Los grandes peligros que se cernían sobre las economías europea y de España no eran para tanto o se han capeado mejor de lo aguardado. La UE y la eurozona no entrarán en recesión este año. Bruselas espera que la actividad europea avance un 1% o algo más, y España va a medrar bastante más de lo aguardado hace solo unos meses: un uno con nueve% en dos mil veintitres, conforme las previsiones publicadas por la Comisión Europea este lunes. En solo un trimestre el augurio de Bruselas ha mejorado en 5 décimas para España, mas los números conocidos ahora relumbran más si se toma la referencia de hace solo medio año, cuando los economistas comunitarios predecían un magro incremento de actividad para este año del 1%.
La visión de un horizonte más despejado de lo aguardado es prácticamente extendida en toda la Unión Europea. Apenas Bélgica y Luxemburgo ven empeorar sus esperanzas. “El modesto crecimiento registrado en el primer trimestre de este año disipó los temores a una recesión este invierno, algo que hace unos meses parecía inevitable”, escribe el directivo general del departamento de Economía y Finanzas de la UE, Maartin Verwey, en el documento de análisis publicado este lunes. Se refiere Verwey al ligero incremento de actividad, un cero con uno%, observado en la eurozona de enero a marzo y al cero con tres% del conjunto de la UE.
Y asimismo ha comenzado así su presentación pública de estos números el comisario de Economía, Paolo Gentiloni: “La economía europea ha evitado la recesión. Creció en el primer trimestre y está lista para seguir creciendo moderadamente”. “No es un logro pequeño dada la naturaleza y la magnitud de los golpes sufridos. La gestión de la crisis, la coordinación de las políticas fiscales, el impacto del fondo de recuperación, todo esto ha contribuido mucho a mejorar mucho el escenario previsto”, ha declarado el político italiano, sacando pecho de la administración efectuada.
Sobre esos shocks y su repercusión, Gentiloni ha expuesto que en la dirección positiva están “los precios a la baja de de la energía y la resistencia del mercado laboral; en la negativa, “el endurecimiento de la condiciones financiera”, o sea, el incremento de los modelos de interés.
A pesar de que la inflación ha comenzado a ceder, aún prosigue alta, en especial la latente y ese es uno de los peligros que apunta esta tanda de previsiones económicas. Esto se va a traducir en más encarecimiento del crédito, auguran. Bruselas aclara el motivo: “A pesar de que se espera que el Banco Central Europeo y otros bancos centrales se acerquen la final del ciclo de aumento de los tipos de interés, las recientes turbulencias financieras probablemente añadirán presión sobre los costes y el acceso al crédito, rebajando el crecimiento de la inversión y golpeando particularmente la inversión residencial”.
Pero tras más de un año pendientes de la inflación este punto tiene su estrellato claro en la mejora de esperanzas. “El análisis basado en modelos sugiere que la mejora de las perspectivas se debe al contrashock provocado por el descenso de los precios de la energía”, explican los economistas de la Comisión, en referencia a las altas cotizaciones de los comburentes a lo largo de dos mil veintidos. El pavor que se desató en verano frente a la posibilidad de que hubiese desabastecimiento de gas disparó la demanda, en especial en Alemania, lo que hizo que se alcanzasen máximos históricos en los costes. Esos miedos no se han materializado y lo que ha seguido después es un caiga.
Fortaleza del mercado laboral
Ese cambio, como es lógico, ha favorecido las esperanzas a las que se encara la economía de España para este año y el que viene, para cuando se sostiene la previsión de desarrollo en el dos%. Lo que más refuerza esa revisión positiva es, en cambio, la fortaleza del mercado de trabajo y la inversión del fondo de restauración, apunta la Comisión Europea. Esta aseveración supone un cambio significativo sobre lo sucedido a veces precedentes, en la que toda vez que había contrariedades o se enfriaba la actividad padecía el mercado de trabajo.
La mejora de 5 décimas en la previsión sobre España, hasta el uno con nueve%, es significativa, mas no suficiente para igualar la que tiene el Gobierno de España del dos,1%. Ya cuando preparaba los Presupuestos para este año, el Ejecutivo hizo pública esta previsión, que entonces parecía demasiado optimista. Apenas unos meses después, en el mes de noviembre, la Comisión hizo pública la suya y la rebajó al 1%, número que ya mejoró y elevó al uno con cuatro% en el mes de febrero.
También el Banco de España se ha sumado a esta tendencia. En marzo sus previsiones predecían un desarrollo del uno con seis% en dos mil veintitres. La semana pasada el gobernante, Pablo Hernández de Cos, ya anunció un levanta en la próxima revisión, hasta el dos%. “España será uno de los países europeos que más crecerá en 2023, lo que le permitirá liderar el crecimiento entre las principales economías de la zona euro por tercer año consecutivo”, se ha apurado a resaltar el Ministerio de Economía al conocer los datos.
Otra de las discrepancias entre los números del Gobierno y Bruselas se observa en el déficit público. En el reciente programa de estabilidad de España, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se ha comprometido a reducir el desequilibrio de las cuentas públicas españolas este año y el que viene hasta lograr en dos mil veinticuatro ese tres% de PIB simbólico que marcan como objetivo las reglas fiscales comunitarias. La Comisión no cree este augurio y espera que el descuadre se quede en un tres,3%.