La procrastinación es un enorme inconveniente para muchos de nosotros.
Decimos que vamos a trabajar en nuestros objetivos, que vamos a ir al gimnasio o que vamos a aprender algo nuevo, mas al final terminamos viendo Netflix.
Yo asimismo acostumbraba a ser un procrastinador crónico.
Me ponía grandes metas y hacía planes ambiciosos, mas no hacía gran cosa en el día a día.
La mayoría de la gente piensa que la diferir se debe a la vagancia, a la carencia de motivación o de autodisciplina.
Pero resulta que diferir tiene sus raíces en la neurobiología.
Es el resultado de una batalla incesante en nuestro cerebro entre el sistema límbico y el córtex prefrontal.
El córtex prefrontal es la parte lógica y analítica del cerebro responsable de la planificación futura, el autocontrol y la toma de resoluciones.
Como escribió el Dr. Joseph Ferrari, uno de los primordiales especialistas en el campo de la investigación sobre la procrastinación, en Still Procrastinating:
«El córtex prefrontal es la una parte de nuestro cerebro que rige nuestra capacidad para regular el comportamiento, incluyendo la resistencia a la tentación de la gratificación inmediata a favor de las ventajas a largo plazo».
En resumen, el córtex prefrontal ayuda a sostener bajo control nuestros impulsos y entiende la relevancia de retrasar la gratificación para crear un futuro mejor.
Si deseas dejar de diferir, es esencial sostener esta una parte del cerebro en inmejorables condiciones (más adelante vamos a hablar de ello).
El sistema límbico es la parte sensible e impetuosa de nuestro cerebro.
A menudo se le llama cerebro «reptil», ya que es parte del cerebro considerablemente más vieja (desde una perspectiva evolutiva).
Como escribió el Dr. Timothy Pychyl, maestro asociado de sicología en la Universidad de Carleton, en Solving The Procrastination Puzzle:
«El sistema límbico reacciona a la información sensorial inmediata, como el placer y el dolor, sin meditar en las consecuencias futuras».
En otras palabras, el sistema límbico es más impetuoso y propenso a escoger la gratificación instantánea, aun cuando entra en enfrentamiento con nuestros objetivos en un largo plazo.
Por ejemplo, cuando tu objetivo en un largo plazo es ponerte en forma, mas terminas dándote un atracón de Netflix a lo largo de horas, es el resultado de que tu sistema límbico está anulando tu corteza prefrontal.
Desde una perspectiva evolutiva, el córtex prefrontal es parte del cerebro más reciente y menos desarrollada que el sistema límbico.
Como resultado, el córtex prefrontal es más «débil» que el sistema límbico.
Por eso, en el momento en que nos encaramos a una labor que presenta cierto grado de hastío, dificultad o temor, el sistema límbico acostumbra a cancelar al córtex prefrontal.
A pesar de nuestras buenas pretensiones y objetivos en un largo plazo, terminamos cediendo a la tentación de diferir y a la gratificación inmediata más de lo que nos agradaría.
Como escribió el Dr. Timothy Pychyl en Resolver el rompecabezas de la procrastinación:
«Cuando hay un enfrentamiento entre la gratificación inmediata y un propósito en un largo plazo, el sistema límbico de manera frecuente gana por el hecho de que es más viejo en un sentido evolutivo y tiene una repercusión más directa en nuestro comportamiento.»
En sitio de procurar motivarse o machacarse por la carencia de disciplina, es más eficiente practicar hábitos concretos que asistan al córtex prefrontal a predominar sobre nuestro perezoso e impetuoso sistema límbico.
Vamos a revisar 5 de estos hábitos ahora.
Cuanto más simple sea una labor o un proyecto, menos va a protestar el sistema límbico. Por eso es tan eficiente dividir las labores en partes.
Divide una labor o proyecto grande y apabullante en múltiples labores del tamaño de un mordisco a fin de que sea más simple de abordar.
Por ejemplo, cuando escribo un nuevo artículo, lo divido en múltiples subtareas:
- Crear el esquema del blog
- Redactar el boceto inicial de la primera parte
- Redactar el boceto inicial de la segunda parte
- Añadir estudios científicos
- Escribir el titular
- Dar formato al artículo
- Revisar y editar el artículo
En sitio de tener frente a ti una labor grande e intimidante (que al sistema límbico no le agrada), divídela en múltiples labores del tamaño de un mordisco que puedan completarse de manera fácil de una en una.
Una de mis reglas básicas de productividad es llenar la labor más esencial y bastante difícil del día ya antes de trabajar en otra cosa.
Las investigaciones prueban que, conforme avanza el día, empeoramos exponencialmente en autocontrol, concentración y procesamiento de la información.
Cuanto después se hace, más se agota nuestra energía y aparece la fatiga en la toma de resoluciones, que pone a nuestro sistema límbico al mando.
En otras palabras, aborda tus labores más bastante difíciles a primera hora de la mañana para eludir diferir.
Los estudios prueban que las personas privadas de sueño experimentan un menor desempeño cognitivo y padecen una pérdida general de productividad del veintinueve% al día después. Esto se debe a que, cuando se está agotado, el sistema límbico controla por completo el proceso de toma de resoluciones, lo que acostumbra a provocar la procrastinación.
Como el córtex prefrontal es una parte parcialmente nueva y más enclenque del cerebro, precisa más energía para sostener el control. Por eso es esencial priorizar hábitos saludables, como:
- Dormir siete-ocho horas por noche
- Hacer ejercicio cuando menos cuatro veces por semana
- Moverse más durante el día (estirarse regularmente, dar paseos, eludir estar sentado a lo largo de horas seguidas)
- Comer comestibles de alto valor nutritivo
- Mantenerse suficientemente hidratado
Según mi experiencia, la productividad depende cuando menos en un ochenta% de la biología. Al dar prioridad a mi salud, ser productivo requiere mucho menos esmero mental, y la motivación semeja ser un subproducto natural de sentirse con energía.
En resumen, prioriza tu salud y tu energía para asistir a tu corteza prefrontal a sostener el control del proceso de toma de resoluciones.
Cuando las distracciones están al alcance de la mano, el sistema límbico percibe un escape veloz y ameno de nuestras labores u objetivos.
En la mayor parte de los casos, trabajar en nuestros objetivos es más desafiante, consume más energía y es menos estimulante que la mayor parte de las distracciones, por eso nuestro cerebro gravita cara las distracciones.
Muchas de las distracciones digitales actuales han sido diseñadas a propósito para raptar las vías de recompensa de nuestro cerebro (específicamente, el sistema de la dopamina), lo que las hace tan adictivas.
De hecho, hay un incentivo económico para engancharnos a estas distracciones digitales. Por ejemplo, cuanto más tiempo pasas en una plataforma de redes sociales, más dinero consiguen mediante los ingresos por publicidad.
En esencia, tu atención es su modelo de negocio. Es por eso que precisas suprimir las distracciones con alto contenido de dopamina de tu ambiente (de trabajo) si deseas sostener la corteza prefrontal en el asiento del conductor y eludir diferir.
Me he dado cuenta de que tras unas semanas de meditación incesante (diez minutos al día), de manera automática comienzo a tomar mejores resoluciones. Procrastino menos, dedico menos tiempo a distracciones de baja calidad y, por lo general, tomo resoluciones más sanas y productivas. Pero no es casualidad.
Una investigación de la Dra. Sara Lazar, neurocientífica de la Facultad de Medicina de Harvard, ha descubierto que la meditación tiene un efecto positivo en el cerebro. Dice: «Descubrimos que cuantas más horas llevaba una persona practicando la meditación, más profundos eran los cambios en el cerebro».
En específico, el estudio de Lazar descubrió que los meditadores usuales tenían más materia gris en el córtex prefrontal.
En términos simplificados, cuanta más materia gris hay en el cerebro de alguien (o en una zona concreta del cerebro), más eficiente es su cerebro (o zona del cerebro).
Además, la investigación ha descubierto que la meditación usual reduce la actividad en la amígdala, que es parte del sistema límbico. En otras palabras, la meditación ayuda a edificar un córtex prefrontal que marcha mejor y a sostener nuestro sistema límbico bajo control, lo que nos pone en una situación mucho mejor para superar la procrastinación. Deja de culparte y comienza a utilizar la neurociencia
En terminante, practica hábitos y técnicas de productividad que apoyen tu corteza prefrontal, de forma que sea más probable que anule el sistema límbico impetuoso y orientado al corto plazo.
En sitio de culparte por el hecho de que no eres suficientemente disciplinado o te falta motivación, es más productivo usar la neurociencia a favor tuyo para dejar de diferir.
Bogotá (Colombia), 1989. Apasionado por la investigación y el análisis de temas de interés público. Estudió comunicación social en la Universidad de Bogotá y posteriormente obtuvo una maestría en periodismo investigativo en la Universidad de Medellín. Durante su carrera, ha trabajado en diversos medios de comunicación, tanto impresos como digitales, cubriendo temas de política, economía y sociedad en general. Su gran pasión es el periodismo de investigación, en el cual ha destacado por su habilidad para descubrir información relevante y sacar a la luz temas que a menudo se mantienen ocultos.