El diseñador británico de microprocesadores Arm, propiedad del conglomerado nipón Softbank, ha pedido a la Comisión del Mercado de Valores estadounidense (SEC, por sus iniciales en inglés) su salida a Bolsa en el mercado Nasdaq de Nueva York, en lo que sería el mayor estreno bursátil en prácticamente un par de años y, en dependencia de la valoración final, aun más. Arm, cuyos microprocesadores son omnipresentes en los teléfonos inteligentes, trata de aprovechar la fiebre inversora por los valores relacionados de una manera u otra con la inteligencia artificial.
El folleto de la colocación registrado frente a la SECi revela una operación interna efectuada este mes en la que Softbank ha comprado un veinticinco% de Arm a Vision Fund, uno de los automóviles de inversión del conglomerado nipón, por dieciseis y cien millones de dólares estadounidenses. Eso daría a la compañía tecnológica con sede en Cambridge una valoración de unos sesenta y cuatro y cuatrocientos millones de dólares estadounidenses (cincuenta y ocho y doscientos millones de euros al género de cambio actual) por el cien%.
En todo caso, el folleto temporal advierte de que ese coste responde a pactos establecidos anteriores. La compañía no ha fijado aún ni tan siquiera una banda orientativa y el coste de la colocación va a depender por último de la oferta y demanda. La cotización de diseñadores y fabricantes de microchips se ha disparado este año, con Nvidia a la cabeza.
SoftBank pagó treinta y dos millones de dólares estadounidenses para hacerse con Arm en dos mil dieciseis. El conglomerado nipón empezó a preparar la salida a Bolsa de Arm una vez que las presiones de los reguladores frustraran la venta de la compañía a Nvidia, que acordó en dos mil veinte por cuarenta millones de dólares estadounidenses. Las autoridades antimonopolio de Estados Unidos y Europa temían que Nvidia lograra un poder excesivo en el campo estratégico de los microprocesadores, donde domina los chips más avanzados, en apogeo por la inteligencia artificial.
En marzo de dos mil veintidos, cuando fracasó la venta de Arm a Nvidia, Softbank ya dejó claro que estaba resuelta a sacar el gigante de los microchips a Bolsa con una valoración de más de cincuenta millones “dentro del año fiscal que finaliza el 31 de marzo de 2023″, aunque la operación se ha retrasado.
Barclays, Goldman Sachs, J.P. Morgan y Mizuho actúan como coordinadores globales de la operación, en la que actúan como colocadores y aseguradores otros 24 bancos más, entre ellos el español Banco Santander, que es uno de los colocadores principales a través de su filial Santander US Capital Markets. Raine Securities actúa como asesor financiero.
La compañía aún no ha comunicado qué porcentaje de acciones sacará al mercado, donde cotizará con el código ARM a través de American Depositary Shares (ADS), certificados representativos de sus acciones. Reuters publicó hace unos meses que Softbank pretendía colocar el 10% en Bolsa.
Los diseños de los microprocesadores de Arm son utilizados por las grandes compañías del sector para producir chips. Intel, AMD, Nvidia o Qualcomm, entre otras aprovechan los diseños de la tecnológica británica para desarrollar sus productos. La salida a Bolsa de Arm ha atraído el interés de grandes compañías tecnológicas. Nvidia, Intel o gigantes como Amazon, Apple y Samsung negocian la entrada en Arm ante su inminente salida a Bolsa, lo que ayudaría a dar cierta estabilidad a los títulos de la tecnológica británica en su estreno bursátil.
Presente en casi todos los teléfonos inteligentes
“En la actualidad, los procesadores (CPU) de Arm ejecutan la inmensa mayoría del software mundial, incluidos los sistemas operativos y las aplicaciones para teléfonos inteligentes, tabletas y ordenadores personales, centros de datos y equipos de redes, y vehículos, así como los sistemas operativos integrados en dispositivos como smartwatches, termostatos, drones y robótica industrial”, afirma el folleto. La compañía calcula que “aproximadamente el 70% de la población mundial utiliza productos basados en Arm”. Gracias al poco consumo de energía y la potencia de los chips que diseña, su situación en el mercado de los procesadores que hacen marchar un teléfono inteligente es de práctico monopolio.
La empresa se mueve cara segmentos que aún están en apogeo, como la computación en la nube y los turismos inteligentes. Para el año fiscal que concluyó el treinta y uno de marzo, las ventas de Arm cayeron sutilmente (de dos mil setecientos tres a dos mil seiscientos setenta y nueve millones de dólares estadounidenses) exactamente por la caída en las ventas de teléfonos inteligentes. El beneficio cayó un cuatro con cinco%, hasta quinientos veinticuatro millones de dólares estadounidenses, de forma que una valoración pro encima de sesenta millones solo estaría justificada con perspectivas de fuerte desarrollo.
En el arranque de año, no es el caso. Las ventas han caído un dos con cinco%, a seiscientos setenta y cinco millones de dólares estadounidenses, en el trimestre cerrado el pasado treinta de junio y el beneficio se ha reducido un cincuenta y cuatro%, hasta ciento cinco millones de dólares estadounidenses.
El fabricante de automóviles eléctricos Rivian protagonizó en el mes de noviembre de dos mil veintiuno su estreno bursátil valorada en cerca de setenta millones de dólares estadounidenses con la última gran oferta pública de venta. Poco después reventó la guerra de Ucrania que secó los mercados internacionales. También desalentó a las compañías para acometer grandes operaciones corporativas, más bastante difíciles de financiar con la subida de los modelos de interés en el mundo entero.