promovió el Gobierno. Pero solo el 1,3% de las remesas se transfirieron usando billeteras digitales que utilizan criptomonedas en lo que va del año, de acuerdo con los datos más recientes del banco central. En comparación, el 4% de las remesas enviadas a México se hace a través de criptomonedas, según la firma especializada Chainalysis.

Esta semana, una firma de investigación para la inversión conocida por los aficionados de las criptomonedas Ark Invest encendió las redes sociales cuando publicó un reporte en el que asegura que la adopción de bitcoin en Argentina sobrepasa la de El Salvador. “Es comprensible que los ciudadanos de El Salvador prefieran realizar transacciones en dólares, la cual se convirtió en moneda de curso legal en El Salvador en 2001 y ha protegido el poder adquisitivo de la inflación y las devaluaciones que han devastado a otros países de la región”, dice el reporte firmado por el analista David Puell. “Por el contrario, el precio de bitcoin ha sido bastante volátil frente a los crecientes problemas mientras se esfuerza por evolucionar hacia un sistema monetario con mayor liquidez y adopción global”, escribió Puell.

“Esta noticia tiene mucho sentido”, dice Mónica Taher, vicepresidenta en RocketFuel, empresa global procesadora de pagos en criptomonedas. Taher fue la directora de tecnología e innovación para la agencia de promoción de negocios del Gobierno de Bukele, InvestSV, hasta octubre. Además de la diferencia en el tamaño de ambos países, en Argentina creció, de manera orgánica, un racimo de empresas de tecnología desde hace por lo menos dos décadas que hoy son referencia en la industria, explica Taher.

Durante su tiempo en el Gobierno, fue la encargada de atraer y orientar empresas interesadas en operar en el país. “Se vino una avalancha de empresas que no sabíamos ni qué hacer”, recuerda la exfuncionaria. “Todos estaban emocionados, especialmente el primer año y fue muy lindo ver una especie de migración en reversa: no eran los salvadoreños que estaban migrando a Estados Unidos, ahora eran estos extranjeros de todos los países habidos y por haber que decidieron mudarse”.

Al ver el interés de empresas en el país centroamericano, la República Centroafricana anunció en abril de 2022 que haría a bitcoin y otras criptomonedas como monedas legales. Pero su experimento fracasó y menos de un año después el Congreso revirtió la legislación.

“El objetivo, para mí, del uso de bitcoin en El Salvador es incrementar la libertad económica de las personas de manera que no haya intermediarios y, dentro de eso, empoderar a la mujer para que controle sus propias finanzas”, dice Taher. Pero “si no hay un proceso educativo coherente, la adopción masiva va a tardar muchísimo en el país”, advierte la especialista.

Hace unos meses, el Gobierno de Bukele otorgó la primera licencia para emitir instrumentos denominados en bitcoin, como bonos y/o acciones, a la empresa Bitfinex, fundada en Hong Kong en 2012. Junto con su empresa hermana, Thether, Bitfinex tuvo que dejar de operar en Nueva York cuando, en febrero de 2021, la procuradora general de ese Estado declaró que “encubrieron imprudente e ilegalmente” pérdidas de 850 millones de dólares. Unos meses después, el Gobierno federal en ese país les puso una multa por 41 millones de dólares por mentir a sus clientes al decir que tenían respaldada cada token, o stablecoin, con un dólar estadounidense.

Hay un éxito innegable para El Salvador en todo esto, opina Andrés Engler, periodista especializado en criptomonedas y exeditor para América Latina del portal referencia Coindesk. “A nivel prensa, ubicó a Bukele la portada”, dice Engler. “Eso es indiscutible. A nivel industria de cripto, hoy, El Salvador es un nombre fuerte. A cualquier persona de la industria que le preguntes por El Salvador lo reconoce y probablemente justo después te nombre a Bukele. Desde ese punto de vista parece haber sido efectiva”, dice Engler.