El incremento tradicional de la producción de leche en los meses de primavera, al lado de unas importaciones más económicas desde otros países comunitarios y un retroceso en la demanda, están complicando las cuentas a los ganaderos. Ante el incremento de la oferta y la presión de los mercados exteriores, las industrias han ofrecido a los productores contratos con costes a la baja. Frente a unos importes medios en origen de cero con sesenta euros por litro, el costo en los nuevos contratos ha caído hasta situarse entre los cero con cincuenta y dos y cero con cincuenta y cuatro euros. Según las cuentas de los ganaderos, esas ofertas no cubren unos costos que van en alza, impulsados esencialmente por el encarecimiento de la energía, los forrajes o la paja. Estos gastos fijos se ubican, conforme los datos aportados, en los cero con cincuenta y ocho euros por litro, por lo que conforme con la Ley de la Cadena Alimentaria, el costo de venta habría de estar sobre esta cantidad.

En la industria arguyen que el costo es muy, muy diferente en todos y cada explotación y que en nuestros días no hay un costo medio oficial, sino se negocia de forma individual con cada productor. En estas circunstancias, los ganaderos optan por contratos en un corto plazo para periodos de 3 meses a la espera de que, desde otoño, con una menor oferta, se genere un incremento de los costes. La moderación en el costo de los cereales ha sido, conforme los productores, un balón de aire. Pero no basta, y la caída de la demanda, que la industria cifra en un nueve% en dos mil veintidos por el aumento del costo final del litro, complica las negociaciones.

Frente a esta situación, las importaciones de leche al peso provenientes de otros países comunitarios, si bien se han reducido en los últimos tiempos desde más de quinientos toneladas a solo unas cien, prosiguen teniendo un impacto negativo sobre el campo al ofrecerse las cisternas a unos costes de entre cero con cuarenta y dos y cero con cuarenta y cinco euros litro, muy bajo el rango de producción en España.

Cierre de explotaciones

La subida de costos y la tensión en el costo de los contratos han comprometido la rentabilidad de las explotaciones. Durante el último año han cesado su actividad en torno a setecientos granjas, dejando un total de diez y cuatrocientos instalaciones activas. Por otra parte, las que han resistido han aumentado tenuemente su tamaño medio. Crecen más las más grandes y, habitualmente, en zonas no ligadas de forma tradicional a la producción de leche, sino más bien a núcleos o territorios de más consumo como el área mediterránea. Las que desaparecen son las más pequeñas, ubicadas en las zonas de forma tradicional ganaderas, lo que afecta al abandono del territorio. Uno de los primordiales inconvenientes es la carencia de relevo generacional en un campo dónde el conjunto de trabajadores tiene una edad avanzada.

Por cantidad de animales, se ha registrado del mismo modo una reducción del número de cabezas desde más del millón hace unos años, al censo actual de unas ochocientos ochenta, si bien una parte fundamental del censo actual son animales con unos rendimientos más elevados por mejoras genéticas.

Este escaso dinamismo en el campo ha hecho que en dos mil veintidos, en frente de unas producciones medias de siete con cinco millones de toneladas, las entregas bajaran algo más del dos% hasta los siete con tres millones de toneladas, con unas cantidades mensuales entre quinientos treinta y quinientos cincuenta toneladas.

En relación con la sequía, las ayudas previstas por el Gobierno actual para respaldar al campo se elevan a trescientos cincuenta y cinco millones de euros para el conjunto de los campos ganaderos perjudicados. En el caso del vacuno de leche, la ayuda se cifra en sesenta y uno euros para una vaca de leche en las zonas más perjudicadas por la sequía —básicamente la mitad sur de la Península, al lado de Aragón y Cataluña—, mientras que en la Cornisa y Galicia la ayuda se reduce al veinticinco%. En Madrid, Castilla y León, Navarra o La Rioja, se reduce al cincuenta%. En el caso de las vacas nodrizas (destinadas a la cría), la ayuda sería de ciento cincuenta y siete euros per cápita con un sistema igualmente distribución.

Mercedes Cruz Ocaña