El ecosistema emprendedor español ha alterado substancialmente en los últimos diez años y ha dado sitio a empresas considerablemente más maduras, que acumulan una experiencia valiosísima ahora en instantes de inseguridad.
Esta trayectoria está tejiendo una sólida red de sinergias de la mano de emprendedores de segunda generación, aceleradoras, corporates y demás agentes protagonistas del ámbito del emprendimiento en España que ayudan a edificar una economía más digital y tecnológica.
La internacionalización es un instante crítico del proceso de desarrollo para toda start-up y, si bien «cada una es un mundo», esa salida al exterior es una alternativa que está penetrando de forma paulatina en la cultura del emprendimiento de España.
[La ‘startup’ valenciana ganadora de South Summit 2023 ya piensa en su expansión internacional]
La actitud de las nuevas generaciones de creadores, que miran al planeta con esa ambición que se le viene demandando al ecosistema made in Spain desde hace ya tiempo, tiene mucho que ver.
Así lo comprueba Bcombinator, la aceleradora con sede en Barcelona que nació hace dieciocho meses y que en su ADN lleva el acompañamiento a start-ups con proyectos de proyección dentro y fuera de nuestras fronteras y la inversión en creadores internacionales.
No sin razón, una buena parte de las compañías de su porfolio logran -«alrededor de dos tercios»-, desembarcar en otros mercados transcurrido un año de su salida al mercado.
Así lo explica a D+I Sergi Vila, CEO de Bcombinator, al charlar sobre los peligros y requisitos que debe tener en consideración toda compañía emergente a fin de que la ‘aventura’ de explorar otros territorios no acabe estropeando un proyecto prometedor.
Es esencial que las start-ups piensen poco a poco más en salir al exterior desde el inicio: en ocasiones es la única forma de tener el valor y la escalabilidad para crecer
Pero ¿qué género de start-up tiene más simple iniciarse en esta aventura? ¿Qué debe tener en consideración ya antes de proponerse dar el paso? Vila ratifica que estamos frente a un sector muy heterogéneo.
«Cada startup es un mundo. Las B2C tienen, a veces, más facilidad para la expansión internacional que las B2B. Por ejemplo, la startup Flappin, de experiencias y viajes sorpresa que impulsé en 2017, en solo tres meses ya vendía en Italia, y también estaba sólo en unos meses en Portugal… porque no necesitas una estructura física en el país».
El CEO insiste en que el mercado europeo acarrea una mayor complejidad para la salida al exterior de la start-up, «dado que se diferencia del americano en que aquí cada mercado aún mantiene una cultura diferente; en ocasiones, un idioma diferente, en definitiva, una manera de operar distinta».
En cuanto a la crítica que acostumbra a percibir el ecosistema emprendedor de España de falta de ambición para fundar proyectos con vocación global, Vila matiza: «La ambición en España existe, lo veo en las nuevas generaciones, de 20 a 30 años, ya nacen con una visión global».
«Es necesario que las startups intenten internacionalizarse desde el principio porque, en muchas ocasiones, sólo saliendo al exterior pueden tener el valor y la escalabilidad para crecer«, agrega.
Aunque reconoce que «muchos inversores continúan sosteniendo que las startups españolas tardan mucho en salir de España. Es una realidad que va mejorando cada año, pero que hay camino por hacer«.
Producto, coaliciones y… paciencia
A ello ha contribuido, además de esto, las soluciones digitales que asisten a la creación de nuevas empresas en cualquier una parte del planeta. «Hace 15 o 10 años, abrir una compañía en Estados Unidos era casi una utopía, pero hoy en día hay plataformas que por 600 dólares en una semana tienes la empresa montada con el banco. Cada vez veremos más empresas que directamente ya nacen vendiendo a otros países».
Vila aconseja que en el momento de valorar salir al exterior la start-up tipo en España -un B2B o Saas- debe lograr acá primero su product market fit en España. «Cuando lo tengas, para expandirte busca sinergias con actores locales en el país al que quieras ir, ficha talento local que conozca muy bien ese país, que lleve muchos años vendiendo allí».
En la actualidad, hay plataformas que por seiscientos dólares estadounidenses, en una semana, tienes la compañía montada con el banco
Además, el encargado de Bcombinator insta a las start-ups a examinar «muy bien si el pain, el dolor que ha identificado el cliente español, lo tiene también el francés o el americano». Les insta a analizar la competencia y ver qué valor añadido pueden aportar y, fundamental, apostar por un equipo autónomo.
«Que trabajen en esa línea de negocio con autonomía, con un equipo local diferente al de la sede en origen, donde ya tienen su product market fit al de España», insiste Vila.
Aunque reconoce que no existen fórmulas mágicas y que, en cualquier ecuación que se quiera aplicar para embarcarse en la internacionalización de una start-up, no debe faltar: «paciencia». «No siempre es rentable al principio. La entrada en un mercado nuevo no es fácil».
La internacionalización es una de las peculiaridades en común, exactamente, de las start-ups en el porfolio de Bcombinator (más de cincuenta compañías).
«Tenemos muchas startups en el portfolio que, al cabo de un año, un tercio al menos, operan ya en otros mercados, que suelen ser, si son B2B, en Portugal, porque es muy parecido al español, y las B2C van a Italia, al norte».
El especialista en start-ups asimismo explica que las start-ups de Software as a Service o B2B que más dinero levantan procuran de forma rápida ir a Reino Unido o Estados Unidos, y que hay una fuerte tendencia natural a abrir asimismo en México y Colombia, los mercados más digitalizados y tecnológicos de Latinoamérica.
España, «país de startups»
En cuanto a las consecuencias para este país de la aprobación en dos mil veintidos de la Ley de Startups, Vila está seguro de que se ha dado un paso esencial para retener talento, atraer inversiones de fuera y situar a España en la vanguardia del emprendimiento mundial.
«Hasta la última ley, había muchas barreras para captar inversión; con la Ley de Startups se ha dado un paso importante».
«Vemos ya muchas empresas de Europa que vienen y abren aquí. España en los próximos cinco o diez años tiene el potencial necesario para ser un país de startups, lo tiene todo para ser un lugar como Tel Aviv con sus propias señas de identidad y estar en el Top3 mundial como ecosistema«.
Vila concluye con la constatación del efecto llamada que la Ley de Startups ha tenido para los nómadas digitales y que ya se está afianzando en este país.
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