El apellido Fillol es sinónimo de tenis. A un nivel que se respira, se siente y se vive en todas sus generaciones. Bien lo sabe Catalina Fillol, la actual directora del ATP 250 en Santiago de Chile, y cara visible de todo el clan familiar que nació a raíz de la unión entre Mindy Haggstrom y Jaime Fillol, el mejor tenista chileno de los años 70 y parte del Top 15 mundial de la época.

En el grupo familiar, todos han jugado tenis en algún momento de su vida. Actualmente, hay un miembro que aparece en la prensa nacional e internacional. Se trata de Nicolás Jarry Fillol (87°), sobrino de Catalina y nieto de Jaime. Jarry acaba de volver después de tres años al Top 100, tras su excelente paso por el ATP 500 de Río de Janeiro. Quedó también como el número 1 de Chile.La familia Fillol trajo los torneos ATP a Chile desde 1976. En 2019, las hijas e hijo de Jaime Fillol junto a sus familias, crearon la productora SACS Entertainment, para volver a posicionar a Santiago de Chile como sede del torneo mundial. Foto: Rodrigo Paut.

Jarry, además, es parte de la actual generación que, junto a Christian Garín (100º), Tomás Barrios (183°) y Alejandro Tabilo (186º), va poco a poco haciendo reaparecer a Chile en la escena mundial del deporte blanco, después del paso de los medallistas olímpicos, Fernando González (5°, como su mejor ranking) y Nicolás Massú (9°), el ex número 1 del mundo, Marcelo Ríos, y cómo no, Jaime Fillol (14°).El tenista chileno, Nicolas Jarry Fillol, durante el ATP 500 de Río de Janeiro 2023. Foto: Antonio Lacerda, EFE.

Con el certamen internacional andando en territorio chileno -y un prize money de US$ 642.735- Forbes conversa con Catalina Fillol, quien se sincera y habla sobre su familia, su liderazgo como mujer en el desafío de volver a traer un torneo de talla mundial al país -en medio del estallido social y la pandemia- y más aún, las ganas de convertir a Chile en un ATP 500.

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Una herencia de categoría mundial

– ¿Cómo fue crecer con un papá como figura del tenis internacional?

Voy a ser sincera, al principio no me di cuenta. No me tocó vivir a mi papá compitiendo como sí lo vivieron mi hermana y hermano mayor. Ellos dos tienen recuerdos de ir al Estadio Nacional y ver cómo gritaban su nombre, pero nosotros nos fuimos de Chile cuando yo tenía 5 años. Y si bien en Estados Unidos mi papá jugaba tenis, la gente no lo paraba en la calle para saludarlo.

Cuando cumplí 12 vinimos a Chile y mi papá me pidió que lo acompañara al centro. Fuimos en metro y mientras caminábamos, la gente lo saludaba. ‘Hola don Jaime, que gusto verlo, tanto tiempo‘, le decían. Le daban la mano. Y yo preguntara quiénes eran y él me respondía con total sencillez un ‘no sé‘. Seguíamos caminando y lo volvían a parar. Y ahí le dije que no estaba entendiendo por qué la gente lo paraba en la calle. Él no es mucho de hablar de sí mismo y de sus logros. Si tú le preguntas, él contesta. Pero no lo va contando por iniciativa propia, por tanto, jamás me dijo ‘Cata, es que yo soy conocido’. Y quedó ahí. Cuando cumplí 15 años me invitó a Wimbledon, y mientras estábamos sentados en la sala de jugadores, se acercó el entonces número uno, Pete Sampras. Y lo saludó de nombre. Yo no lo podía creer. ¿Sampras sabía quién era mi papá? Ahí sí que él estaba chocho y me explicó que Wimbledon era su casa. El extenista chileno, Jaime Fillol, junto a su cuarta hija, Catalina Fillol, directora del ATP 250 en Santiago de Chile. Foto: María José Blanco, Forbes.

Crecer con mi papá fue un lujo. Persona con la que hablas sobre él, siempre dicen cosas maravillosas. Que es un caballero, que ha sido un aporte total al país respecto al tenis. Y no puedo hacerme la humilde respecto a eso porque también estoy orgullosa de mi papá. Ha dejado un legado muy bonito. Está todo el rato inquieto. Pensando. Participando. Tratando de meterse como puede para mejorar el deporte y la vida. Es una persona súper religiosa y eso lo transmite. Nunca deja de enseñar. Con los nietos siempre está hablando de Dios, de cómo hacer las cosas, que sean de forma honesta y correcta. Crecer con mi papá ha sido hermoso. No sé cómo explicar pero tiene un aura de que cuando andas con él, andas tranquila. Y eso siempre es maravilloso. 

Aún así debo reconocer que, de vez en cuando, te pesaba el apellido Fillol. Yo también jugaba tenis e ir a los torneos y escuchar a alguien al lado decir ‘oye, la hija de Jaime Fillol va a jugar en la cancha 2′, me hacía pensar ‘me van a ir a ver, me van a comparar‘… No fue gran tema, pero sí en momentos así me daba cuenta que el nombre Fillol tenía su propio peso. 

Cuando me convertí en mamá le pregunté a mi papá por qué era tan persistente en la idea de que el tenis entregaba herramientas para toda la vida, y me dijo que entrega una condición física excelente, te ayuda a la coordinación, disciplina, la velocidad, la resistencia. Otro factor importante es que te saca del mundo del colegio y te permite conocer otra gente. Me decía que daba lo mismo en qué país viviésemos, siempre íbamos a encontrar a alguien que supiera jugar tenis. Por lo tanto, es una herramienta social que sirve para el futuro. Dicho y hecho. Le copié la idea y ‘obligué’ a mis hijos a jugar tenis desde pequeños. Mi hija mayor se decidió por el hockey césped, pero también sabe jugar tenis.

El trasfondo de un deporte en la vida familiar

Catalina recuerda su rutina escolar y deportiva. A su madre, Mindy Haggstrom, esperándola puntual en la van a las afueras del Villa María Academy, con el raquetero, su ropa y un sandwich, el que comía camino a sus entrenamientos de 17.00 y 20.00 horas, en el Club de Tenis de la UC.

“En esa época mi papá trabajaba en el club, entonces tenía que esperar que el terminara para volver a la casa a eso de las 21.00, a cenar y recién ahí abrir los cuadernos, hacer las tareas, etc. El recreo de la hora de almuerzo lo pasaba en la biblioteca. El Villa María me ayudó no haciendo la clase de Educación Física para poder ir a la biblioteca a estudiar. Y ellos a cambio me hacían competir por Atletismo en el Estadio Nacional”, comenta.

“Que mi mamá haya sido la encargada de hospitalidad por 20 años en el torneo fue lo que nos educó a nosotros a tener esa mirada distinta. Ella entregaba café, quequitos. Hasta lavaba la ropa de los jugadores si es que la lavandería se atrasaba. Y como corría, se movía, aún sin ser fanática del tenis. Era impresionante. Se sacaba el jugo por hacer que fuera un ambiente acogedor. Verla fue un ejemplo, un impulso de que ella lo hacía y lo hacía increíble, y nosotros también”. 
Catalina Fillol recuerda a su madre, mindy Haggstrom, quien falleció en 2021.

Al terminar ese año, Jaime Fillol preguntó a Catalina qué quería hacer a futuro: “Le dije que quería irme a Estados Unidos a estudiar. Y él me dijo que tenía que hacerme un currículum. Así que me salí del colegio, me puse a competir y con eso terminé número dos de Chile, detrás de Valentina Castro. Me gané una beca y fui a estudiar Psicología Infantil a California”. 

– ¿Por qué cree que la eligieron para representar a Grupo Fillol como directora del ATP en Chile?

Primero, por la experiencia que logré trabajando en el torneo de mi papá. Los últimos tres años del evento fui la encargada de hospitalidad y me metí con más presencia en lo que estaba pasando. Segundo, de mis hermanas creo que soy la más apasionada del tenis. Y tercero, por un tema de personalidad. Soy más energética, me gusta hablar, compartir, estar, y como el mundo ATP ya nos conocía, era un poco más fácil acercarnos e iniciar conversaciones. Martín Rodríguez también era el candidato más obvio para serlo porque es extenista, entrenador, pero él mismo me dijo que manejaba más el área del tenis, pero que para ser director hay más áreas que cumplir y creía que tenía que hacerlo yo. Fue una conversación muy light y familiar. Me preguntaron si estaba dispuesta a serla y dije ‘vamos’. 

Hubo una época de Challenger donde mi mamá había tenido un accidente. Estaba hospitalizada muy mal y como familia pasábamos entre el hospital y los turnos del torneo. Llegado un momento del torneo estábamos emocionalmente derrotados. Y ese año, el Nico (Jarry) llegó a la final. Recuerdo haberme acercado al otro finalista para felicitarlo y decirle que no tenía idea qué iba a pasar, si ganaría él o Nico, que ganara el que jugara mejor, pero le adelanté que si llegaba a ganar Nico, lo protocolar podría ser que se me escapara. Dicho y hecho. Ganó Nico y me puse a llorar en la premiación, porque además su triunfo fue lo que marcó que Nico llegara al top 100 por primera vez.

La gracia que tiene SACS es que somos nueve, donde cuatro somos mujeres y cinco son hombres. El hecho de que ya somos casi mitad y mitad es algo muy bonito. Mi hermana y mi hermano ven finanzas. Los tres maridos, que son ingenieros comerciales de profesión, ven la parte comercial del evento. Mi hermana Ángela, que es trabajadora social, ayuda en lo que es el mundo del jugador y las actividades paralelas al evento. Natalia, casada con un extenista, Martín Rodríguez, también ve lo que es la vida del jugador y los ayuda a sentirse en casa. Al final, nosotros como grupo -que partimos en el Challenger- podíamos funcionar. Y en 2019 arrancamos con todo. 

Además: Lista Forbes | Los tenistas mejor pagados del mundo 2022Foto: Chile Open.

– ¿Qué se siente ser la única mujer latinoamericana directora de un ATP?

Al principio no lo había notado porque somos cuatro mujeres en SACS, y la presencia femenina ha estado desde el primer minuto. Hay un feeling de mujer en la parte estética del torneo que se palpita. En mi entorno no me di cuenta del lujo de ser de las pocas mujeres a cargo, pero sí lo viví cuando empecé a ir a las reuniones del ATP. Seremos 50 personas en total, y sólo hay presentes cuatro mujeres, por decir un ejemplo. Ahí uno ve lo fuerte que es esa diferencia. Se nota que somos pocas en cargos directivos dentro de una competencia de hombres, porque en el circuito de mujeres puede que hayan muchas más directoras, pero aquí es una mujer en un cargo directivo dentro de una competencia masculina. Eso es lo poco común. Me enorgullece enormemente poder ser esa mujer y representante, y más encima poder decir que viene de Chile. Todos los años vemos que hay más mujeres entrando a cargos importantes. Tenemos capacidades infinitas. Tener tantos temas en la cabeza al mismo tiempo y de tantos ámbitos potencia un proyecto como este. Ojalá que hayan más mujeres y no sólo en cargos directivos, sino en todo ámbito. En el Chile Open tenemos choferes mujeres, masajistas de los jugadores, niñas peloteras, mujeres presentes en prensa… cada año nos tomamos una foto todas las que participamos en el torneo. Incluso el tenista Casper Ruud, en la premiación del Chile Open 2020, destacó que el premio del ATP Masculino lo entregara una mujer. Chile es quien está poniendo a esta mujer a cargo de este puesto y eso es bonito. 

La nueva puesta en marcha de los Fillol

En 2020, Grupo Fillol -a cargo de los hermanos Jaime y Álvaro Fillol- pasó a ser SACS Entertainment, que significa “Sisters, Amigos, Cuñados y Socios”, y está a cargo de la segunda generación de los Fillol. Cecilia -madre de Jarry-, Ángela, Natalia, Jaime, Catalina, y sus respectivas familias.

“Cuando el ATP de Viña del Mar se fue hacia Quito, como siguiente generación de los Fillol sentimos un vacío. Vivíamos estas experiencias con mi papá y mi tío desde el 93. Yo tenía 13 años y ver a mi hermana Natalia entrar a la cancha central para la premiación con la bandera del finalista fue increíble. Realmente nosotros participábamos y vivíamos de todo esto. Cuando el torneo se fue de Chile, como familia decíamos que era fuera llegar a febrero y no tenerlo. En eso, tomamos la decisión como grupo Fillol de formar SACS. Siempre con la idea de volver a traer torneos grandes e importantes para el país”, dice la directora del Chile Open.

“Se dio una ventana grande donde no teníamos jugadores chilenos que estaban compitiendo al nivel de un ATP 250. Fernando González y Nicolás Massú ya se estaban retirando y los jugadores nuevos como Garín y Jarry tenían 18 años. Por tanto, era parte de la ilusión de ir creciendo”, dice Catalina.

Iniciaron con la categoría Challenger, donde el riesgo financiero es menor y los jugadores tienen un menor ranking. La oportunidad les fue enseñando a la siguiente generación de los Fillol el cómo montar un evento, además de reencantar al público chileno y a los auspiciadores para posar sus ojos en el tenis.

“Martín Rodríguez, mi cuñado que en ese entonces aún era entrenador, se dio cuenta que el torneo en Sao Paulo estaba cada vez más débil, y eso fue la puerta de entrada para conversar con el dueño de la fecha, que es Octagon. Como ya teníamos tres años de haber llevado a cabo el challenger, el mundo ATP ya sabía lo que con SACS éramos capaces de organizar. Después de eso fue todo bastante rápido. Estábamos listos“. 

El 15 de octubre de 2019, SACS anunció -con apoyo financiero del gobierno de Sebastián Piñera- el regreso del torneo en Chile con categoría 250. Tres días más tarde, una crisis política y social estalló a lo largo del país, lo que puso en jaque la realización del evento.

¿Cómo fue sortear todas las dificultades que han aparecido desde que volvió el ATP a Chile? Primero con el estallido social en 2019 y luego la pandemia…

El 18 de octubre nos golpeó con todo. Al país entero. Y nosotros ya habíamos firmado el compromiso con Octagon y con ATP. Santiago ya estaba en el calendario público, por tanto echarse para atrás significaba muchas cosas. En esa época no sabíamos si correr el riesgo o no, porque en Chile muchos eventos se estaban cancelando -COP25, APEC y Copa Libertadores- y nos preguntábamos si éramos unos locos por querer seguir adelante con el torneo. Después de muchas conversaciones como grupo, decidimos que teníamos que seguir. Habían pasado 6 años para que Chile volviera a tener un ATP 250 y echarse pie atrás podía poner en riesgo de que a futuro tampoco se diera. Era un encuentro deportivo, no político. El Estadio Nacional seguía siendo una opción hasta que llegamos a fines de diciembre y veíamos que las condiciones del estadio no estaban. Y luego desde el gobierno dijeron que no podían ayudarnos. 

– ¿Las razones del gobierno para bajarse del ATP fueron a raíz del estallido social? 

Sí claro. Había que destinar dinero al país, no a un evento de una semana. Era lógico y súper entendible. Ahí fue cuando nos acercamos a la UC. Ya lo habían hecho varias veces en la época que lo hacía mi papá y mi tío, por tanto, era terreno conocido. Y el club nos abrió las puertas. Tras todos los procesos de revisión previos al torneo, la ATP aprobó la nueva sede la primera semana de enero, y en dos meses montamos todo. 

– ¿Se bajaron jugadores a raíz del estallido social chileno?

No. Teníamos seguridad y protocolos de recibimiento de los jugadores en el aeropuerto. Realmente estaba todo cubierto. Y en San Carlos de Apoquindo tampoco pasaba mucho. Era más por los traslados. Además la misma gente entendió que eran cosas diferentes. No tomaron el evento como una plataforma política. 

Lo que hemos conversado mucho como SACS es que el tenis tiene la gracia: dura una semana completa y se juega todo el día. Es realmente un lugar de encuentro. Y el 2020 la gente agradeció poder ir a un evento como familia. Participar de algo sano que no tuviese un impacto político. 

– Y pasando el desafío de hacer un ATP en medio del estallido social, llegó la pandemia. ¿Fue la crisis política una especie de prueba para saber de lo que estaban hechos como grupo y cómo afrontaban las grandes crisis? 

Efectivamente. La pandemia fue increíble porque comenzamos a escuchar del virus en Europa cuando se estaba llevando a cabo el Chile Open. Y de hecho, el último partido que se jugó en el torneo con la pandemia a nivel mundial fue en Chile. Luego el ATP cerró todas las competencias. Y dos semanas después de nuestra final, el país entró en cuarentena. Entonces fue increíble el timing. (Los Fillol) somos súper creyentes y decíamos que era increíble cómo Dios nos ayudó a pasar el estallido social y luego haber terminado el evento sin peros de la pandemia. 

Sin embargo, después era difícil poder generar conversaciones con los sponsors. No se sabía si se iba a poder jugar, ni en qué fechas y condiciones. Cada marca estaba protegiendo lo suyo y atendiendo su propia crisis, por lo tanto, dijimos que mientras esto no se calmara, no íbamos a seguir tocando puertas porque realmente era no entender la realidad. Pasaron los meses y el ATP anunció la apertura del calendario con las reglas de cuidado del jugador, los aforos, con vacuna o sin vacuna… Recién ahí reactivamos. 

Con los desafíos de la pandemia, Movistar, nuestro principal sponsor, quiso hablar de tecnología. En ese minuto se estaba generando el público virtual en la NBA vía zoom, entonces para el Chile Open pusimos una fila llena de pantallas leds a lo largo de la cancha central, y al conectarte podías ser parte de las galerías en el evento. Resultó bastante bien. 

– ¿Alguna vez pensó que vería algo así?

No, jamás. Fue poder decir que éramos capaces de llevar a cabo un evento y competencia en plena pandemia. No obstante, se perdió la gracia de ver el público, la energía, y hasta la relación con el jugador era rara por no poder saludarlo o compartir con él. Se perdió esa magia y se sintió, pero sí fue un aprendizaje muy bueno respecto a la tecnología. 

– ¿Cómo proyecta que se va a desarrollar el Chile Open 2023? ¿Cree que será la puerta de entrada para considerar concretamente avanzar a una categoría ATP 500?

El hecho de que ya hayamos montado un torneo con capacidad para 5.000 personas en un ATP 250, demuestra que se puede. Uno de los requisitos para hacer un ATP 500 es tener 5.000 personas.

Ahora, hay dos proyectos importantes acá. Lo primero es lo que se puede lograr en San Carlos de Apoquindo. Si vamos a recibir 5.000 personas, el área común también tiene que estar adecuada para recibir esa cantidad. Como grupo somos muy de la experiencia y la dividimos en tres partes: los patrocinios, la del jugador y la de las personas que vienen a disfrutar del torneo. Esos tres pilares tienen exactamente el mismo valor. No hay uno que tenga más que el otro. Y no todos los que asisten a los torneos son fanáticos del tenis, entonces hay que tener distintos ambientes. Para el que no aguanta todo el día viendo partidos y que de igual forma se pueda entretener

– ¿Cree que Chile va a poder volver a los años dorados como la época de Massú, González, Ríos o su padre, Jaime Fillol? 

Sí, le tengo mucha fe a la camada chilena. A veces creo que la gente no dimensiona la dificultad que representa el tenis como deporte. Es muy competitivo y te juega mucho el estado emocional. Y como cualquier persona, los jugadores tienen altos y bajos. Desde el momento que estás en la cancha, miras al rival y en ese minuto tienes que tomar cinco decisiones. Cómo vas a recibir. Hacia dónde vas a dirigir la pelota. Y así por horas. Y todo lo que pasa en torno a sus vidas influye en cada punto.

Siento que este grupo de chilenos le está metiendo con mucha fuerza. Los ves entrenando y lo dejan todo. El talento lo tienen y lo han demostrado. Garín y Jarry ya han estado dentro de los TOP 100 del mundo. Tabilo está recién partiendo. Barrios ha tenido un bueno inicio de año. El material y la potencia la tienen. Y que rico nosotros como país poder apoyarlos y que sientan un agradecimiento de nuestra parte por el esfuerzo que están haciendo y darles más seguridad y fe. Tenemos un bonito grupo de jugadores representantes de Chile. Y ver un partido en vivo es muy distinto que verlo en la tele. 

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Amalia Cruz

Rosario (Argentina), 1995. Graduada en la Universidad de Buenos Aires, donde estudió Comunicación Social y se especializó en periodismo económico. Actualmente trabaja en como editora de finanzas y negocios, cubriendo noticias y tendencias sobre la economía del mundo hispano. En su tiempo libre, a Camila le gusta leer sobre temas de inversión y finanzas personales, y disfruta de los videojuegos y de tocar la guitarra.