Nos jubilamos después. Por primera vez desde que hay registros consolidados la edad media de acceso a la jubilación en España alcanza los sesenta y cinco años, conforme los datos de la Seguridad Social para el periodo enero-junio de dos mil veintitres. Así, la edad media de acceso a la jubilación y la edad legal (si se cumplen los requisitos de cotización) al fin confluyen, un aspecto que el Gobierno considera clave para asegurar la sostenibilidad del sistema de pensiones.
Los datos del año vigente, pertinentes al primer semestre, afianzan una tendencia que se acentúa ejercicio tras ejercicio desde dos mil dieciocho. Entonces, la edad media de acceso a la jubilación se ubicaba en sesenta y cuatro,2 años, 8 décimas menos que ahora. En los 6 años precedentes, desde dos mil doce, este registro se elevó en solo dos décimas. Las estadísticas de la Seguridad Social comienzan en dos mil cinco, cuando la edad media de jubilación era de 63,6 años.
No hay que confundir la edad media de acceso a la jubilación con la edad legal de retiro, establecida en 65 años en 2023 para quienes han trabajado al menos 37 años y nueve meses. Si todos los trabajadores se jubilasen entonces, habría una correspondencia perfecta entre estos dos conceptos. Pero no es así. Hay muchos empleados que se jubilan anticipadamente, arrastrando la edad media hacia atrás, y otros que no cumplen los requisitos de cotización o que lo hacen de forma demorada, empujando la media hacia delante. Según los últimos datos de la Seguridad Social, hasta junio de 2023 hubo 13.223 jubilaciones demoradas, un 8,1% del total, en torno a 3 puntos más que en años anteriores. Es un 45% más que en el mismo periodo de 2019. A esto se suma la caída en las jubilaciones anticipadas, que hoy son el 36,9% de las altas iniciales y en 2016 eran el 44,5%.
El ministerio que dirige José Luis Escrivá ha aprobado varios incentivos para fomentar el retraso en la jubilación de los trabajadores que así lo deseen. Desde 2022 quien dilata voluntariamente la jubilación percibe un complemento económico cuando da el paso, a elegir entre estas dos opciones: un porcentaje adicional del 4% por cada año completo cotizado después de cumplir la edad ordinaria; o una cantidad fija que depende de los años cotizados (la cuantía media es de 13.100 euros, según el ministerio). Desde el 18 de mayo de este año se pueden combinar ambas fórmulas.
Cada vez que estos incentivos se ponen encima de la mesa, Escrivá insiste en que con ellos no busca aumentar la edad legal de jubilación, sino aprovechar mejor la fuerza laboral disponible. “En ningún caso planteo la necesidad de trabajar hasta los 75 años, como algunos sugieren, sino fomentar medidas que contribuyan a cambiar la mentalidad de las empresas para que no expulsen a trabajadores del mercado laboral a partir de 55 años, desperdiciando su experiencia y mejorando los incentivos a la jubilación demorada para que aquellos que así lo deseen puedan trabajar más allá de la edad ordinaria de jubilación”, decía en 2021, recién aprobados los primeros incentivos de la legislatura. España es uno de los países de la OCDE que antes expulsa a sus trabajadores del mercado laboral: a los 61 a los hombres y a los 60,4 a las mujeres, con datos de 2021.
Edad media en la que abandonan el mercado laboral
En 2021
“Lo que más refuerza la sostenibilidad del sistema es acercar la edad efectiva a la ordinaria de jubilación. Mejorar la empleabilidad de los mayores de 55 e incentivar la jubilación demorada son dos mecanismos clave, sin que en ningún caso se plantee cambiar la edad de jubilación”, insistía Escrivá. Su departamento destaca que estas jubilaciones tardías, que de media empiezan en torno a los 68 años, están pensadas para los empleos con menor carga física. Hoy los mayores de 55 años suponen el 20,7% de la fuerza laboral, frente al 10,6% de hace 20 años.
Detrás de estas políticas está la presión a la que está sometido el sistema por el aumento en el número de pensionistas, dada la jubilación de la generación del baby boom, el aumento de la esperanza de vida (83 años) y la caída de la natalidad (1,19 hijos por mujer). La última reforma de las pensiones, que aumenta las cotizaciones para financiar ese incremento (de unos 10 a 15 millones de pensiones en 2050) y la subida de las retribuciones mínimas, exige que estos incentivos funcionen.
Para que cuadren las cuentas de la reforma, el Gobierno estima un cambio de comportamiento de más de la mitad de los futuros pensionistas (del 55% de ellos) que decidirían voluntariamente retrasar su jubilación tres años, accediendo al retiro a los 68 años. El Ejecutivo calcula que el gasto en pensiones, que ahora supone el 12% del PIB, escalará hasta el entorno del 15%.
Buen momento económico e incentivos
Los expertos en pensiones consultados por este periódico, tanto los más favorables a las políticas de Escrivá como los detractores, creen que estos incentivos están retrasando la edad real de jubilación, pero hay otros muchos factores. El negociador de UGT en materia de pensiones y vicesecretario general de Política Sindical, Fernando Luján, apunta al buen momento del mercado laboral: “Creo que la edad real de jubilación avanza a medida que hay más trabajo”. Es decir, Luján cree que las políticas de fomento de la jubilación demorada ayudan, pero no son efectivas si no hay un mercado laboral robusto que genere suficientes empleos. Muchos parados de larga duración, recuerda este sindicalista, terminan jubilados anticipadamente porque el mercado laboral les ha expulsado.
“El ciclo económico positivo que vivimos actualmente también puede estar ayudando a retrasar la edad real de jubilación. Tanto los trabajadores, que perciben retribuciones más altas cuando están empleados, como las empresas, con menos necesidad de reducir plantillas, son menos proclives a fomentar las jubilaciones si las cosas van bien”, abunda el catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Complutense de Madrid y subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), José Ignacio Conde-Ruiz.
Otro factor clave que explica este avance en la edad real de jubilación es la reforma del PSOE de 2011, en plena Gran Recesión. Aquel cambio en la arquitectura de las pensiones elevó por encima de los sesenta y cinco la edad legal de jubilación para aquellos trabajadores que no hubiesen cotizado suficientes años. Iniciaba un recorrido en 2013 que termina en 2027, con un aumento progresivo de la edad de retiro para las personas con carreras laborales irregulares.
En el inicio de la reforma, hace diez años, se establecía que para jubilarse con 65 años y un mes se debía haber cotizado cuando menos 35 años y tres meses. Estas dos variables se han ido incrementando poco a poco hasta alcanzar este año la edad de jubilación con pensión completa de 66 años y cuatro meses si se ha cotizado menos de treinta y siete años y 9 meses. El final del camino es 2027, cuando los trabajadores que hayan cotizado menos de 38 años y seis meses no podrán jubilarse hasta los 67. La esperanza de vida con buena salud en España es de 66,3 años, según el Instituto Nacional de Estadística.
Carlos Bravo, secretario de Protección Social y Políticas Públicas de CC OO, cree que hay muchas medidas tomadas “desde 1996″ que están aumentando la edad media de acceso a la jubilación, más allá de las mencionadas. Entre ellas están los sucesivos aumentos en el periodo de cálculo o los cambios restrictivos en la jubilación anticipada en 2001 o 2011. “La apuesta por estimular el acceso a la jubilación mediante incentivos y desincentivos está funcionando bien”, agrega Bravo, que considera clave “acabar con la destrucción masiva de empleo a partir de 55 años, con muy difícil retorno” para desarrollar todo el potencial de las reformas.
Ellas se jubilan más tarde con menos pensión
Las mujeres se jubilan más tarde que los hombres: ellas lo hacen a los 65,4 años y ellos a los 64,6. Sin embargo, hay más hombres que optan por la jubilación retardada que mujeres. De todas las altas de jubilación hasta abril (estos datos no están disponibles hasta junio) que firmaron ellas, el 6,7% fueron retardadas, frente al 9,1% de ellos. Cabe destacar que ellas afrontan carreras laborales más irregulares porque se suelen encargar (por obligación) de los cuidados, así que tienen menos margen para optar a una jubilación demorada tras los 65 años. Esto es palpable al observar la edad con la que acceden tanto a la jubilación ordinaria (66,2 ellas y 65,9 ellos) como la demorada (68,6 ellas y 67,9 ellos). Es una brecha de género más en materia de pensiones: hay un 41% de hombres pensionistas que cobran menos de 1.000 euros al mes, frente al 70% de mujeres.
Por territorios también hay diferencias a destacar en la edad media de jubilación. En las regiones más desarrolladas económicamente los trabajadores se jubilan antes, como en Navarra y Euskadi, donde el retiro se da poco tras los 64 años. En el otro lado de la balanza están Ourense, Santa Cruz de Tenerife o Ceuta, sobre los sesenta y cinco años y medio.