En el siglo XIX, la dinastía Qing brillaba como una potencia exportadora, dominando el mercado mundial con sus productos de té, seda y porcelana. Sin embargo, su negativa a aceptar cualquier forma de pago diferente a la plata provocó un desequilibrio en la balanza comercial del Reino Unido. Este conflicto comercial desembocó en las Guerras del Opio, que no solo llevaron a una crisis social en China, sino que también resultaron en la fuga masiva de capitales.
La nueva batalla: vehículos eléctricos
Hoy, la guerra comercial entre Oriente y Occidente se libra en el terreno de los vehículos y las baterías. La industria automotriz europea se encuentra en un punto crítico, enfrentándose a la imponente hegemonía de China, que controla más del 70% de la producción mundial de vehículos eléctricos. Con unos costos energéticos elevados y una transición tecnológica desorganizada, se estima que la cuota de mercado de las marcas chinas en Europa Occidental aumentará del 3,8% en 2021 al 11% en 2025.
Esta posición competitiva, respaldada por generosos subsidios estatales y costes de producción significativamente más bajos, ha obligado a la Unión Europea (UE) a considerar la imposición de aranceles de hasta el 45,3% para proteger un sector que representa el 10% del valor añadido manufacturero de la región. La estrategia busca detener la expansión de los vehículos chinos, que tienen un costo de producción que es un 25% inferior.
Movimientos estratégicos de la UE
Recientemente, la Comisión Europea ha tomado una decisión clave al flexibilizar su meta para la eliminación del motor de combustión, trasladando el objetivo de una reducción del 100% de emisiones a un 90% para 2035. Impulsada por Alemania e Italia, esta medida abre la puerta a la venta de híbridos enchufables, motores diésel de última generación y vehículos que utilicen combustibles sintéticos neutrales en carbono, incluso después de la fecha límite.
No obstante, esta decisión conllevará un alto costo financiero: adicción a la gasolina que desviará recursos vitales de inversión hacia el desarrollo de coches competitivos en un sector con márgenes de beneficio ya limitados, como demuestra el 2,3% de margen operativo de Volkswagen.
Según proyecciones, la nueva normativa producirá una caída del 25% en las ventas de vehículos eléctricos para 2035 en comparación con los objetivos anteriores. Este tiempo adicional es un período que China puede aprovechar para seguir extendiendo su ventaja tecnológica y de mercado, al tiempo que califica las investigaciones de la UE como proteccionistas.
Una lección de historia para el futuro
A diferencia de la dinastía Qing, que se vio abrumada por problemas internos y la invasión extranjera, la UE aún tiene la oportunidad de reaccionar. Esta tregua con el motor de combustión no debe ser un apego a los combustibles sintéticos, sino una fase transitoria. La verdadera victoria no estará en levantar más aranceles, sino en recuperar la soberanía tecnológica. La UE tiene la oportunidad de demostrar que puede convertirse en un líder en la próxima revolución automovilística a través de innovación y productos superiores que compitan y ganen en el mercado global.
Pedro Sastre es analista senior de estrategia de mercados en Banca March.
