La transformación digital en España ha avanzado de forma vertiginosa a lo largo de este cuarto de siglo, lo que ha tolerado al país situarse entre los líderes
digitales europeos, conforme refleja el estudio ‘Impacto de la transformación digital en España: 1998-2023’ de Orange y su Fundación.
Así, en el periodo dos mil diecisiete-dos mil veintidos, España ha avanzado situaciones, llegando a ocupar la 7ª situación, situándose por delante de países como Francia (12ª),
Alemania (13ª) o Italia (18ª).
La digitalización del país, merced al impulso de las telecomunicaciones, ha contribuido en unos siete.500 millones de euros anuales al PIB nacional
a lo largo del periodo dos mil trece-dos mil dieciocho fruto de las inversiones efectuadas de forma continua por las compañías del campo que, desde mil novecientos noventa y ocho, han dedicado una
inversión media anual que supera los cinco mil quinientos millones de euros.
Estas inversiones han tolerado a España situarse entre los países con mejor conectividad. Así lo corrobora la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos que, en el caso del porcentaje de
accesos de fibra con respecto al total de accesos de banda ancha, ubica a España en la 3ª situación mundial, solo superada por países históricos en el
despliegue de esta tecnología como Corea del Sur y Japón, según se hace eco Orange en su web.
A nivel de la UE, España lidera el ranking de países con mayor porcentaje de hogares que disponen de conexiones fijas de banda ancha de por lo menos cien
Mbps. Gracias al esmero de los operadores de telecomunicaciones, España ha entrado en el top-tres de países con mejor conectividad de la UE.
Si bien estas cantidades reflejan un proceso de digitalización triunfante, existen algunos conjuntos sociales que, pese a estos múltiples avances, no pueden
gozar de los beneficios que ofrece la tecnología. Tanto es así que solo el sesenta y cuatro con dos% de la población de España cuenta con competencias digitales
básicas.
Este porcentaje está aún lejos del objetivo planteado por la Comisión Europea en su programa cara la Década Digital 2030: por lo menos el ochenta% de la
población debe contar con de dichas competencias digitales básicas.
Si bien la brecha digital aún afecta ciertos colectivos, los avances han sido notables. La brecha digital entre el campo urbano y el rural ha
pasado del dieciocho% en dos mil cuatro al cuatro% en dos mil veintidos. Esta reducción de la brecha, así como el aumento de las velocidades de conexión en las zonas rurales, tiene
un efecto positivo en la reducción de la despoblación de las zonas rurales españolas.
En este país, los usuarios diarios de internet han pasado del dieciseis con uno% en dos mil tres al ochenta y siete con uno% en dos mil veintidos, lo que prueba que el acceso a la red de redes es un
hábito absolutamente integrado en la vida de la enorme mayoría de la población de España. La brecha digital en el conexión a internet dependiendo de la edad
se ha reducido de forma notable en los últimos tiempos, pasando de los cincuenta con cinco puntos en dos mil doce a los dieciocho puntos en dos mil veintidos.
En el caso de los mayores de setenta y cuatro años, la brecha con respecto al porcentaje de usuarios global es superior, llegando a los cincuenta y ocho puntos en dos mil veintidos. Otra
brecha de acceso que era muy evidente en los comienzos de la digitalización, la de género, es ahora prácticamente inexistente. Si en los primeros años
del siglo el porcentaje de hombres usuarios de internet superaba en nueve puntos al de mujeres, en dos mil veintidos no hay ninguna diferencia.