¿Un paraíso fiscal debería describirse como un régimen atrayente o como perjudicial? La definición del Diccionario de la lengua española se inclina cara el adjetivo más benigno: “Un país o territorio donde la ausencia o parvedad de impuestos y controles financieros aplicables a los extranjeros residentes constituye un eficaz incentivo para atraer capitales del exterior”. Pero pronto cambiará, conforme trasladan fuentes cercanas a la Real Academia Española (RAE). El objetivo es suprimir, o por lo menos reducir, esa valoración positiva de la elusión y evasión fiscal que ahora refleja la descripción que da el diccionario.

En una sesión festejada el pasado veinte de abril, la Comisión de Ciencias Sociales de la Academia decidió que la nueva definición se alineará a la del Diccionario panhispánico del de España jurídico, que describe a un paraíso fiscal como a un “territorio caracterizado por su baja o nula tributación, la ausencia o escaso número de convenios para evitar la doble imposición y la falta de un efectivo intercambio de información fiscal con otros Estados”. Un texto que evita sugerir que los sistemas fiscales de estas jurisdicciones y los pocos o nulos controles sobre los flujos de dinero que por ahí recorren son un reclamo para la inversión.

Fuentes de la Academia, no obstante, matizan que podrían sostenerse las dos descripciones, la popular y la jurídica. La enmienda, comentan otras fuentes cercanas a la corporación, va a ser incluida en la actualización de diciembre, y se baraja incluir la expresión refugio fiscal como equivalente a paraíso fiscal.

Hace 3 meses, la Plataforma por la Reforma Fiscal —en la que convergen asociaciones como Economistas sin Fronteras, Oxfam Intermón, ATTAC o los sindicatos CC OO y UGT— había lanzado una campaña en change.org bajo el leimotiv Pidamos a la RAE que hable de “guaridas fiscales”. En , demandaba a la Academia que modificara la definición de paraíso fiscal y empezara a emplear el término guarida o refugio en sitio de paraíso.

“Desde la Plataforma por la Justicia Fiscal lamentamos que, con la actual definición, la RAE parezca defender que es un magnífico objetivo de política económica que la tributación sea nula o muy baja y que se evite todo control financiero”, explica el texto que acompaña la solicitud, que a día de hoy cuenta con unas treinta y uno firmas. Agrega que la traducción del inglés tax haven no habría de ser paraíso fiscal, sino más bien refugio o guarida fiscal. “En inglés, con mayor propiedad, a estos lugares se les denomina tax haven, es decir, refugio o guarida fiscal”, apostilla el texto. Se trata, seguramente, de una mala traducción que confunde haven (cobijo) con heaven (cielo, paraíso). El mismo fallo se reproduce en otros idiomas, como el italiano, el francés o el alemán.

“Consideramos imperativo sensibilizar a la ciudadanía en que la defensa de nuestros derechos básicos pasa por la lucha decidida contra cualquier tipo de fraude o evasión fiscal y por la erradicación de las guaridas fiscales. Empezando por denominarlas y definirlas correctamente”, concluye la solicitud.

Pérdidas millonarias

Los paraísos fiscales ocasionan pérdidas millonarias todos los años a las arcas públicas de los países, reduciendo los recursos a predisposición del Estado de Bienestar. Su elevada opacidad complica la trazabilidad de los flujos de dinero en entrada y salida y conocer la operativa real de las actividades que ahí se efectúan. Por un lado, son el destino preferido de la evasión de capitales de empresas, pudientes y negocios ilegales. Por el otro, suponen una vía legal para rebajar impuestos, lo que es conocido como elusión fiscal. Invertir en paraísos fiscales está tolerado, siempre que se cumpla con unos controles reforzados. También lo es formar ahí empresas y filiales y diseñar triangulaciones para desviar ingresos y beneficios corporativos a estos territorios.

La organización independiente Tax Justice Network calcula que el traslado a paraísos fiscales de las ganancias de conjuntos corporativos y del patrimonio de los más ricos causa una mengua de 483.000 millones de dólares estadounidenses anuales a el resto países. Según el trabajo de investigación Missing Profits, cerca del cuarenta% del beneficio de las multinacionales —alrededor de un billón de dólares estadounidenses en 2019— termina todos los años en jurisdicciones de fiscalidad laxa o nula, rebajando los ingresos fiscales en más de doscientos millones. En el caso de España, el desvío es de veintiuno y ochenta y seis millones, que supone unos cinco mil millones menos de colecta o el dieciocho% de los ingresos anuales por el impuesto de sociedades.

Mercedes Cruz Ocaña